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juan de lepe

Juan de Lepe, 'el pequeño rey de Inglaterra'.

Historia, Opinión

El lepero que llegó a ser rey de Inglaterra

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No, no es un chiste y, aunque parezca mentira, entre los monarcas de la Casa de Wessex, los Plantagenet, los Tudor, los Estuardo y los Windsor figura una persona que, sin una gota de sangre azul y originaria del, por entonces, modesto pueblo onubense de Lepe, se convirtió en legítimo rey de Inglaterra a finales del siglo XV

El protagonista de esta historia no es otro que Juan de Lepe, un marinero nacido a mediados del siglo XV en un hogar humilde que se estableció años después en la adusta corte de Enrique VII, el cual supo apreciar el desparpajo e ingenio del lepero y le convirtió en su bufón personal pero, además, en su confidente y amigo.

¿Y cómo un marinero extranjero se convirtió en rey de Inglaterra? Pues gracias a cómo suceden varias cosas, transcendentales o no, en la historia… por una apuesta. Si (según algunos historiadores) Marco Polo marchó a China tras apostar en una partida de dados contra su tío Maffeo y el aventurero noruego Thor Heyerdahl realizó su mítica expedición con la balsa Kon-Tiki para probar su teoría de que los indígenas de la isla de Fatu Hiva (en las islas Marquesas, en la Polinesia francesa) tenían orígenes sudamericanos y ganar varias apuestas contra antropólogos rivales que le tildaron como loco, a Juan de Lepe una apuesta también sería el motivo de su dicha.

Y es que, según narran las crónicas de la época, Enrique VII pasaba buena parte de su tiempo libre jugando al ajedrez y a los naipes tanto que se consideraba un experto jugador en ambos menesteres. Sabedor de tal tesitura, Juan de Lepe retó al monarca inglés a que, a pesar de su real destreza, él podría ganarle a una partida doble de cartas y, con una seguridad en sí mismo henchida por el orgullo, aceptó el reto y se apostó el reino con todas sus rentas por un día.

El marinero onubense ganó la partida

El marinero onubense ganó la partida y, tal como prometió, Enrique VII le nombró rey durante 24 horas y le hizo rico al otorgarle todo lo que generó el reino en ese día. Los ingleses, quizás más divertidos que escandalizados, nombraron a Juan de Lepe como The Little King of England, que viene a ser en castellano El pequeño rey de Inglaterra.

A pesar de perder la apuesta y ceder su reinado por un día, Enrique VII conservó la amistad con el marino lepero y le brindó un hueco en su corte. Cuando el fundador de la dinastía Tudor pasó a mejor vida, Juan de Lepe decidió volver a casa y llegar a la Costa de la Luz con todas las riquezas obtenidas.

Juan de Lepe quiso que su hazaña en tierras británicas no cayera en el olvido y, para ello, donó parte de su fortuna al convento franciscano de Nuestra Señora de La Bella

Ya en su tierra natal, Juan de Lepe quiso que su hazaña en tierras británicas no cayera en el olvido y, para ello, donó parte de su fortuna al convento franciscano de Nuestra Señora de La Bella para que, a su muerte, fuera enterrado allí y su gesta quedase escrita en su lápida.

El expolio que vivió la Iglesia durante la invasión francesa a principios del siglo XIX hizo que esa lápida que rezaba «Juan de Lepe, nacido de baja estirpe del dicho pueblo de Lepe, el cual como fuese favorito de Enrique VII rey de Inglaterra con él comiese muchas veces y aun jugase, sucedió que cierto día ganó al rey las rentas y la jurisdicción de todo el reino por un día natural» se perdiera, por lo que la localidad lepera tuvo a bien dedicar una calle en el casco histórico al, por el momento (mientras que no se confirme la teoría de que Rodrigo de Triana, el marinero que avistó América el 12 de octubre de 1492, era un vecino de Lepe llamado Rodrigo Pérez de Acevedo) a su vecino más ilustre.


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