Lilith Verstrynge renunció la semana pasada a su acta de diputada y, con ello, abandona la política activa. La noticia ha pasado sin pena ni gloria, como no podía ser de otra manera. A nadie le ha importado que haya dejado esa ocupación porque eran muy pocos los que eran conscientes de que la ejercía
Lilith, política y pelirroja. Se dice que los que tienen el pelo de este color carecen de alma. Un servidor podría dar fe de ello, pues estuvo enamorado un tiempo de una mujer con ese tipo de cabellera y no fui correspondido. En el caso de Lilith además se ha dedicado a la política hasta hace pocos días, por lo que lo estaría reafirmando con sus hechos. La cabeza de un político está tan endemoniada que por algún lado tiene que explotar hasta dejarlo todo perdido. A ese pelo ensangrentado se agarran los muchos demonios internos que todos los que ejercen esa actividad poseen (o están poseídos por ellos).
Se dice que Lilith fue la primera mujer, incluso por delante de Eva. Se niega a permanecer en el Paraíso, sumisa y obediente. Así que se escapa y comparte su cuerpo con los súbditos de Lucifer. Ella sería la primera mujer pecadora. Su tocaya decide no deshonrar el nombre y ejercer la profesión más pecaminosa. No hay sentimiento más lujurioso que el deseo apasionado por el poder.
Lilith Verstrynge se marcha de la misma manera que entró, sin hacer ruido, pero tampoco ha dejado ninguna música que den ganas de tararear. Una existencia vacía de contenido. Como si la sangre que manaba de sus cabellos le fuera quitando energía al resto de su ser.
Se hizo viral un mitin donde apenas con un hilillo de voz arengaba a los suyos de una manera en la que ella misma demostraba no creer en absoluto. Nada más desmotivador que meterse en el juego de la política. Solo se encuentran a gusto los demonios que pueden seguir llenando sus calderos con nuestros huesos.
Lilith abandona la política y no da las razones. No debe ser fácil renunciar a los más de 5.000 euros que se llevaba al mes, más el resto de privilegios. Eso hay que agradecérselo. Pero uno siempre piensa mal de estos seres endemoniados. Tanto hablar de la cosa pública y no se extrañen si ha encontrado el cobijo perfecto en la cosa privada. Pronto lo sabremos.
Lilith Verstrynge se fue y el mundo sigue como si continuara. Sus demonios fueron totalmente prescindibles. Ahora que ha conseguido sacarse el suyo, puede intentar recuperar su alma. Lo de que su pelo cambie de color lo veo más difícil. El amor no correspondido nunca es políticamente correcto. Y esto es una lección que ni ella ni yo deberíamos olvidar.
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