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partidocracia

La partidocracia es un problema endémico de nuestra sociedad.

Opinión, Política

Mal ‘aveníos’

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El Pepe y la Rosa son un matrimonio mal ‘avenío’. Un matrimonio puramente de conveniencia. Están juntos por el interés, nada más, porque no se pueden ni ver. Se arrejuntaron no se sabe muy bien cómo, firmaron su contrato y desde muy pronto se declararon enemigos íntimos

Eso sí, tampoco pueden separarse. Son los tutores de un menor que resulta que es la fuente de todos sus ingresos, muchos ingresos, dicho sea de paso. Si no fuera por eso, cada cual cogería su camino y, si te he visto, no me acuerdo. Pero es que además a Pepe y a Rosa no les gusta trabajar, así que mejor se aguantan y viven de las rentas que les da su tutelado.

El ambiente en esa casa se lo pueden imaginar… La tensión es palpable desde que amanece. Comparten techo, pero están separados no ya porque piensen diferente, sino porque tienen intereses irreconciliables. Solo se entienden a la hora de acordar sus asignaciones y sus gastos, el resto de asuntos nacen y mueren sistemáticamente en el enfrentamiento.

Se tienen saña y no ven más allá de su rencor hacia el otro, hasta tal punto que cuando hay que tomar alguna decisión relativa al menor, lo primero que ponderan es qué será lo que más le molestará al otro. Lo segundo, qué le viene mejor a cada uno de ellos, y en muy contadas ocasiones tienen en consideración el verdadero interés del tutelado.

Es de ese tipo de relaciones tóxicas entre padres separados, llevada en este caso a su máxima expresión. Cuando hubo que elegir colegio, Pepe propuso el colegio más caro de la ciudad, no mixto y religioso, porque sabe que Rosa es atea, odia a la iglesia y además el colegio está lejos de su casa y eso la obligaría a coger el coche.

Exprimir al niño

Rosa por su parte estableció que tenía que ir a un colegio del barrio con un modelo educativo experimental al que va la hija de su hermanastra. No le importa que el pequeño pueda tener después dificultades para acceder a la universidad, con suerte igual ni quiere ir y decide dedicarse a las artes… Qué más le da. Al final al niño le sonrió la fortuna y acabó por ir al colegio público de su área de residencia mientras Rosa y Pepe se reprochan, siempre que sale el tema, lo absurdo de sus respectivas propuestas, en interminables y agresivas discusiones.

En otra ocasión, el niño se hizo un gran corte en el pie corriendo descalzo por el jardín y, mientras perdía sangre, Rosa y Pepe discutían a qué servicio médico debían acudir. Al final la herida se secó sola y no fueron al hospital, pero la herida se infectó y el niño estuvo en la cama más de una semana.

Y así todo: el niño tiene una alimentación deficitaria porque los padres discuten sobre tal o cual dieta. El niño viste ropa pequeña e inadecuada porque no se ponen de acuerdo sobre qué ropa comprar. El niño no tiene hábitos de higiene adecuados, porque si se cuida como dice Rosa, Pepe se enfada, y viceversa. Así que no toma baño y nadie le corrige. Le va bien en el colegio, lejos del campo de acción de Pepe y Rosa, porque tiene excelentes capacidades y cuando toma sus propias decisiones, es claramente un niño brillante como pocos. Esto es lo que le libra del fracaso escolar y la exclusión social.

¿Qué pensamiento de izquierdas establece que hay que mantener un acceso a las cúpulas a dedo?

La hermanastra de Rosa es Violeta, una mujer ambiciosa que le envidia a Rosa que pueda vivir sin trabajar de las rentas del pequeño. Siempre que encuentra a su hermana, le mete cizaña y acaba discutiendo, porque cree que Rosa es blanda y no se impone a Pepe.

Pepe, por su parte, tiene un hermano mellizo que nunca trabajó y que mira al niño con avidez. Todos conspiran para encontrar la manera de sacar partido del niño. Hasta la vecina, que tuvo una aventura con Pepe y que ahora se siente sola y desorientada. Y el niño, que desearía ser un niño normal, sabe perfectamente que sus tutores no son ejemplo para nada.

Cuando crezca podrá independizarse y tendrá claro lo que no quiere ser. Pero, ¿se hará mayor algún día? ¿Alguna vez entenderá que no necesita a sus tutores para nada, que son unos parásitos? A todos los que vemos lo que le ocurre al niño nos hierve la sangre y nos gustaría verle libre de sus tutores, porque sabemos que nada cambiará en ellos, más que a peor.

