Consultas de acogida atendidas por Enfermería para evitar el acceso de los pacientes a su médico de cabecera; teleconsultas para evitar que el facultativo de familia derive directamente al paciente al especialista y así reducir la lista de espera de primeras consultas de Atención Primaria (AP) para el especialista y, con ello, la lista de espera de pruebas diagnósticas y la de intervenciones quirúrgicas; conciertos de emergencias con la privada dados a dedo y justificados por no poder seguir con los conciertos ordinarios en pandemia (aunque se ha demostrado que destinaban cientos de millones de euros a unos y a otros, a la vez, pese a ser contrarios a la ley)… Todo un sinfín de artimañas que, en poco más de cuatro años, deja en pañales a sus predecesores
Nada es fruto de la casualidad. Las derivaciones de pacientes a la privada aumentan año tras año y, si esta no pudiera atenderlos por falta de instalaciones y equipos, no tiene reparo alguno en ponerles a su disposición los de la sanidad pública, todo un despropósito que, por ahora, no podrá llevar a cabo por las protestas de diversas plataformas en defensa de la sanidad pública, sindicatos y ciudadanía. Y digo por ahora porque mañana podría intentarlo de nuevo cuando las aguas se remansen.
La consejera de Salud, Catalina García, presume de no ocultar nada cuando desde junio 2018 no publica la lista de espera de pruebas diagnósticas, aunque se sabe que más de 1.500.000 de estas pruebas han sido derivadas a la privada. El Decreto 605/2003 le obliga a enviar semestralmente al Ministerio de Sanidad los datos sobre las listas de espera y así lo ha hecho, pero, al parecer, esta consejera no se siente así de obligada con los andaluces al no haber publicado aún en la web del Servicio Andaluz de Salud- Junta de Andalucía los datos correspondientes al segundo semestre del 2022. Si los datos le hubieran sido favorables, sin duda alguna ya lo hubiera hecho, pero la realidad es bien distinta.
Los pacientes andaluces sabemos de sobra las dificultades en las que se encuentra nuestra sanidad pública porque las vivimos a diario en nuestros centros de salud y hospitales, por lo que le suplicamos que no nos venga con más milongas. Olvídese de esos discursos memorizados repetidos hasta la saciedad y con los que ya no convence a nadie. Podría aprender algo si dedicara algunas horas de su preciado tiempo a visitar, de incognito por supuesto y como un usuario más, las salas de espera de nuestros centros sanitarios, un máster recomendado no solo para usted, señora consejera, sino también para muchos de sus gerifaltes.
Evidentemente, Dra. Ricoy, los de arriba no están por la labor de mantener nuestro sistema sanitario. Ni en Andalucía, que dicho sea de paso es denigrante. Ni en mi comunidad, la valenciana, donde la espera de pacientes para rehabilitador es de año y medio. Imagínese el resto. Y le habla una sanitaria de las tantas miles de este país que llevamos aún la pandemia a cuestas en la mochila: ese cansancio crónico, esa desmotivación por el trato que nos dan está obligando a muchas vocaciones salir de ese entorno por hastío… En fin, ¿qué le voy a contar verdad?