Desde que se presentó Trump a las elecciones del 2016, la información que me llega por la mayoría de televisiones y prensa escrita es en su contra. Parece ser que no tiene ninguna cualidad medio buena, lo han tildado de racista, machista, xenófobo, misógino, incluso de nazi, de todo lo peor, el mismo diablo con rabo. Yo no conozco a ese personaje y no sé en realidad como es. Al presentármelo muchos medios informativos, supuestamente serios y honestos, de una forma tan negativa, debo asumir que a esa nación le debe haber ido muy mal con un presidente así
Con esos antecedentes, me pongo un poco a investigar y la verdad es que me encuentro bastante perplejo.
Mi primera sorpresa es que con independencia de los resultados finales de las votaciones, todavía no definitivos, ha tenido más votos que hace 4 años. Ante esa realidad, me pregunto: ¿Son los americanos tontos, masoquistas o las dos cosas? Al seguir recopilando datos voy comprendiendo. El paro en enero de 2020, antes de la pandemia, había bajado al mínimo histórico del 3,6%, el más bajo en décadas, beneficiando principalmente a minorías hispanas y afroamericanas. Sobre el tema de las minorías, recomiendo leer el libro How Trump is making black America great again: The untold story…, de Horace Cooper, donde podemos conocer lo que los medios ocultan respecto al avance de las comunidades de color con Trump.
Siguiendo con la economía, resulta que el salario anual medio de la clase media americana ha subido con ese denostado presidente, la friolera de unos 5.000 dólares en tres años. Con el telegénico y perfecto Obama subió sólo 1.200 en siete años, según datos publicados en el Wall Street Journal. Mirando los Índices Económicos Americanos, el S&P 500, el Nasdaq y el Dow Jones han subido respectivamente un 20%, un 90% y un 32% más con Trump en tres años que con Obama en dos legislaturas. Con esos resultados nada malos, empiezo a entender que lo voten, ¿quién no querría para España un presidente que bajara el paro a menos del 4%? Sería algo nunca visto en nuestro país y además que se acompañara de una sustancial subida de sueldos e indicadores económicos, sería un sueño.
Pero claro, se podría contraargumentar que, en lo económico, no ha estado mal, pero es un peligro para la paz mundial, está loco y es un totalitario nazi, fascista, con él vamos a la Tercera Guerra Mundial… Fijémonos entonces un poco en el plano internacional y me vuelvo a sorprender. Todo aquello que le achacaron al ganar la presidencia de la trama rusa, quedó en nada: todo un montaje para desacreditarlo. La tensión con Corea del Norte es menor que con Obama; el mundo en general está mejor ordenado; ya no se habla de ISI (el Estado Islámico de Irak); su capacidad de negociación le ha llevado a tener muy buenas relaciones y acuerdos con su vecino del sur, el presidente de Méjico, a pesar de ser de izquierdas; y ha conseguido acuerdos de tres países árabes con Israel. Para finalizar este apartado, se da la circunstancia de que, con Obama (Premio Nobel de la Paz), los Estados Unidos participaron en tres guerras y con Trump no han participado en ninguna. ¡No está mal para un tipo tan peligroso! De hecho, el diputado noruego Christian Tybring-Gjedd propuso a Trump para premio Nobel por sus aportaciones a la paz mundial.
Bueno, esos hechos mencionados no podemos negarlos, están ahí. Pero es imposible respaldar, apoyar o justificar a un tipo que es un racista. Echemos un vistazo a este tema. Trump es tan intolerante con los inmigrantes que su mujer y su madre han sido inmigrantes. Entonces los detractores de este personaje dicen: ¿pero no eran de color? Bien, miremos las deportaciones de inmigrantes, ¿quién ha deportado más ilegales Trump u Obama? Basándonos en datos oficiales, Obama deportó a tres millones y Trump a medio millón. Es cierto que Obama estuvo el doble de tiempo, pero incluso con esa corrección, deportó Obama a más durante su mandato y las minorías hispanas y afroamericanas progresaron menos.
Pero continuemos con el tema del racismo y los inmigrantes. ¿Quién inició la construcción del muro con Méjico? Muchos creen que Trump y de no ser él, sería otro de derechas, es decir del Partido Republicano, quizás el también denostado G. Bush. Pues no, el muro lo inició Clinton, del Partido Demócrata, al que pertenece Obama y J. Biden. Y miembros de ese partido fundaron en su día el Ku Klux Klan. Sí, sí, el KKK no lo fundó Trump.
