El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha revocado una sentencia de 1973: «La Constitución no confiere un derecho al aborto», han declarado estos días. En la Constitución española también se habla del derecho a la vida y a la integridad física y moral (artículo 15)
En Estados Unidos, cada Estado tiene la potestad de legislar al respecto. En España, la ley que está en vigor es de 2010. No se ha reformado la Constitución al respecto, sino que se ha despenalizado la práctica del aborto en algunos casos: durante las primeras 14 semanas del embarazo, la mujer podrá tomar una decisión libre e informada sobre la interrupción de su embarazo. Es distinto el derecho a hacer algo (en este caso, ir contra la vida) que la despenalización (como sabemos, a muchas mujeres se les hace gravoso un hijo en sus circunstancias).
Empezamos a ver los ecos de la actual sentencia estadounidense. Quien se pone en lugar de la madre, ve que puede ser muy duro en muchos casos tener un hijo. Quien se pone en lugar de la vida, ve que es importante reabrir un debate no ideológico sobre la protección de la vida. Hay muchos intereses, también económicos: la mayoría de las interrupciones de embarazo provocadas (el 86%, en España) se realizan en clínicas privadas a las que el sistema público deriva y, como sabemos, supone un buen negocio para esos centros. Pero, ¿se piensa en dar una educación sexual adecuada, una orientación personal para las jóvenes, en unas medidas legislativas para proteger la maternidad?
Necesitamos una clase política inteligente que, en lugar de buscar un endeudamiento exponencial del país, sepa crear condiciones de bienestar con un apoyo a las familias y un sistema de adopción más flexible para que esas madres puedan entregar al hijo si no lo quieren, pues sabemos que, quien quiere adoptar, tiene que ir lejos a buscar esos hijos.
España es el país del mundo con menos natalidad, con un porcentaje creciente de ancianos
No es solo el cuerpo de la madre, es algo más. Y es necesario el debate no ideológico sobre si es un ser humano destinado a nacer (genética y cromosómicamente diferente al ADN materno y paterno). Hemos hablado del derecho de la madre, y es necesario hacerlo. Pero, ¿no será también necesario en este debate hablar de los derechos del concebido? El feto tiene personalidad jurídica, derechos legales. Por ejemplo, puede recibir herencias.
Mi opinión es que, aunque sea legal, mejor es que no se elimine la vida en ningún caso, tampoco en el vientre de una madre. Abortar no es un acto médico como extirpar algo accesorio.
Contaba Robyn Bowen, una mujer de Washington, que le aconsejaron que abortara por su dependencia de la diálisis y medicamentos por tener los riñones mal, pero ella se negó… y salvó su vida por no abortar, pues, cuando estaba enferma de muerte, si no recibía un riñón compatible, le salió un donante muy especial. Veinte años después de su alumbramiento, su hijo se ofreció para donarle un riñón. Decía: «Tú no sabes lo que la vida de un niño puede lograr en el futuro… Él podría ser el presidente o tal vez podría encontrar la cura para el cáncer o algo así. Uno nunca sabe. Yo sólo pienso que todo niño debería tener una oportunidad».
Los casos de Celine Dion y Andrea Bocelli
En una sociedad utilitarista, el error es preguntarse en términos de ¿compensa o no compensa tener ese hijo?, cuando en realidad no sabemos nada de esa utilidad de futuro, pues el futuro aún no existe, solo existe el presente: hacer lo que es bueno hoy y mañana Dios dirá. Ya decía Kant que «no podemos usar a los demás como un medio, sino amarlos como un fin en sí mismos». Si no, la existencia es cosificada: como vemos en las guerras, como la actual invasión rusa a Ucrania.
La mayoría de las mujeres que abortan dicen que lo han hecho sometidas a presión. Curioso que se habla mucho de la libertad de esas mujeres y, en realidad, se las presiona. Por cierto, no conozco ninguna madre que se arrepienta de haber tenido a su hijo. Sí conozco muchas que han abortado y se arrepienten después de haberlo hecho. La cantante Celine Dion era el hijo 14º y su madre iba a abortar, pero gracias a un sacerdote no lo hizo y amó profundamente a esa criatura desde el minuto 0. También Andrea Bocelli cuenta cómo a su madre le recomendaron que abortara y él le está muy agradecido a su madre por no haber seguido ese consejo.
Las dificultades para muchas madres se agravan cuando el sistema les anima a abortar, pero no a proporcionarle los medios para tener la criatura, y poder encauzar esa vida de la mejor manera, por ejemplo en adopción. «Red madre» es una idea en este sentido. Decía hace poco Gerardo Mendoza en este periódico: «Si un país como el nuestro funcionase correctamente (permítanme el oxímoron), las instituciones públicas protegerían a las madres en general y a las madres solteras en particular, garantizando que la maternidad no les va a suponer en ningún caso un perjuicio ni en el plano social ni en el laboral ni en el educativo, etcétera. Al contrario, en un país cada vez más envejecido, sería sensato fomentar la maternidad desde las instituciones y celebrarla desde la sociedad.