Una metáfora del sistema político

Por eso no haríamos nada que mostrase la más mínima simpatía ni apoyo a Rosa, Violeta, Pepe, su mellizo, la vecina… Gente así no debería tutelar nada ni nadie. Pues bien, esta es una buena metáfora de nuestro sistema político. Por eso, quienes vemos lo que ocurre, no votamos.

Mucho se ha repetido que la cuestión no es ser de izquierdas o de derechas. Lo diré al contrario: la cuestión sí es ser de izquierdas y de derechas. Si se es de izquierdas, ¿cómo se puede permitir que los líderes de izquierdas acaben en grandes multinacionales con sueldos millonarios, ejerzan la política con privilegios de oligarquía en las cúpulas de los partidos, los sindicatos, las entidades bancarias, etc, enriqueciéndose en la oscuridad como alimañas, aprovechándose de su posición y contribuyendo a la manipulación del pueblo gracias a sus medios de comunicación afines?

¿Qué pensamiento de izquierdas establece que hay que mantener un acceso a las cúpulas a dedo? ¿Cómo se come que un partido de izquierdas se muestre cercano y afín a partidos nacionalistas (¡Para ya no hablar de que haya partidos de izquierdas y nacionalistas!), si la izquierda promulga la igualdad entre las personas y supuestamente lucha contra los privilegios de las élites?

Al final, ¿no son élites ellos mismos? Nuestros partidos de izquierdas definen sus políticas como el aumento de impuestos a las empresas para supuestamente favorecer a los trabajadores, pero así, ¿no impiden a los trabajadores poder establecerse como empresas por su cuenta y crear riqueza para ellos, condenándolos a ser esclavos de las grandes corporaciones, blindándolas porque son las únicas capaces de hacer frente a esos elevados impuestos, a base de explotar al trabajador?

Nuestros partidos de izquierdas están al servicio de las grandes corporaciones, y de ellos mismos. Estas son solo un ejemplo de las contradicciones que dejan claro que, en España, no hay ningún partido que pueda considerarse de izquierdas, y las gentes de izquierdas no tienen a quién votar.

Y si se es de derechas, ¿cómo se puede ser de derechas, supuestamente liberal, y pretender mantener todo un sistema industrial y de capital no construido con el trabajo y el esfuerzo individual sino heredado de una dictadura, sin más mérito que el haber besado el trasero correcto para así poder subyugar a la mano de obra como única fórmula para obtener rentabilidad?

¿Qué tiene de liberal la usurpación de los medios de producción? Nuestras grandes industrias, con excepción de casos contados, vienen heredadas desde la dictadura o desde antes, afines a oligarquías absolutistas. ¿Qué tienen de liberales? Absolutamente nada.

¿Dónde está la libertad de oportunidades y la meritocracia, que podrían ser el motor para poner al país a la vanguardia mundial? En España lamentablemente no existe. España continúa en manos de los menos preparados, los más tontos y a la vez los más prepotentes, protegidos por sus papás y por nuestros supuestos partidos de derechas.

Eso, un partido verdaderamente liberal no lo permitiría. Por eso en España no tenemos ni partidos de izquierdas ni de derechas. Tenemos una panda de listos que aspiran a vivir bien sin saber lo que es trabajar, diciendo lo que haga falta para ello y sometiendo al pueblo.

En España, un líder de la extrema derecha cita sin sonrojarse en el congreso a Azaña, el presidente de una república pseudototalitaria y miope que desembocó en una guerra civil. Y por su parte, el líder de la extrema izquierda se inspira en dictadores de países subdesarrollados al más puro estilo de Franco para elaborar sus discursos en tono clerical. ¿Todo cabe? Pues hasta ahora está cabiendo.

Pero no perdamos la calma, no hay mal que cien años dure. Resurge de nuevo y cada vez con más fuerza la figura de Antonio García-Trevijano, un tipo con la clarividencia que otorgan los cielos del sur, el cual, anticipándose a su tiempo, denunciaba ya en sus albores los vicios que adolecía aquella Constitución que se fraguaba en 1978 y que hoy padecemos.

Su voz fue paulatinamente apagada por todas las formaciones políticas y por los medios, porque dejaba de manifiesto los artefactos del sistema, señalando de frente a quien se beneficiaba ilegítimamente. En la actualidad, cada vez más videos con sus postulados se reproducen en las redes y cada vez más grupos comparten sus tesis, sus frases y sus propuestas. Y el pueblo hoy ya no es analfabeto.

Parafraseando al viejo lobo de la tundra canadiense, se podría decir que a Antonio García-Trevijano le condenaron a 20 años de hastío por intentar cambiar el sistema desde dentro. El pueblo viene ahora a desquitarse. Primero, conquistaremos Granada; después conquistaremos Madrid.


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