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Un belén.

Opinión, Religión

La Navidad y su verdadero significado

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Con la llegada del Black Friday, parece que se dio el pistoletazo de salida y se comienza a anunciar por todas partes la inminente llegada de la Navidad. Algunas ciudades ya se adelantaron a esa fecha con bonitas iluminaciones en sus calles, aunque en general con muchas figuras geométricas y escasos motivos realmente navideños

La verdad es que son unas fiestas en las que ciudades y pueblos se engalanan y están preciosos, predomina la alegría, los buenos deseos, las felicitaciones, el optimismo, los regalos, las reuniones familiares y de amigos, acompañadas de exquisiteces culinarias y regadas con las mejores bebidas que nos podamos permitir.

Para los niños, son una delicia especial, tienen vacaciones y además regalos de toda la parentela. Todos disfrutamos viendo a nuestros pequeños y ellos más. Para los mayores, también existe un toque de nostalgia, al echar de menos a los seres queridos que ya no están con nosotros. Finalmente, los que peor lo pasan son las personas que, por la circunstancia que sea, están solas, por carecer de familia, de amigos o de ambos, situaciones que, en ocasiones, se agravan si además sus medios económicos son insuficientes.

Pero lo que me llama la atención es que pocos piensan en lo que se celebra en Navidad. La fiesta se ha paganizado. En Occidente nos estamos olvidando de nuestras raíces cristianas y adoramos a demasiados ídolos que se materializan en los grandes almacenes, restaurantes, regalos y dinero, pensando que así podemos comprar la felicidad. Confundiendo con frecuencia la felicidad con el placer momentáneo. Nuestra presidenta de la Comunidad Europea, Úrsula von der Leyen, se ha limitado a desear Felices Fiestas de forma oficial y ni menciona la palabra Navidad. Después, nos hemos enterado que el Comisariado de Igualdad de la Unión Europea había confeccionado un documento interno, titulado Unión por la Igualdad, con directrices para «la comunicación integrada», todo supuestamente para no herir susceptibilidades de no creyentes. El documento, que entre otras muchas cosas, recomendaba suprimir la palabra Navidad, ha levantado tal polémica a nivel internacional, que se ha retirado por ahora, con la intención de mejorarlo. A mí no me molesta en absoluto que los musulmanes usen la palabra Ramadán o los judíos usen Hanukkah para algunas de sus fiestas. ¿Realmente hay alguien que se molesta por oír o leer Navidad? No lo entiendo. Pero volvamos a lo que celebramos.

La Navidad conmemora el nacimiento hace más de 2000 años de Jesús (Cristo), el fundador del cristianismo, movimiento del que surgió la cultura europea, las universidades, desde Oxford a Salamanca, pasando por París y muchas más, el primer hospital del que se tiene conocimiento, fundado por San Basilio de Cesarea en el año 369, fue cristiano y la ciencia moderna tal y como la conocemos y la democracia se originaron en sociedades de raíces cristianas.

Me voy a centrar un poco en Jesús, mencionando dos posturas frecuentes:

  1. Este personaje según algunos detractores, no es más que un mito, un invento de sus seguidores y nunca existió. Sobre este particular, indicar que además de ser mencionado por los cuatro evangelistas y Pablo, personas que han sido examinadas de forma exhaustiva y crítica por numerosos investigadores, superando ampliamente todas las pruebas para ser considerados historiadores fiables, también ha sido citado por otros, incluso enemigos del cristianismo, lo que le da un sello adicional de autenticidad. En este sentido, puedo citar a Plinio el Joven, Tácito, Suetonio, Luciano de Samosata, Mara Bar Serapión, Talo, Sexto Julio Africano, Flavio Josefo, Filón de Alejandría, Talmud, etcétera. Hay más bibliografía antigua sobre Jesús, que sobre Augusto, el emperador romano en el momento de su nacimiento en Belén, y que sobre Tiberio, el emperador en el momento de su crucifixión y muerte. Se da la circunstancia de que Jesús de Nazaret es el personaje histórico antiguo mejor documentado en el mundo. Ningún intelectual medianamente informado duda en la actualidad de su existencia.
  2. Con frecuencia oigo sobre Jesús lo siguiente: sí, yo creo que existió y fue un tipo especial, digno de admirar, pero no es Dios. Respecto a este punto de vista, voy a recordar lo que decía C. S. Lewis, medievalista, escritor y académico de la Universidad de Oxford: Afirmar que Jesús (Cristo) puede ser considerado un gran maestro y líder moral, algo aceptado por muchos ateos, es muy contradictorio e inconsistente desde un punto de vista puramente material y racional. Un hombre que dijera las cosas que dijo Jesús, se autodenominó hijo de Dios, afirmó su divinidad, ser el Mesías, se le consideraría un lunático, un loco total. Alguien que dice en serio que es Napoleón, o el Cid, terminaría en un manicomio. Si se atreviera a decir que es Dios, no sólo iría al frenopático, además nadie le prestaría atención, salvo que realmente lo pudiera demostrar con hechos. ¿Quién fue Jesús? ¿Un mentiroso? ¿Alguien que hizo ciertas reivindicaciones personales falsas para conseguir poder y gloria? ¿Se le puede considerar un loco que pensaba era El Hijo de Dios?

