leyes de burgos

Las Leyes de Burgos.

Cultura, Historia, Política

Los conflictos por el Nuevo Mundo: derecho y justicia

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En el siglo XV, Portugal y Castilla estuvieron en conflicto por la hegemonía del Atlántico llegando a provocar algunos conflictos graves entre ambas coronas por el control de Guinea y las Islas Canarias

La tensión entre ambas se agravó con los primeros cargamentos que llegaron a Lisboa desde Guinea en 1441. La Santa Sede se posicionó a favor de Portugal a pesar de que los barcos españoles siguieron explotando Guinea.

Isabel I revindicó los derechos de la corona de Castilla sobre los territorios de Guinea y la costa de África, dando permiso a sus naves para acceder a ellas sin respetar a Portugal. En 1479, se firma el Tratado de Alcaçovas, que solucionó el problema entre ambas coronas sobre la expansión por el Atlántico. Portugal se quedaría con Guinea, Madeira, las Azores y Cabo Verde y Castilla con las Canarias.

Pero aquí no termina todo. El conflicto volvió a abrirse con el primer viaje de Colón. La Pinta y La Niña intentaron volver a Castilla en 1493, pero un fuerte temporal separó a las dos carabelas. La Pinta, con Martín Alonso Pinzón a los mandos, llegó a Bayona y la Niña, bajo el mando de Colón, acabó en Lisboa. Una vez allí, Colón fue interrogado por Juan II, que reclamó sus beneficios de las tierras descubiertas por el Tratado de Alcaçovas.

Las tierras descubiertas, según el derecho internacional, eran propiedad de quien las descubriese primero. Pero este derecho sólo podía ser otorgado por el Papa. Así pues, en 1493, los Reyes Católicos buscaron apoyos para legitimar las tierras descubiertas.

Finalmente, los Reyes Católicos pidieron al Papa que estableciese un meridiano. Y este fijó la línea divisoria al oeste de las Azores y Cabo Verde.

Las negociaciones entre Castila y Portugal finalizaron con el Tratado de Tordesillas, en 1494, en el que acordaron poner una frontera al oeste de Cabo Verde: el oeste para Castilla y el este para Portugal. Esto solo hizo que Portugal saliese ganando, ya que se quedó con gran parte del territorio del Nuevo Mundo (Brasil).

Esta exclusividad castellano-portuguesa levantó recelos entre las grandes potencias europeas, como eran Francia e Inglaterra, que también querían parte del pastel.

Para acabar con este conflicto, Alfonso X el Sabio redactó las Siete Partidas que otorgaban la legitimación de las tierras descubiertas a quienes las poblasen por vez primera.

Las conquistas fueron sufridas en primera persona por los indígenas. Algunos dominicos que viajaron al Nuevo Mundo, como Fray Antonio de Montesinos, denunciaron estos abusos en 1511 y exigió que los nativos debían ser evangelizados de inmediato.

Ante esta propuesta, Fernando el Católico, en 1512, promovió las Leyes de Burgos, en las que se ponía fin al sistema de encomiendas (pago de tributos a los conquistadores por parte de los indígenas).

Surgieron también defensores de la autoridad del Papa, como Juan López de Palacios Rubios, que le atribuía toda la soberanía al Papa sobre todos los territorios. También fue el autor del Requerimiento (texto que se tenía que leer a los indígenas para que aceptasen la incorporación de forma voluntaria a la Corona de Castilla y a ser evangelizados).

Las Leyes de Granada

En 1526, Carlos I redactó las Leyes de Granada que defendían la evangelización de los indios, prohibían esclavizar a los nativos y dotaban de protagonismo a las órdenes religiosas en las conquistas.

Los dominicos, a su vez, justificaban la conquista castellana en el Nuevo Mundo. Francisco de Vitoria, por ejemplo, defendía que los nativos sí podían gobernarse por sí solos, ya que, antes de la presencia de los castellanos, tenían sus propios jefes. Además, justificaba la presencia española en el Nuevo Mundo como introductores de cultura moderna y la necesidad del Requerimiento (anteriormente explicado).

Fray Bartolomé de las Casas estuvo de acuerdo con Vitoria en la capacidad de gobierno indígena, rechazó a su vez la esclavitud y las conversiones forzadas, pero creía necesario una evangelización pacífica en el continente.

Todas estas quejas por parte de los dominicos destinados al Nuevo Mundo hicieron que Carlos I revisase las leyes coloniales y promulgase en 1542 las Leyes Nuevas, en las que se ordenaba un buen trato a los indígenas, se prohibían las encomiendas, la explotación y la esclavitud.

Cabe destacar también la postura de Juan Ginés de Sepúlveda, que, a diferencia de Vitoria y De las Casas, consideraba necesaria la conquista castellana, ya que no creía que los indígenas pudiesen gobernarse por sí mismos. Así pues creía que el control sobre los nativos era imprescindible para combatir con sus pecados y castigarlos por ellos.

Finalmente en 1556, se redactaron como debían ser los nuevos asentamientos de origen hispánico: los asentamientos deberían realizarse de forma pacífica y sólo se podría iniciar una guerra si era estrictamente necesario.

Ya en 1573 con Felipe II, la redacción de las Ordenanzas de descubrimientos, nueva población y pacificación de las Indias daría lugar a las exploraciones de carácter privado con asentamientos realizados de forma pacífica y una evangelización controlada.


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