Primavera de luto

Siempre he pensado que los cuentos de Juan José Millás son bastante mejores que sus novelas. La extrañeza de sus relatos me recuerda mucho a estos tiempos que estamos viviendo últimamente. Y cuando digo últimamente me estoy refiriendo a lo que llevamos de siglo. Todo empezó con el avión despistado en Nueva York que chocó con varios gigantes, edificios quijotescos de un capitalismo líquido. Bauman parece que está mayor, pero sabía que lo que tenía entre las manos no era precisamente agua. Lo que se piensa se solidifica

Hay que meterse en jardines y cuanto más negros y más alergia provoquen, pues mejor. Que entre las zarzas quemadas pueda aparecer un animal imitando a un dragón o algún tipo de divinidad. La extinción de ambos quedó clara segundos después de leer la frase. Es cuestión de fe querer seguir escribiendo historias en cuyos renglones torcidos Dios se toque con la locura.

Ahora que la pandemia no tiene importancia (o por lo menos eso nos hacen creer), los que dictan las noticias de las que debemos hablar, parece ser que ahora es más peligroso un pequeño hombre frustrado que ha prostituido el supuesto poder otorgado por su pueblo, o lo que significa lo mismo que esta frase tan larga, Putin, que un bicho que nos ha acompañado durante dos años, sin saber todavía hoy de qué manera lo hace. No me gustan las oraciones subordinadas. Ni siquiera ahora que se acerca la Semana Santa. Ni ningún tipo de subordinado en general. El que se somete por gusto no tiene paladar. Como paladines ya tenemos al pueblo ucraniano, liderados por un artista, con la valentía natural que estos tienen, y que desconocen los políticos que no saben hacer otra cosa. Nada. Bendita Carmen Laforet, ganadora del Nadal, manos de tenista que subía a la red sin saber que se la habían quitado bajo sus pies. Escritora equilibrista, prosa de un costumbrismo circense. Leona sin enjaular.

Días más largos

Los días poco a poco empezarán a alargarse por su parte más luminosa. Aunque uno no puede dejar de mirar a la parte menguante, y no solo de una luna cada vez más oscura. Se van empequeñeciendo las ilusiones de la mayoría. Y la luz solo ayuda a hacer esta evidencia más lúgubre. Las flores muertas acaban con la poesía y es un descanso que así sea. Uno, que se sabe prosista pluriestacional, intenta mantener el tipo y que el texto no le acabe sepultando. Hay que ser humilde y respetar lo que todavía no está escrito. Una vez cometido el crimen, ya es tarde para lamentarse. Todo esto lo estoy escribiendo después de haber conocido la semana pasada al maestro Raúl del Pozo. La primavera se adelantó para el experto en embarrar el terreno de juego. Por mucho que me limpié los zapatos, quedaban restos en ellos de frases sin pulir. Mi realismo sucio deja huella.

El maestro Del Pozo demostró su generosidad dedicando su tiempo a alguien que lo pierde todo el día menos cuando intenta ESCRIBIR. Y lo pongo con mayúsculas, porque se supone que escribir sabemos todos, pero hacerlo con mayúsculas sólo lo hacen unos pocos. Uno lo sigue intentando para algún día ganarse las mayúsculas y no seguir caminando junto a los enanitos del bosque. No hay encantamiento como la búsqueda de la frase perfecta. Raúl me invitó a un café. Uno coge confianza y se pone a tutear a quien no paró de darle lecciones desde el minuto uno de conversación. No les voy a engañar. No era momento de beber otra cosa. Un buen profesor te embriaga con sus conocimientos y con su manera de compartirlos. Si me hubiera bebido un gintonic, las frases sabias de Raúl se hubieran diluido junto a los hielos del vaso y los que formaban en ese momento mi cerebro. Conclusión: a veces la primavera se adelanta para quien pensaba que jamás regresaría.

Otra cosa buena de la primavera será la despedida de las mascarillas. Quiero verle los labios a mi musa, la boca a mi camarera, los dientes a los ratones que se sientan en el Congreso de los Diputados. Respirar por la boca el aliento de la libertad, y que en la ciudad donde vivo, Madrid, tiene un significado prostituido, y no porque la calle Montera esté cerca de la sede de la Comunidad de Madrid. El amor carnal o sanguíneo tiene muchas maneras de manifestarse, a veces con mujeres desconocidas explotadas, otras beneficiando a tu hermano y que todas las bocas permanecieran tapadas. Las nuestras como parapeto ante el virus, las de los cercanos a la hermana generosa para no perder sus puestos de privilegio.

Y así es como está empezando esta primavera de luto que lleva durando varios años. Nos inventamos cientos de comienzos ante esta eternidad de siglo. Yo solo les deseo a los que me están leyendo lo que la mejor canción dedicada a la primavera que se ha hecho en España. Es de Los delinqüentes y dice frases como las siguientes: «Que no exista el trabajo para los hombres y las mujeres. Que todo el mundo tenga regalos, los más grandes y los más caros. Que la gente de mi tierra siempre sea muy feliz«.