Si Boris Johnson ha dimitido por mentiroso, Pedro Sánchez tendría que haberlo hecho hace años
Las mentiras han acabado con el premier británico Boris Johnson, lo que demuestra que las verdaderas democracias funcionan como barreras contra los tiranos, los corruptos y los mentirosos.
Para un inglés, mentir al pueblo es un error fatal e intolerable. Si ese principio se aplicara en España, Pedro Sánchez, probablemente el más mentiroso de los dirigentes de toda la política mundial, nunca habría llegado al poder o habría sido obligado a dimitir hace años.
En un país como Gran Bretaña, donde la democracia funciona y la ética tiene sitio en la política, Pedro Sánchez no habría llegado ni a concejal. Boris ha perdido la confianza de su partido, que le ha forzado a dimitir, mientras Sánchez ni siquiera tiene resistencia en el PSOE a pesar de sus gravísimos errores y sus numerosas mentiras, engaños e incumplimientos de promesas.
Un tipo como Sánchez nunca podría haber hecho carrera política en una democracia como la británica. Sus antecedentes, sucios y tramposos, se lo habrían impedido.
Hizo trampas
Sánchez fue expulsado del liderazgo de su partido por haber sido sorprendido haciendo trampas con una urna camuflada en unas votaciones.
Otros aspectos del sanchismo, como sus alianzas con totalitarios comunistas, exterroristas y golpistas que odian la nación, son también intolerables en Gran Bretaña y en el resto de las democracias decentes del planeta.
A Boris le han obligado a dimitir los suyos. A Pedro, por el contrario, le sostienen sus barones, sus ministros etcétera. Todos ellos son cómplices de este desacato que se está cometiendo contra el pueblo español.
El sanchismo, una enfermedad típicamente española
Los socialistas españoles tienen que admitir una verdad de gran dureza: el sanchismo es una enfermedad típicamente española, que degrada la política y que no tiene paralelismo en ningún otro país de Europa, donde sus mentiras, traiciones y alianzas con partidos totalitarios y llenos de odio a la nación serían imposibles de soportar por la sociedad y la comunidad política.
Millones de españoles contemplan con envidia en estos días el fascinante espectáculo de la dimisión de un mentiroso y corrupto, obligado por la opinión pública y sus propios correligionarios. Más de media España lamenta que el presidente español y los partidos que le sostienen no tengan la misma entereza y solvencia democrática que sus equivalentes en Gran Bretaña.
Sr. Rubiales: lamentablemente la realidad pondrá algún día a nuestro país en el sitio que merece y creo, a no ser que ocurran los milagros, que el futuro de España será la disolución completa de nuestro Estado-nación, pasando finalmente el día de mañana a la Historia.
Un saludo.