Voy a citar la opinión sobre Jesús de Napoleón y la de un médico del primer tercio del pasado siglo:

Napoleón no demostró en su vida una inclinación marcada por el comportamiento religioso, pero no tenía un pelo de tonto y sabía valorar a la gente. Fiándome de su perspicacia, transmito lo que escribió sobre Jesús: «Conozco a los hombres y Jesucristo no es un simple hombre. No hay comparación entre Él y cualquier otra persona en el mundo. Alejandro, César y yo hemos fundado imperios. Pero, ¿en qué se basaba la creación de nuestros logros? Sobre la fuerza. Jesucristo fundó su imperio en el amor y, en este momento, millones de hombres morirían por Él».

El legado de un hombre solitario

El Dr. James Allan Francis escribió un poema en 1926, titulado One Solitary Life, que traduzco y resumo: «Si nos ceñimos a los Evangelios, Cristo nació de una familia pobre, en un pesebre en una aldea perdida, hijo de una campesina; creció en otro pueblo pequeño, trabajando en una carpintería hasta los 30; nunca fue a un colegio ni a la universidad; nunca tuvo una casa; durante tres años fue un predicador itinerante; jamás escribió un libro; nunca visitó una de las grandes ciudades de su época; las autoridades religiosas de su tierra no creían en él; no tenía credenciales para lograr el éxito; tenía sólo 33 años cuando murió; sus amigos lo negaron y abandonaron en el último momento; fue entregado a sus enemigos, condenado a muerte, torturado y crucificado entre dos ladrones; su única herencia fue su ropa y se la jugaron sus verdugos, lo sepultaron en una tumba que no era suya. Curiosamente, 2000 años después, es la figura central de la humanidad y el líder de una buena parte de la misma. Todos los reyes juntos y sus ejércitos no han tenido tanta influencia como la de esta vida solitaria«. No está mal, para un pobre chico de aldea, ¿es eso normal o tiene la pinta de ser algo muy especial? Usted decide.

Les invito a informarse y meditar un poco sobre la Navidad y su protagonista principal. Repartamos en estas Fiestas algo del amor que Él predicó y practicó con todo el mundo.

Feliz Navidad a todos y, de forma especial, a aquellos con los que discrepo.


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5 comentarios

  1. Angeles Suarez

    Lo que el hombre necesita, desea y no puede lograr, es para Feuerbach lo que el hombre proyecta en Dios. “La palabra Dios tiene peso, seriedad y sentido inmanente en boca de la necesidad, la miseria y la privación”. Los hombres que sufren son los que han creado a Dios, no son, como piensan muchos, los gobernantes o los sacerdotes, éstos lo que hacen es valerse de él. “Dios es el eco de nuestro grito de dolor”. “La conciencia de Dios no es más que la conciencia de la especie”. Para Feuerbach, Dios es producto del hombre que se vuelve ajeno a su productor y lo domina, causando una enajenación en la conciencia humana, entendiendo como enajenación el sentido preciso de la palabra, algo ajeno al ser humano que él mismo ya no controla, situación cuya provocación, sin embargo, puede solucionarse con la actuación misma de la conciencia.

