¿Me están robando al comprar aceite de oliva?

Hace unos días, mientras hacía cola en una caja del supermercado, un cliente bromeaba con la cajera diciendo: «Me trae más cuenta comprar ‘whisky’ que aceite de oliva, total, si es más barato». Seguro que esta anécdota no es única, se ha repetido más veces. Con más o menos gracia, los clientes se quejan de que el precio del aceite de oliva es prohibitivo y el caso es que no les falta razón

Siendo uno de Ciencias, voy a intentar no aburrirles con datos y, como una imagen vale más que mil palabras, aquí les dejo una. El precio, a día de hoy (finales de octubre de 2023), es más del doble que los máximos de precios registrados desde 2007, que ya ha llovido, o no tanto, y en parte ése es el problema.

Pues fíjense: 8,2 € por kilogramo (unos 7,5 € por litro) el aceite de oliva virgen extra ¡Ojo esto es el precio en origen! Es decir, el precio que se paga al productor a pie de almazara por una cisterna de miles de kilos de aceite de oliva, ni está envasado ni a disposición del consumidor en las estanterías de la tienda de su almazara, de su barrio o del supermercado. Todo tiene un coste. Si ustedes no creen que estas empresas deban ganar dinero, pueden probar a abrir su propio establecimiento, consigan todas las licencias necesarias, compren o alquilen un local, contraten personal o pónganse ustedes mismos a atender a la clientela durante ocho o nueve horas diarias y lidien con la terrible burocracia con la que se facilita la vida a nuestros emprendedores. Por favor, recuerden esto cuando se quejan de que «es que en esta página web está más barato». Ya, pero está en 24-72 horas, no hoy, ahora, ya.

Pero vamos al meollo del asunto ¿Por qué está tan caro el aceite de oliva? ¿Quizá los olivareros nos estamos forrando? ¿Es acaso el culpable su tendero de barrio que echa más horas que un reloj en su negocio? ¿Quizá la culpa de esto la tiene Juan Roig, Amancio Ortega, o cualquier otro pez gordo? Siento decepcionarles, pero no, no es nada de eso. Es mucho más simple a la vez que complejo y difícil de solucionar, aunque podemos resumirlo en dos puntos muy sencillos:

1. En España hay sequía, llueve menos de lo que es normal y ya van al menos tres años con precipitaciones muy por debajo de la media (Aemet, 2023). Por lo tanto, la agricultura en general (y el olivar en particular) está sufriendo y mucho. Los cultivos producen menos de lo normal o no producen nada y, si en el campo no hay aceitunas, ya puedes comprarte el smartwatch de última generación, ya puede venir Elon Musk a lanzar el satélite número 3000 de Starlink y ya pueden llevarte la banda ancha a tu casa con miles de terabytes por segundo, pero la tostada te la comes sin aceite de oliva virgen extra o pagando este producto a precio de oro. Las últimas lluvias son un ligero alivio para la situación actual, pero en ningún caso van a solventar la sequía que arrastramos. Se necesita bastante más lluvia y bien repartida para superar esta situación.
2. Aunque ustedes no lo crean y aunque a nuestro maltrecho orgullo nacional le cueste asumirlo, España es el primer país productor de aceite de oliva del mundo, y no por poco, ya que, en un año normal, producimos en torno a la mitad del aceite de oliva del mundo. Por este motivo, si el sector del aceite de oliva en España tose, el resto del mundo agarra un catarro de cama y caldito para rato.

¿Se hacen ricos los olivareros con esta situación? Pues en general no. En la cosecha pasada, un olivarero medio produjo un 54% menos de aceite de oliva que en la media de las últimas cuatro campañas. Como dice un amigo mío, las mentiras estadísticas no funcionan para los casos particulares, ya que si yo tengo cero euros y usted tiene 2 euros, de media tenemos 1 euro. Pero eso no es verdad, ¿cierto? Habrá olivareros que ingresarán más dinero, siempre que tengan riego y, por supuesto, se gasten más dinero en regar sus parcelas. Por lo tanto, el beneficio que obtengan dependerá de cada caso en particular, pero, en principio, será menor al habitual, ya que ingresan más, pero también tienen más gastos.

Sin embargo, sí que tenemos unos claros perdedores: los olivareros de secano. En este caso, la cosecha suele estar entre el 20 y el 30% de una cosecha normal y compensar eso con un incremento de precio es casi imposible. Además, se deben tener en cuenta dos factores más. En primer lugar, a día de hoy, el precio del aceite está a 8,2 €/kg, pero no todo el aceite de la campaña se ha vendido ni se va a vender a ese precio, porque, como ustedes comprenderán fácilmente, todo el aceite de la campaña se vende en distintas partidas a lo largo de todo el año, cada partida al precio al que cotiza cuando se vendió.

Los costes fijos

En segundo lugar, el olivar tiene una serie de costes fijos. Esos olivos que ustedes ven cuando pasan por la carretera no están ahí por arte de magia. Requieren un trabajo duro, constante y sacrificado y ese trabajo cuesta tiempo y dinero y hay que hacerlo produzcan o no. Es decir, puede que algún olivarero gane algo más de dinero, pero créanme, bien merecido lo tiene. Por último, ¿cuántos olivareros han visto irse de turismo espacial en los cohetes de Jeff Bezos? Ninguno, así que no, no se están haciendo ricos.

¿Se hace rico el comercio? Pues parece que no. Los principales grupos de la distribución agroalimentaria en España han reducido su rentabilidad por euro vendido (Tabla 1), es decir, si ganan más dinero con la venta de aceite de oliva, no se nota en sus resultados generales. La verdad, no sé si los directores generales de estas empresas se han ido o tienen pensado irse de turismo espacial, pero desarrollar y expandir estos negocios supongo que no les dejará demasiado tiempo libre para pensar en esas cosas.

Por último, si yo he visto a ese tiktoker o similar grabando el aceite de oliva en Irlanda, Alemania o cualquier otro país del mundo más barato que en España, ¿nos están engañando? En Irlanda hay unos prados verdes muy bonitos, pero olivos, lo que se dice olivos, no hay. ¿Cómo es posible que el aceite de oliva esté más barato allí? Pues sencillo: ellos son una gota en el océano, es decir, consumen muy poco aceite de oliva en comparación con nosotros, Italia o Grecia. Además, en general para ellos, el aceite de oliva es un producto de lujo y no tienen problema en pagarlo caro (en relación con el precio medio habitual). Por este motivo, nuestros vendedores de aceite de oliva les han proporcionado partidas más baratas a principios de campaña y, como su consumo es bajo, les dura hasta ahora y ni se han enterado de las últimas subidas que sí hemos visto en España.

En resumen, en España, el aceite de oliva es un producto básico, cosa que no sucede en la mayor parte del mundo, por lo que es perfectamente comprensible que el consumidor medio se alarme cuando el precio del producto se triplica. Sin embargo, no podemos culpar a nadie de esta situación. Fundamentalmente, se debe a la sequía en nuestro país, que también afecta al resto del mundo. Entonces, cuando vayan a su tienda de confianza a comprar aceite de oliva, agradezcan el trabajo de los agricultores que han producido y recogido la aceituna, de las almazaras que la han molturado y de los distribuidores, tiendas y supermercados que hacen posible que ustedes puedan comprar ese aceite de oliva cómo y cuándo ustedes quieran, aunque ahora tengan que pagarlo caro. Recordemos, y si no me creen pregúntenles a sus mayores, que no siempre hemos tenido disponible toda la comida que se necesitaba y más, conviene no olvidarse de eso, aunque un servidor sólo lo sepa de oídas.