Ya sabemos que Halloween no es una tradición española. Muchos pondrán los ojos en blanco y pensarán que es una americanada… y pasarán el día de mal humor pensando en los tontos que se disfrazan. Otros (los más exagerados) dirán que es la fiesta del demonio y del pecado y se santiguarán con sólo pensar en ella. Algunos lo tomarán como un evento más y aprovecharán para divertirse o salir de la rutina o simplemente pasarán el día como si fuera otro cualquiera. Hay gustos para todo…
Lo cierto es que esta celebración proviene de una tradición celta, en la que se daba la bienvenida al otoño tras la recogida de la cosecha. De hecho, solían utilizar nabos como faroles: los vaciaban por dentro y los llenaban con carbones encendidos o velas con la idea de guiar a los espíritus e iluminar el camino. Los emigrantes irlandeses llevaron esta tradición a EEUU y allí sustituyeron los nabos por las famosas calabazas que conocemos hoy.
Esta fiesta otoñal es muy poética: mueren las plantas, las hojas de bellos colores ( rojas, amarillas, pardas) comienzan a caer. El atardecer es hermoso y melancólico. A través de las ramas desnudas y retorcidas de los árboles contemplamos un cielo anaranjado porque está muriendo el día. Es el momento para creer en la magia y la ilusión que perdimos, en alguna parte del camino.
Noche de brujas, de conjuros y hechizos donde podemos echar a volar nuestra imaginación creando disfraces locos para los niños y recetas de cocina horripilantes. Halloween es tendencia en la red, hay miles de vídeos de manualidades y decoraciones propias de estas fechas y en los comercios hay una gran oferta de chucherías con esa temática. También es preludio de otra fiesta bien distinta, la del Día de los Fieles Difuntos.
En Méjico (conocida como Día de Muertos) no la celebran de modo trágico y doloroso sino como un dulce recuerdo de los que ya no están. De ahí la bonita tradición mejicana de honrar a los difuntos con pequeños altares en los que los familiares colocan flores naranjas (cempasúchil), papel picado, fotos y ofrendas, rezan por sus almas y piden que les protejan desde el más allá.
Es de agradecer a Disney, con su fantástica película animada Coco (2017), el esfuerzo por intentar acercarnos a otras culturas y tradiciones, y la idea que se inculca a los niños de que, mientras recordemos con cariño a los seres queridos que se fueron, siempre seguirán viviendo en nosotros.
Anterior a ésta es El libro de la vida (2014), otra película de animación dirigida por Jorge Gutiérrez y nominada al Globo de Oro como mejor película animada. Es también ideal para verla con los niños, porque, además de estar ambientada en el Día de los Muertos mejicano, no sólo nos enseña tradiciones y leyendas del país, sino también valores importantes como luchar por lo que queremos sin importar lo que piensen los demás y enfrentarse a los propios miedos. Nos muestra que el valor de un verdadero héroe está en poseer un corazón de oro y no en el reconocimiento o las medallas que haya conseguido.
Ante este mundo convulso, no está de más evadirse y descansar un poco, ya sea con una película interesante o detrás de un buen disfraz. Aprovechad y disfrutad, porque estos días pasarán y no volverán, como las hojas de otoño barridas por el viento.
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