    En “El ateísmo como visión positiva”, Feuerbach habla de deseos que en realidad el hombre no desea satisfacer y que es un error suponer su satisfacción porque no son deseos reales y sólo tienen valor para su imaginación. La satisfacción de ellos sería para el hombre una amarga decepción. Si se llegara a satisfacer el deseo de vida eterna, el hombre se mantendría tan hartado de vivir que hasta anhelaría la muerte. Lo que simplemente quiere el hombre es evitar una muerte prematura y violenta o espantosa. Al final nos cansamos de todo, incluso de la vida, y llega un momento en que deseamos la muerte. Por lo tanto no hay nada aterrador en una muerte normal, la muerte natural de una persona que ha cumplido consigo misma y vivió su vida. Igual que el deseo de la vida eterna, los deseos de perfección y conocimiento absoluto, también son sólo deseos imaginarios. La historia y la experiencia diaria demuestran que la supuesta lucha humana por el conocimiento ilimitado y la perfección son un mito; el hombre no tiene deseo de saberlo todo, él sólo quiere conocer las cosas a las que está particularmente proyectado.

    En “La esencia de la religión”, Feuerbach dice que si Dios satisficiera o realizara los deseos humanos de felicidad, perfección e inmortalidad, se podría deducir que privar de Dios al hombre sería destrozar su corazón; por ello Feuerbach impugna las premisas por las cuales la religión y la teología deducen la necesidad y la existencia de Dios, o de la inmortalidad, que es la misma cosa, y sostiene que los deseos que sólo se satisfacen en la imaginación, o los que se deducen de la existencia de un ser imaginario, son deseos imaginarios y no los reales del corazón humano; sostiene que las limitaciones que anula la imaginación religiosa con la idea de Dios o de inmortalidad, son determinaciones necesarias de la esencia humana y no pueden ser disociadas de ella, por lo tanto no hay más limitaciones que las existentes en la imaginación humana.

    Dice que el cristianismo se fijó el objetivo de cumplir con deseos humanos inalcanzables, lo cual hace ignorar los deseos alcanzables. La promesa de vida eterna priva al ser humano de la vida temporal. Enseñar a confiar en la ayuda de Dios le quita al humano la confianza en sus propias fuerzas; infundirle fe por una vida mejor en el cielo, destruye su fe tanto en la posibilidad de una vida mejor en la tierra, como la fe que requiere en sí mismo para lograrla. El cristianismo, al dar deseos para que la imaginación desee, no da lo que él ser humano desea real y verdaderamente.

    No era la idea de Feuerbach la especulación sobre la realidad a partir de la negación de Dios, ni ser un crítico de la religión; su motivación era la comprensión del ser humano y de las cosas, con la preeminencia de los sentidos sobre la razón, y con la idea esencial de la alienación humana resultante de la renuncia a su autonomía y a sus posibilidades ante el poder ilusorio cedido a la divinidad. Por ello consideraba que se debía denunciar a la religión como indicio de malestar humano. El sentido de luchar contra la religión resultaba para Feuerbach de comprender la miseria humana que implica la necesidad de consuelo.

    Feuerbach.

