A raíz de la nueva ley de memoria histórica o memoria democrática, como se la ha nombrado, me indigna la infinidad de comentarios y cientos de escritos que se están publicando en todos los medios, difundiendo en la opinión pública ese odio entre ciudadanos, polarizando y destruyendo el respeto y la convivencia
¿No es posible llegar con la razón al sentido común y mirar al futuro con unos aires frescos y no contaminados con el odio del pasado?
Mantengamos el recuerdo de nuestros muertos en esa horrible, trágica y fratricida guerra civil (1936-39) y, a la vez, perdonemos de forma concluyente, enterrando esos odios, que siguen después de 83 años y que nos carcomen, destruyendo nuestra convivencia.
¿No es posible que se respeten a los fallecidos de uno y otro bando y que se acepten las atrocidades que se hicieron en ambos? En las guerras el ser humano, como siempre ha hecho, pierde su dignidad y el sentido más profundo de su existencia.
Ya la resolución de la Comisión Constitucional de 20 de noviembre 2002, unánimemente aprobada por todos los partidos políticos con representación en el Congreso, dejó clara la voluntad del pueblo de que el pasado no sería utilizado como arma política para revivir viejos rencores, resucitar odios o alentar deseos de revancha. ¿Cuándo resolveremos esta memoria histórica, mal encaminada, que tanto dolor nos está causando?
He vivido la dictadura, la transición y la democracia. Mi padre estuvo y padeció la angustia y la desesperación de la guerra, estuvo en un campo de concentración en Francia. Su hermano y cuñados también sufrieron el horror, unos y otros en zonas distintas. Jamás en mi casa por el sufrimiento vivido en la familia- hubo ejecuciones tremendas- se habló ni se generó odio contra nadie.
Soy especialista en historia, conocedor y estudioso de la guerra civil. He publicado dos libros biográficos sobre este tema con las vivencias de mis difuntos padres. Hemos formado tres familias con hijos y nunca hemos transmitido resentimiento, ni venganza hacia nadie. Nos inculcaron a todas las familias de nuestro entorno y a cientos más, en toda España, el perdón hasta la saciedad y no el odio. He explicado, como profesor, este tema a mis alumnos y he hecho ver, con la máxima objetividad, la realidad de lo que aconteció en las dos zonas.
¿Por qué no estamos atentos a las muchas necesidades cotidianas que tenemos y nos olvidamos de generar problemas con cuestiones que lo que hacen es distanciarnos, desunirnos y enfrentarnos?
¿Es posible, de una vez y por todas, mirar juntos hacia el futuro, hacia el no debilitamiento de nuestra democracia, tan difícilmente conseguida?
Totalmente de acuerdo, José Ramón! No ha de servir la historia como arma ideológica, que ya estamos hartos de que se haya hecho, y se sigue haciendo.
Una vez más José Ramón Talero nos deja un magnífico artículo
ENHORABUENA POR EL BUEN COMENTARIO Y EL RECUERDO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
CONSIDERO QUE LA HISTORIA NUNCA HAY QUE OLVIDARLA PERO TAMPOCO SE PUEDE VIVIR EL RESTO DE LA VIDA CON ODIO A LOS DEMAS.
Muy buen documento, deberíamos tenerlo todos en la memoria y aplicarnos el mensaje.
Muy de acuerdo en el análisis. Excepto en la afirmación de que estamos en democracia. Mantra repetido hasta la saciedad, pero que por más que se repita no será verdad hasta que el pueblo pueda decidir algo, aparte del cabeza de partido cada 4 años. ¡Vaya democracia! Pero, sí, estamos mejor que antes y más democráticos jajaja