Para los no duchos, la educación social, de manera muy resumida y simplificada, es una profesión de carácter pedagógico que promueve el derecho de toda persona a ser correctamente integrada en la sociedad. Y la política, pues todos sabemos lo que es
En estos tiempos de cambios, en los que los medios de comunicación y las redes sociales se inundan de noticias, bulos o fake news sobre política, se hace cada vez más importante, incluso transcendental, la formación y participación, en la medida que cada uno pueda, por parte de toda la sociedad, en política. Seas de la clase social que seas, tengas la formación que tengas o la profesión en que trabajes. Se hace imprescindible tener cierta educación o comprensión y crearse una conciencia crítica sobre la realidad política existente, al menos, en nuestro país. Y los profesionales de la educación social no hemos de ser menos.
Pero la cosa no se queda ahí para estos profesionales. Si para una persona no educadora social (con la exigencia de este aspecto crítico) podríamos considerar que sería suficiente, para un educador social no lo es. Nuestra profesión implica una responsabilidad en el intento de cambio, transformación o mejora de la realidad que nos rodea, que nos compromete a ir un pasito más allá.
Debemos ser agentes de cambio no sólo en nuestra realidad profesional, sino también en nuestras vidas, con nuestros amigos y familiares. Por ello, si para otras personas no fuera necesario o exigible en su ámbito de actuación laboral, para un profesional de la educación social se hace imprescindible la comprensión de la realidad política, para poder ser críticos y transmitir la necesidad e importancia que tiene, al menos, conocer, y cuanto más, participar de la política, ya sea de barrio, en mi ciudad o a mayor escala.
Defensa básica de los derechos humanos
Pero voy un paso más allá. Ya que debemos, por nuestra vocación e idiosincrasia, ser un ejemplo a seguir para nuestro colectivo usuario, esto sólo se consigue llevando una vida lo más ejemplar posible, no sólo en nuestro trabajo. No se pueden tener dos caras o ser dos personas diferentes, nuestro verdadero ser, tarde o temprano, acaba saliendo a la luz. Esto nos lleva inevitablemente a posicionarnos en todo, en política también. No os voy a decir si tenéis que ser/votar a izquierdas, centros o derechas. Eso queda al criterio y valores de cada persona. A estas alturas de la película prefiero mirar la política en términos de defensa básica de los derechos humanos. Simplifico mentalmente para no perderme entre tanto barullo.
La televisión nos arrastra, como náufragos en una corriente caudalosa de un río, a mirar la política como si fuéramos un fan de un partido de fútbol, un continuo enfrentamiento entre malos y peores, sólo se puede estar de acuerdo o en contra de un posicionamiento, no hay grises. O estás conmigo o contra mí. Nadie reconoce lo bueno del oponente y todo el mundo echa en cara los errores cometidos. Esto hace mucho más complicada la construcción de ese cerebro social crítico que tanto necesitamos, lo cual hace más importante si cabe nuestro trabajo de concienciación.
La aporofobia es despreciable y nos lleva a odiar a la inmigración que llega en patera e idolatrar a los que vienen a jugar en un equipo de fútbol
Podemos empezar por crear unos mínimos comunes. Por ejemplo: las libertades son importantes para la creación de derechos. Los derechos humanos son un buen punto de partida. La justicia debería ser igual para todo el mundo, incluidos reyes y políticos. Las puertas giratorias y los favores a políticos no deberían existir. La economía debería estar supeditada a la dignidad de la persona. Los sectores estratégicos deberían ser públicos para que los beneficios no estuvieran por encima de la dignidad de las personas. La aporofobia es despreciable y nos lleva a odiar a la inmigración que llega en patera e idolatrar a los que vienen a jugar en un equipo de fútbol. La venta de armas debería estar prohibida. Los animales deben ser respetados. Deberíamos dejar de usar combustibles fósiles lo antes posible. El cambio climático es un hecho y hay que hacer todo lo que esté en nuestra mano para revertirlo desde ya. La educación y la sanidad deben ser públicas y de calidad y no deberían tener que competir con nada privado. Un salario mínimo digno debería estar asegurado. La justicia debe ser independiente y estar despolitizada. La fiscalidad debe ser redistributiva y progresiva para ser justa. La vivienda debería ser un derecho y el Estado debería tener herramientas para llevarlo a cabo. El feminismo es necesario en nuestra sociedad machista. Y todos los que se me olvidan y se te ocurran.
Una vez teniendo esto claro, ve tú, educador o educadora social, lee programas políticos, escucha declaraciones, escudriña votaciones, infórmate, vota y educa en conciencia, sin fanatismos. Pero posiciónate. Nos va la vida en ello.
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