Un informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad arroja datos preocupantes: un 44,6% de estudiantes aseguró que el uso de estas tecnologías les quita tiempo que podrían emplear en el estudio y el 17% utiliza dispositivos digitales para distraerse en clase. Asimismo, un 22,5% de adolescentes ha reducido considerablemente el tiempo dedicado a otras actividades que no requieren dispositivos tecnológicos
El Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (Ontsi), órgano colegiado de carácter consultivo de la entidad Red.es, adscrita al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a través de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, junto con el programa Digital Future Society presentan el informe Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes. Pertenece a la colección Policy Brief, se ha elaborado con la colaboración de personas expertas en la materia y nace con la intención de poner en relieve los beneficios y riesgos de una forma de comunicación y de convivencia, con incidencia en las consecuencias de estos años de pandemia y postpandemia.
El informe pone de manifiesto el incremento de los problemas de salud mental en los últimos años, especialmente como consecuencia de la pandemia sanitaria. Un momento que ayudó a impulsar y extender el uso de las tecnologías digitales y la conexión a través de internet y las redes para ámbitos como el trabajo o la formación, pero también tuvo un gran impacto en el bienestar emocional de personas de todas las edades especialmente en jóvenes y menores.
En el ámbito de la educación, diversos estudios han tratado la relación entre un uso inapropiado de las tecnologías digitales y su efecto en el desempeño académico. Por ejemplo, una investigación con estudiantes universitarios estadounidenses desveló que un mayor uso diario del teléfono móvil aumentaba la probabilidad de tener una media de notas inferior a aquellos estudiantes que utilizaban el teléfono móvil con menor frecuencia.
En España, un estudio sobre los hábitos de uso y el uso problemático de las tecnologías digitales realizado con estudiantes adolescentes de entre 12 y 17 años analizó algunas consecuencias negativas del uso de las tecnologías digitales en diferentes ámbitos de la vida. Todos estos comportamientos también repercuten negativamente en la salud mental, pues refuerzan trastornos como la ansiedad o la depresión.
Un 26% de los chavales pasa bastante o mucho tiempo solo
En el ámbito académico, un 44,6% de estudiantes aseguró que el uso de estas tecnologías les quita tiempo que podrían emplear en el estudio y el 17% utiliza dispositivos digitales para distraerse en clase. Asimismo, un 22,5% de adolescentes ha reducido considerablemente el tiempo dedicado a otras actividades que no requieren dispositivos tecnológicos. Por ejemplo, el deporte, que es practicado menos por quienes más dependencia de la tecnología tienen. Y el 12,9% ha reducido mucho o bastante el tiempo dedicado a salidas culturales debido al uso de estas tecnologías.
En el ámbito de las relaciones sociales, un 9,4% de los jóvenes afirma haber recortado el tiempo que pasa presencialmente con sus amistades, mientras que un 26% pasa bastante o mucho tiempo solo desde que usa dispositivos tecnológicos.
Otro estudio con estudiantes universitarios de Estonia expuso la correlación entre la procrastinación y el uso problemático de las redes sociales. Este mismo estudio recoge que los estudiantes que tienden a procrastinar usan más las redes sociales durante las clases (aunque, según Unicef, solo un 7% del alumnado lo usa en clases con fines no académicos), lo que influiría en el desarrollo de un uso problemático de estas herramientas (acoso, difusión de bulos, etcétera)
Si el uso es racional, puede tener efectos positivos
En general, el estudio señala que los beneficios superan a los riesgos para la mayor parte de la población, siempre y cuando se haga un buen uso de la tecnología. De hecho, se han documentado numerosos efectos positivos del uso de redes sociales sobre la salud mental de niños, adolescentes y jóvenes que tienen que ver con sentir mayor aceptación (58%), expresar mejor su lado creativo (71%) o estar más conectados con lo que sucede en la vida de sus amistades (80%).
Pero el informe también hace un análisis de las repercusiones directas que tienen la exposición a las pantallas en la salud física y mental.
El informe señala que, a partir de los 12 años, existe riesgo de hacer uso compulsivo de internet y redes sociales. Así, un 11,3% de la población usuaria de entre 15 y 24 años está en riesgo elevado y la cifra asciende al 33% entre la franja de los 12 a los 16 años.
Este uso indebido, cuyos síntomas pueden ser la necesidad de uso creciente, el síndrome de abstinencia o una interferencia en otras facetas de la vida, puede afectar en distinto grado en diferentes ámbitos. Por ejemplo, puede afectar negativamente al rendimiento de las personas en el puesto de trabajo.
Todo esto está provocando un aumento de soledad y falta de socialización. Estos problemas se agravaron durante el confinamiento, cuando se vivió aislamiento social y se redujeron los planes de ocio, provocando angustia, ansiedad y depresión.
Entre los fenómenos que encontramos detrás de estas cifras está el conocido como síndrome FOMO, es decir, el miedo a perderse algo. Este síndrome produce angustia o preocupación por ausentarse de internet y las redes sociales o perderse alguna experiencia que otras personas, como familiares o amistades, podrían estar disfrutando.
Políticas y programas para la prevención
Recientemente se han puesto en marcha diversas estrategias en nuestro país para mejorar la salud mental de la ciudadanía, con prioridad en la población adolescente y juvenil. Entre las iniciativas, encontramos la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud y del Plan de Acción de Salud Mental 2022-2024.
Entre las recomendaciones para prevenir el uso abusivo de las pantallas, se encuentra fomentar la concienciación, considerar el control parental, formar a familias y centros escolares en la adquisición de competencias básicas o invertir más recursos para atender de forma adecuada a la población adolescente y juvenil que lo sufre.
Pueden consultar el informe completo del Ontsi a continuación:
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