  2. Mariano Urdiales

    En primer lugar dar las gracias a doña Ángeles por su comentario y recordarnos a ese filósofo. Ludwig Feuerbach fue un icono del ateísmo en el siglo XIX y ejerció una influencia considerable en pensadores famosos cómo Marx, Engels, el mismísimo Nietzsche, Freud y en los ideólogos del nazismo, incluido Hitler. Sí, es un hecho, que los dos sistemas totalitarios y asesinos del siglo XX, tienen sus raíces en el ateísmo.
    Yo no comparto la ideología de Feuerbach. Sólo mencionaré una afirmación suya, transcrita por doña Ángeles:”Los hombres que sufren sin los que han creado a Dios”, no serían ni Feuerbach ni Nietzsche que se consideraban ateos y tuvieron vidas complicadas, poco felices y sufridas los que crean a Dios. En mi experiencia personal, en situaciones límites, siempre he visto más alegres a los creyentes que a los ateos. En nuestra pasada guerra civil, muchos creyentes perdonaron a sus verdugos en el momento de la muerte, algo que no me consta hicieran los ateos. No es cierto que los creyentes sean sufridores amargados y entonces proyecten sus deficiencias inventando a Dios. Veo más amargados en el sufrimiento a los no creyentes. En cualquier caso, que yo no comparta el pensamiento de Feuerbach tiene poca importancia, pero tampoco lo han compartido otros pensadores y filósofos de la talla de Donoso Cortés de su misma época, ni más recientemente Sean McDowell, Alvin Plantinga, Richard Swinbourne, Anthony DeStefano, J. H. Newman, G. J. Chesterton, Peter Kreeft, Alasdair Macintyre, Keith Ward o el conocido Anthony Flew profesor de filosofía y quizás el ateo más famoso en el siglo XX y que con los avances científicos en el estudio del DNA del proyecto mundial de descodificar el genoma humano, cambio de forma de pensar y se hizo creyente, al igual que el Dr Collins, director de dicho estudio y también ateo, pero ante la complejidad de lo que se encontró, se ha hecho creyente y cristiano. Conclusión, Feuerbach no tiene la última palabra sobre el tema De Dios, ni el monopolio de la verdad.
    En cualquier caso, yo sólo escribí unas líneas sobre la historicidad de Jesús, su vida y su influencia en occidente y en la celebración de la Navidad. Sobre ese particular, su comentario no dice nada, lo que me alegra, ya que quizàs comparte mi punto de vista o no tiene mejores argumentos para refutarlo.
    Estando a 24 de diciembre, día de Noche Buena, sólo me queda reiterarme en desearle una Feliz Navidad y que la concordia, la tolerancia, la paz y el amor inunden nuestros corazones.

  3. Angeles Suarez

    Muchas gracias por sus felicitaciones

    Estoy leyendo su artículo con la atención que se merece…
    No me ha pasado una información, que no me haya hecho pensar y reflexionar sobre el cristianismo y el ateísmo.

    Me llama la atención que Marx tenga tan mala fama a su juicio y, también Nietzsche.
    Otra cosa que me deja helada es su tesis de que el ateísmo dio origen a los mayores crímenes de la historia.
    Esto me hace pensar que no hemos escrito la historia objetivamente, puesto que no todos los muertos son tenidos en cuenta. Esto lo describe muy bien Judith Butler en Marcos de guerra.

    Otra cosa que quería comentar es que, la mayoría de los pensadores, “los que piensan”, “no los que son felices», no son cristianos, puesto que el cristianismo no se considera demostrado y es, por lo tanto, una cuestión de fe que no puede ser demostrada empíricamente.

    Si una persona es 100% cristiana, lo más posible es que no se cuestione nada porque ya todo está escrito. Entonces no hay nada que pensar, porque el pensamiento se lo dan ya hecho.

    El cristiano no puede opinar por el mundo porque es la religión la que opina por él.

    Y, bueno, aprovecho también para felicitarle el año nuevo ya que estamos a punto de darle la bienvenida.

    Espero seguir leyendo sus artículos, que me dan motivación para aprender y repasar.

  4. Un artículo muy poco objetivo e informado. La historicidad de Jesús es similar a la de Popeye. Ambos están basados en un personaje real (al menos el de Popeye, en el caso de Jesús es solo una cuestión de probabilidad, tampoco es seguro) sobre lo cual se han creado, inventado una serie de historias. Pero ni el Jesús original caminó sobre el agua, ni dijo los sermones que aparecen en la Biblia ni el marino original adquiría superpoderes al comer espinacas. Cuando los historiadores dicen «Jesús realmente existió» están por lo tanto llevando al engaño. No es cierto que el Jesús de la Biblia, tal como se le describe, existiera. Probablemente existió alguien (de hecho en esa época existieron muchos personajes similares) que dió lugar a un movimiento y un género literario.

    Y es cuanto a la Navidad, en su principio fue una guerra contra la Saturnalia y los festejos paganos de Roma. Que ahora se quejen algunos de la «guerra contra la Navidad» es bastante gracioso.