Finalmente, fijémonos un poco en las últimas elecciones americanas. La mayoría de los españoles piensan que un país tan avanzado tecnológicamente y con una tradición democrática tan antigua, tendría siempre unas elecciones limpias. Desgraciadamente no es así. El sistema electoral es de finales del siglo XVIII y tiene muchas deficiencias que facilitan el fraude. De hecho, la Heritage Foundation tiene registrados 1.298 casos de fraude, sin incluir las elecciones del 2020. Un ejemplo bien documentado y conocido fueron las elecciones de 1960, en las que Kennedy gano a Nixon mediante un gran fraude orquestado por el Partido Demócrata, el mismo al que pertenece Biden.
No hace mucho, en el año 2000, Al Gore impugnó los votos en Florida contra Bush, nadie se escandalizó por la impugnación y el problema lo zanjó el Tribunal Supremo Federal. Desde entonces, los estados de Florida y Ohio modernizaron sus sistemas de votación y, en esos estados, no ha habido problemas de discrepancias entre los votos presenciales y por correo y en ambos ha ganado Trump.
Es una realidad, aunque se niegue en los telediarios españoles, que hay problemas en esas elecciones, no es sólo un capricho o rabieta del maleducado presidente. El Judicial Watch denuncia fraude en 352 condados, donde ha habido más votos que votantes. Se han detectado votos de fallecidos y votos repetidos. Fue alucinante que aparecieran en Michigan unas sacas de votos por correo, con la friolera de 138.339 votos: todos eran para Biden, ni uno para Trump, cuando las votaciones presenciales estaban bastante equilibradas. ¿Es eso creíble? En principio huele mal. También ha habido múltiples impedimentos para que los observadores autorizados republicanos pudieran asistir a los recuentos. Con todas esas mimbres, el fiscal general Barr ha pedido a los fiscales que se investigue con absoluta neutralidad.
Por otra parte, el fiscal de Delitos Electorales del Departamento de Justicia, Richar Pilger, dimite por supuesta injerencia del fiscal Barr, por pedir que se investigue. No entiendo nada, se debe investigar si algo huele mal y ya está o no investigar si todo está normal, sin que te pidan ni dejen de pedir. El presidente de la Comisión Federal de Elecciones en EEUU ha declarado que las elecciones de 2020 son ilegítimas. La juez Mary Hannah Leavitt de Pensylvania ha pedido la anulación de miles de votos en ese estado, por no ajustarse a la normativa.
El reputado ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, también prestigioso abogado, y la antigua fiscal Sidney Powell, dicen tener evidencias suficientes para poder demostrar que las elecciones fueron amañadas. Son gente de gran prestigio, que se juegan mucho si mienten. Acusan a la empresa Dominion Voting System, que se montó para amañar las elecciones de Chávez en Venezuela y que es propiedad de Smarmatic, a través de la intermediaria Intra.
El presidente de la junta directiva de Smartmatic, Peter Neffenger, ha sido nombrado hace unos días, miembro del equipo de transición de Joe Biden. Algo que no deja de ser al menos curioso. También el reputado abogado Lucian Lincoln Wood, que se hizo famoso por representar a un guardia de seguridad acusado de atentado por el FBI (historia que fue llevada al cine por Clint Eastwood), ha acusado a los Clinton, a China y al propio Biden, del que dice que podría incluso ir a prisión por corrupción.
Con todo lo expuesto, llego a la conclusión de que las cosas no son sólo blancas o negras. Yo no soy quién para juzgar y no sé de qué parte está la razón. Sí sé que, hasta el 20 de enero, el presidente es Trump. Son las leyes y costumbres de ese país. Pero el proceso electoral no ha concluido. Los periódicos y televisiones deben informar, pero no pueden denominar al ganador, eso hay que dejarlo a la justicia. Si Biden y el Partido Demócrata tienen la conciencia tranquila, no deben tener miedo a los tribunales, salvo que no crean en los mismos, con lo que desacreditarían a la justicia americana. Cosa que en parte están haciendo al oponerse a la investigación y mostrar demasiada prisa en coger el poder, organizando ya una Oficina de Presidente Electo sin serlo, lo que no es muy normal.
Me temo que hemos llegado a un punto, en el cual cualquiera que gane no va a ser bien aceptado por el partido contrario. Espero y deseo que no se genere violencia, que ya se está produciendo contra algunos seguidores de Trump.
Esta es una gran oportunidad para que se modifiquen esas leyes y normativas de los diferentes estados, para garantizar en el futuro unas elecciones limpias y que esta situación no se vuelva a repetir.
Deseo que gane la verdad con mayúsculas. Si Trump ha mentido, que se demuestre y que pierda y si Biden ha hecho trampas, que se demuestre y pierda. Que el realmente más votado, de forma limpia, sea el próximo presidente de esa gran nación.
Enhorabuena Mariano, magnífico artículo.
Me uno a tu deseo: que la verdad impere, no los sentimientos ni intereses. Solo la verdad.