Aparece en nuestro mundo un nuevo cambio que podríamos catalogarlo como la gran revolución del miedo. Transformación que jamás se nos hubiera pasado por nuestra mente en esta sociedad colmada de egoísmo, materialismo, falta absoluta de solidaridad y extremadamente vanidosa
¿Qué hábitos vamos a tener que reducir o suprimir en nuestra civilización?
Habrá un nuevo orden mundial: la política, la economía y el derecho darán un giro espectacular para hacer del planeta un ámbito más justo y equitativo.
Gozaremos de una vida más natural, con menos consumismo superfluo, pendientes de la contaminación y de la protección de nuestros ecosistemas. Los medios digitales y la inteligencia artificial se desarrollarán a tal nivel que el ser humano será dependiente absoluto de ellos (trabajo, ocio, salud, etc.). En cuanto a las relaciones sociales, serán más distantes, aunque la concienciación del cuidado, afecto y ayuda a las personas, mejorará de forma considerable.
El mundo ha contemplado en estos días de reclusión cómo nuestro entorno natural ha mejorado considerablemente (el aire, la meteorología, los árboles, los animales…), nuestra solidaridad se ha superado de forma notable y hemos visto cómo profesiones de todo tipo, poco apreciadas hasta ahora, han sido valoradas de forma significativa.
No debemos ahora alarmarnos en exceso cuando, en el llamado de forma vergonzosa Tercer Mundo, miles de personas se mueren a diario (malaria, sida, ébola y sobre todo de hambruna) desde hace muchos años… como perros, y aquí ignoramos su existencia y situación agónica.
El progreso de la razón debería ser el principal fin de los Estados en todas sus categorías de potestad. El predominio de la mente sobre el cuerpo acoge unas nociones de viveza que favorecen el progreso social.
Ética y honradez
Nuestra intranquilidad no debe concentrarse en la calaña podrida que inunda nuestro planeta, dolorida consecuencia, sino en toda nuestra sociedad, que es el origen. Es fundamental preparar a nuestras nuevas generaciones en la ética, como principio básico, la honradez, la responsabilidad, el esfuerzo por la transformación, el deseo de superación, el respeto a las leyes y por el derecho de los demás ciudadanos, la probidad (honradez, honestidad)… Estos principios son germen de equidad y mejora.
Me decía ayer un amigo: «La integridad y el bien común es la base moral universal, no la ideología política».
¿Qué nos ocurrirá cuando aparezca esa vacuna salvadora de la Humanidad? ¿Se nos olvidará todo lo acaecido? ¿Tendríamos en cuenta esos hábitos que haría que nuestra forma de vivir fuera más natural y armónica?
El tiempo nos lo dirá y el ser humano decidirá.
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