  5. Mariano Urdiales

    Algunas reflexiones sobre los dos últimos comentarios:
    A) Al Comentario de Dª Ángeles Suárez:
    1- Dice: «El cristianismo no puede ser demostrado empíricamente». Eso es una obviedad, igual que el ateísmo no puede ser demostrado empíricamente.
    2-Presupone que un cristiano no razona ni tiene necesidad de razonar, ya que usando sus palabras: «el pensamiento se lo dan ya hecho». El mismo argumento simplista se puede aplicar a los no creyentes o ateos al 100%, su «fe ciega» en el materialismo, en el cientifismo o en ambos, ya le dan en sus propias palabras «el pensamiento hecho». Yo le tengo mucho respeto a los ateos serios y jamás se me ocurriría insinuar que no piensan ni razonan. Muchos científicos son creyentes y Premios Nobel, ¿no razonan ni piensan?, con el argumento de «peso» de discrepar con usted, ¿es eso razonable?.
    3-Dice usted: «Otra cosa que me deja helada es su tesis de que el ateísmo dio origen a los peores crímenes de la historia», eso lo ha escrito usted y no lo discutiré. Yo nunca escribí eso en mi artículo, en mi respuesta a su primer comentario, sí manifesté y lo mantengo: «los dos sistemas totalitarios y asesinos del siglo XX tienen sus raíces en el ateísmo», lo que es una verdad incuestionable.
    B) Al comentario de D. Mikel:
    1- Comienza descalificando, escribe: «un artículo muy poco objetivo e informado». Es su afirmación y ya está, es una opinión suya, ¿basada en qué?. Yo di datos y no sé si refuta sólo a Napoleón, Tácito y Josefo, o a todos o a ninguno. No aporta nada, luego deduzco que no refuta a ninguno.
    2- Según usted, «la historicidad de Jesús es similar a la de Popeye», una afirmación que me parece de una frivolidad total y un desprecio absoluto por los cristianos. No conozco a nadie que crea en Popeye, ¿conoce usted a alguien para hacer semejante comparación?, ¿sabe de algún testigo de Popeye, que haya dado la vida por defender lo que vio con Popeye y sus espinacas?, en el caso de Jesús sí y no se puede despachar ese testimonio con la simpleza de que los hombres de aquel tiempo eran ignorantes y vieron alucinaciones, las alucinaciones no funcionan así. El dar la vida es el máximo testimonio que alguien puede dar y tampoco se puede comparar con los suicidas islámicos, que sí pueden estar convencidos de lo que creen, pero los testigos de Jesús, defendían lo que vieron, que es muy diferente. Un tema complicado, que no se puede tratar en sólo unas líneas, ni descartar de forma displicente con una opinión no fundamentada.
    3- Dice usted: «probablemente existió alguien que dio lugar a un movimiento y un género literario», si duda de su existencia y piensa que el cristianismo es un género literario, tiene usted un gran problema para apreciar la realidad y las evidencias históricas. Usted mismo se define.
    4- Según usted: «en esa época existían muchos personajes similares», ¿similares a Jesús, con su repercusión en la historia posterior?, pues no ha mencionado a ninguno. No tendrá la osadía de compararlo con Apolonio de Tiana o Simón el Mago, personas que existieron y nada han influido en nuestra sociedad o con invenciones míticas del tipo de Mitra, Dionisio u Osiris.
    5- Para terminar, menciona usted una supuesta «guerra contra la Saturnalia» no hubo una guerra. Sólo recordarle, que el emperador Aureliano en el año 274 d.C y Juliano el Apóstata en el 326 d.C. son los que fijaron la fecha del 25 de diciembre (solsticio de invierno), para celebrar la festividad del Sol Invictus. Estamos hablando de más de dos siglos y medio después del nacimiento de Jesús.
    En cualquier caso, en los últimos casi 20 siglos, si bien no sabemos exactamente el día en que Jesús nació, en Occidente se viene celebrando la Navidad, usted, quizás prefiere celebrar las fiestas paganas romanas, hágalo, yo jamás se lo impediré, pero yo prefiero celebrar la Navidad y la seguiré reivindicando, en mi derecho a defender mi libertad y mis creencias.

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