Lo que no se puede es condenar a una persona a un callejón sin salida: usted no puede abortar, pero tampoco lo va a tener fácil para mantener su puesto de trabajo, para continuar su vida de estudiante, para salir con sus amigas, para dar a su hijo en adopción. Y además, la vamos a estigmatizar, vaya habituándose a ser señalada. Ya se ha dicho muchas veces y es de sobra sabido que ninguna mujer decide sonrientemente interrumpir su embarazo. Las presiones para hacerlo son en numerosísimos casos externas, prejuicios, problemas, proyectos a los que no se quiere renunciar o roles sociales que no se quieren asumir.
Una sociedad positiva, saludable, educada y con instituciones a la altura deberían no ya dejar atrás esos prejuicios y limitaciones, sino celebrar y premiar cada maternidad como el milagro y la fiesta que es, apoyando a cada futura madre. En estos momentos, el tiempo medio de espera para adopción es de 6 a 8 años. El número de padres que esperan poder adoptar ronda los 50.000, la sociedad envejece a pasos forzados… Y cada vez que una madre contempla abortar porque económicamente no puede permitirse mantener un hijo, en un universo paralelo se emite un nuevo certificado de inoperancia a nuestra sociedad.»
Si una madre tiene problemas como peligro por violencia doméstica, o que no conviene que tenga publicidad su maternidad, se la puede recoger en refugios donde se le den los medios adecuados para pasar esa situación: con un piso, una asignación para poder vivir, etc.
Si la mujer tuviera la prohibición de abortar, deberíamos aquí tratar del tema de política social y ver si las leyes tienen que ser éticas, pero debido a la despenalización del aborto, y a que objetivamente no hay presión para no abortar sino al revés, presiones para el aborto, pienso que hay que poner el acento en una política social que proteja a las mujeres que quieren tener el hijo, y darles una seguridad laboral y emocional para tenerlos.
No soy experto en política social, de ética sí que me gusta hablar. Sé que el político ha de valorar como escoger entre intereses contrarios, para ver lo mejor posible en cada momento. Por ejemplo, veo que se toman hoy medidas sociales económicas para el trabajo que me parece que se están dando pasos adelante, pero en este tema al revés, pienso que se protege la maternidad en el caso de algunos inmigrantes, pero no a las mujeres. El mismo «mínimo vital» se está negando a algunas jóvenes por motivos que no son muy comprensibles: con tanta burocracia todo funciona con protocolos, e informatizado, pero falta vida en esos trámites, no hay acompañamiento por parte de agentes sociales que faciliten la vida a esas mujeres y vean la oportunidad de esas ayudas, como tampoco veo leyes que amparen esas ayudas.
Sí, ya sé que en un debate tan grave, hay muchos matices, que no es sólo es derecho a la vida, hay otras variantes, otros derechos que colisionan y un tema social de salud: problemas de salud general como particulares (de malformaciones por ejemplo), además de que mil historias personales nos hablan de situaciones de embarazo con violencia, incesto, etc…, de aumento de la desigualdad… pero todo esto está ya muy considerado tanto en la legislación como también en la opinión pública, y pienso que hay que subrayar más el aspecto de la vida que también es real. ¿No será la causa de todo ello una falta de atención por parte de los poderes públicos, una indefensión de la mujer ante el embarazo, en el caso de que no tenga los recursos económicos, culturales, de valores, etc.? En el fondo pienso que la vida es como el sustrato para que puedan haber más cosas. Y hay que darles una oportunidad a esas vidas, para que nazcan en un entorno amigable.
La cosificación de nuestra existencia hace no se valoren las cosas que no se ven, y al pobre feto no se le ve, el don de la vida nos hace poner el foco en que hay que proteger la vida por encima de todo, y tener creatividad para resolver los problemas: originalidad en el modo de atender las cuestiones sin obligar, adaptación a las circunstancias del momento presente, y una actitud atenta para buscar una efectiva solución a los problemas, con visión de conjunto, sin cerrarse a una visión parcial y sesgada.
Y con visión crítica, pues pienso que la clave está en hacer cada momento lo que es justo, no proyectar los problemas en el mañana de un modo sesgado y a veces con cerrazón. Los países escandinavos y centroeuropeos ya han visto que un crecimiento negativo de la población no es buena política social y están pagando muy bien la condición de maternidad. Pero como «lo que más odia el rebaño es aquel que piensa de modo distinto; no es tanto la opinión en sí, sino la osadía de querer pensar por si mismo, algo que ellos no saben hacer» (Arthur Schopenhauer) es un tema complejo…
¿ Secula seculorum?… ¡¡Por favor!! Al igual que todo hombre no ha necesitado ser padre, no toda mujer necesita ser hembra. La especie se reproduce sola. Dejemos que se ocupen de «eso» los dioses del pasado.