El día en que el ungido ‘Juanmamo I’ fue al templo de Isis para rogar a la diosa por la gran inundación del Nilo, hacía cinco largos años que las manos de la sequía se habían apoderado del país
Los almacenes reales estaban vacíos de grano, el pueblo pasaba hambre, miles de ellos morían en las calles de Tebas sin atención alguna. Las epidemias hicieron su aparición como una maldición del dios Seth.
La madre de Horus, la esposa de Osiris, había decidido retirarse a vivir sola antes de la primera catarata, más allá de la isla de Elefantina, el último nomo del país que estaba lleno de nubios por aquella fecha. Estos habían construido poblados de barro y caña brava cerca del templo de la Gran Madre, a que le rendían una veneración que se perdía en la memoria de los tiempos. También eran anárquicos, no en vano uno de los suyos había gobernado el alto y el bajo Egipto antes de que la peste asiria tomara el país y saqueara los templos.
El sufrimiento del pueblo
Pero eran tiempos de hambruna. Los dioses estaban castigando a los impíos y a los ateos que estaban devorando el corazón del pueblo. Eran un cáncer que se extendía como una maldición por todo el país. La memoria de los dioses recordaba que las oraciones habían decaído estos años de sequía, que los padres olvidaban a sus hijos y a sus esposas mientras consumían una cerveza que se terminaba porque las últimas cosechas se las quedaron en Tebas para el templo donde habitaban más de treinta mil sacerdotes con sus familias.
El pueblo, ante el vacío de poder tras la muerte del último hijo de Horus en el trono, decidió dar el trono a Juanmamo I, que fue el elegido para terminar con la maldición de los dioses, para dar alimento a su pueblo. El nuevo Horus viviente tenía un pasado desconocido, oscuro. Se sabe por los textos sagrados que fue tabernero en su juventud y que estudió en los templos el protocolo de palacio para servir de funcionario en la corte. Así entró a servir como segundo portador del estandarte real y, de ahí, pasó a copero real, pues nadie estaba más cerca del trono que el que servía el vino y la cerveza al Horus vivo.
‘Juanmamo’ elegido como gobernante
Juanmamo creció en poder y en influencia. Incluso llegó a nomarca de las bocas del Nilo. Pero no tenía legitimidad porque no llevaba sangre real. Por ello, obtuvo matrimonio con una de las hijas de su señor. Luego fue nombrado regente cuando el padre de todos enfermó y, finalmente, por el dedo de Dios se hizo hijo de Horus a los ojos del pueblo. El gran Amón descendió de los cielos para coronarlo y ungirlo con el aceite de los cielos. Su nombre fue añadido a la lista de aquellos que tenían el derecho divino para gobernar el alto y el bajo Egipto.
Pero su llegada al poder coincidió con la mayor sequía que recordaban en el país del Nilo. La crecida anual apenas llegó durante sus primeros años en el trono. Los nilómetros estaban llenos de arena y secos. Parecía que una maldición divina señalaba su reinado. A ello se unió la peste, el hambre y las plagas. Lo poco que se cultivaba era devorado por la langosta. Hacía siglos que esta plaga no llegaba desde del cielo. Los hombres ni la recordaban. Pero hasta hubo plagas de moscas y, en verano, de mosquitos que propagaron las fiebres y la muerte.
La petición de lluvia a la madre de todos
Juanmamo I no quería que su reinado estuviera marcado en la mente de su pueblo por los siglos como el peor de toda la historia desde Narmer. Así que bajó desde Tebas con toda su corte hasta el templo de Isis, la maga, la todopoderosa esposa de Osiris, la madre de Horus. Como él mismo era el Horus viviente, fue a rogar a su madre. El templo estaba en una isla. La comitiva real llegó al amanecer, cuando el alba rompía las costillas de la noche. El gran sacerdote lo esperaba con incienso perfumando el aire.
Se desnudó por completo al llegar a la orilla y caminó hasta el altar donde se quemaba el incienso del país del Punt. Allí fue untado de aceite sagrado desde el pelo hasta la punta de los pies. Luego fue llevado a lo más profundo del templo de la madre de todos. Allí se postró y empezó la letanía de oraciones para la gran maga. Pidió por la lluvia, por la inundación anual, por el fin del hambre y de las calamidades que azotaban al pueblo. Dos días con sus noches estuvo postrado allí, sin comer ni beber.
La diosa escuchó a su hijo Horus renacido y la lluvia empezó a llegar, primero como una bruma que todo lo empapaba, luego como un lento chirimiri, más tarde como un diluvio. Así estuvo durante cuarenta días y cuarenta noches. Los campos se inundaron, las cosechas se pudrieron. El país entero quedó bajo las aguas. Incluso ese año se suspendió en septiembre la procesión de Amón-Ra, Mut y Jonsu, que no era otra cosa que la ceremonia de la reencarnación. Desde la llegada de Akenatón al trono nunca se había suspendido la ceremonia de la reencarnación.
El fin del reinado de ‘Juanmamo‘
Ahora, desde su advenimiento a la corona del alto y del bajo Egipto, los augurios de Juanmamo I hablaban de malos presagios, de hambre y de plagas. La ceremonia de la lluvia había hecho más daño que la pertinaz sequía. Los campos impracticables, los almacenes anegados, la cosecha perdida. Nunca antes en la historia de los hijos de Horus ningún gobernante tuvo tanta inquina de los dioses como él.
En los registros que aún se conservan de Manetón está la descripción de esta época como la de Juanmamo I, el castigado por Isis. Nunca tras la ceremonia de la lluvia estuvo su reinado tranquilo y, tras siete años en el trono, los siete años de calamidades según está en los escritos, el pueblo se rebeló y lo expulsó del trono de la forma más ignominiosa. Su pueblo olvidó su nombre y su familia lo cambió para no ser recordados como los de la mala suerte.
Espectacular.
La historia se repite y el pueblo andaluz se levantará en armas contra el tirano
Espero pronto ese final para poder unirme a la lucha y expulsión del trono… pero, ¿cómo conoceremos a un digno sustituto de Juanmamo?
Si todos pasamos un examen o entrevista para un puesto de trabajo por qué los gobernantes no se someten al mismo requisito, pienso muchas veces que sicologicamente no están bien pues parecen tiranos o desmemoriados
Otro vendido a la Agenda 2030 satánica y genocida.👹👿💩💩🤢🤢🤮🤮
Si tuviéramos más cultura no nos engañarían tan fácilmente. Por eso han hecho hincapié a conciencia en destrozar la educación.