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Una imagen relativa a la sanidad. / SHUTTERSTOCK

Cartas al director

La salud no es un lujo

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De todos es bien sabido que, cuando alguien trabaja para una empresa ejecutando un cargo, esta empresa le hace firmar un acuerdo de exclusividad para que dicho trabajador no pueda ejercer el mismo empleo para otra empresa. Lamentablemente, no sucede así con el sector médico

Los facultativos pueden efectuar la misma labor simultáneamente como funcionario y como médico privado. Esto, en mi opinión, es lo que provoca que la sanidad pública vaya en detrimento del usuario, ya que se juega con la paciencia del paciente, quien, harto de tanto dolor físico y moral al sentirse vapuleado, decide ir a un profesional privado, que no es otro que el mismo que le tendría que haber atendido en la pública.

¿No será que existen acuerdos por debajo de la mesa para que el dinero público llegue a las empresas privadas para las que trabajan estos médicos que hacen dobletes? ¿No será que a unos y a otros les interesa coger dinero a toda costa aprovechándose de las personas económicamente menos favorecidas? Porque, si piensan que la gente se puede permitir consultas privadas, primero que hagan un estudio exhaustivo de quién puede costearse una atención médica y quién no. Los que puedan, por supuesto, que la paguen, aunque no le quiten su parte de impuestos. A los que no podemos, que se nos ayude, que en última instancia somos los curritos mal pagados que levantamos el país.

Seguramente tengamos que replantearnos remunerar bien a nuestros profesionales y exigirles dicha exclusividad para con su puesto de trabajo

Por otra parte, no se debe permitir que nadie juegue a enriquecerse con la salud de las personas. La salud no es un lujo, es un derecho humano. El que elige ser médico así lo jura. Seguramente tengamos que replantearnos remunerar bien a nuestros profesionales y exigirles dicha exclusividad para con su puesto de trabajo. Pero claro, así no cabría ni río revuelto ni ganancia de pescadores.

Silvia Roldán (Sevilla)


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Un comentario

  1. Palmira

    《Mucha muerte》- Max Aub.

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