Esta emprendedora sevillana le ganó la batalla al Sars-Cov-2 y al ninguneo de los gobiernos autonómico y central que no le han concedido ninguna ayuda directa: «A pesar de estar dos semanas cerrados por covid, tuve que seguir pagando religiosamente todos los impuestos»
Estudió Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla, cosecha de 1997, pero tomó la decisión de cambiar la primera línea de la batalla por la verdad por facilitarle el acceso a la prensa escrita a sus paisanos de Valencina de la Concepción (Sevilla). Así, Pilar Díaz montó su tienda Ilusiones hace ya 14 años, un quiosco de prensa y revistas, pero también de chucherías, juguetes y productos de alimentación con el principal objetivo de «hacer felices a los niños«, esa gente menuda que, casi tres lustros después, ya son adultos que llevan a sus propios hijos a un establecimiento cuyo nombre ya invita a entrar.
Pilar es un buen ejemplo de cómo los dueños de pequeños establecimientos han tenido que soportar los embates del coronavirus, la tormenta perfecta para autónomos con local que llevan el ADN de la supervivencia grabado a fuego desde tiempos inmemoriales.
«La primera ola fue difícil y nos tuvimos que adaptar prácticamente sin medios. Los guantes y las mascarillas, agotados. Las personas estaban muy asustadas. Tuvimos que repartir periódicos por las casas para que las personas mayores no tuvieran que salir. Perdimos una mayoría importante de nuestra clientela que son los niños», recuerda Díaz.
«No tuvimos ningún tipo de ayuda económica»
La periodista y emprendedora valencinera cuenta en primera persona la triste realidad que muchos autónomos viven por la pandemia: «No tuvimos ningún tipo de ayuda económica porque, al tener permiso de abrir y ser un negocio que obligatoriamente va por módulos, no podíamos ni demostrar que nuestra facturación había bajado. De hecho, a día de hoy, no me he podido acoger a ninguna de las ayudas que han ido prometiendo desde los distintos gobiernos».
Las personas no entendían muy bien lo que estaba pasando, aunque lo aceptaban más o menos, pero conforme va pasando el tiempo y a un año ya del confinamiento, «empieza a haber un sentimiento de cansancio y de incomprensión de todas las medidas que se han ido tomando durante este tiempo», pone de relieve la dueña de Ilusiones.
En nuestra tienda «teníamos más miedo de contagiar que de ser contagiados, que alguien sufriera por no haber hecho las cosas bien». En ese aspecto, Sanidad sí se pasó por la tienda para darnos unas medidas básicas de protección y desinfección. Pero todo era muy confuso y, tanto desde el gobierno como desde los medios de comunicación, las informaciones eran tan contradictorias que nos tenían a todos confundidos».
«Tengo que valorar el trabajo de la Asociación de Comerciantes de Valencina, que ayudó en todo momento»
Pilar Díaz
En cuanto a la nueva realidad, los clientes tardaron poco en adaptarse al aforo limitado, pero sí mucho a las mascarillas. «Incluso hoy en día tenemos que seguir recordándolo y nos ha costado más de una pelea con un cliente«, admite Pilar.
Esta valencinera que da un servicio básico en su pueblo asevera que ha habido unión en su gremio: «Tengo que valorar el trabajo de la Asociación de Comerciantes de Valencina, que ayudó en todo momento, incluso encontrándonos proveedores de gel hidroalcohólico o proporcionando mascarillas cuando no había manera de encontrarlas».
En octubre, con la segunda ola, Pilar Díaz pasó la covid y siguió sin obtener ayuda gubernamental de ningún tipo. «A pesar de estar dos semanas cerrados, tuve que seguir pagando religiosamente todos los impuestos«, confiesa la emprendedora, que recuerda los síntomas del Sars-Cov-2 que sufrió: «Se me cerró el estómago y no pude comer y casi ni beber en siete días, vomitando noche y día. Aguanté lo que pude para no tener que ir al hospital».
Por último, Pilar resalta lo bien que se han adaptado los niños a la nueva realidad, «mucho mejor que muchos adultos».
Un ejemplo a seguir, siempre con una sonrisa y muy amable!!!