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Pedro y Pablo, el día del acuerdo para cogobernar España.

Opinión, Política

Democracia de mala calidad

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Ninguna definición de democracia sería suficiente, porque ésta no es algo estático, sino que se puede manifestar de distintas formas y grados. Sin duda intentar definir qué es la democracia es enfrentarse a un fenómeno muy complejo y multifacético, si bien uno de sus rasgos esenciales es que, en la misma, los ciudadanos tenemos el derecho a determinar quién nos va a gobernar mediante un procedimiento basado en elecciones competitivas, libres y limpias

Luego nos encontramos que, en el desarrollo de ese derecho básico, las legislaciones internas de los países permiten distinto juego siendo más o menos laxas; así nos encontramos cómo, en el caso de España, la ley permite esos pactos aberrantes que llegan a ser incluso contra natura. Lo estamos viviendo en nuestras carnes todos los días.

Pero esto en absoluto es suficiente, porque la democracia requiere que ciertos derechos y libertades de la población estén legalmente protegidos como la libertad de expresión, por ejemplo, lo que en la actualidad en España está en entredicho. Que Pedro Sánchez intente utilizar la crisis del coronavirus para aprobar una ley que limite o suspenda derechos como la libertad de información, la filtración de las preguntas a los periodistas y controlar los medios de comunicación, no es algo novedoso en España. El 22 de octubre de 1931 entró en vigor la Ley de la Defensa de la República siendo presidente del efímero segundo gobierno de la República D. Manuel Azaña Díaz, lo que a todas luces fue también una medida excepcional.

Pero quizás una ligera aproximación para intentar comprender lo que está ocurriendo hoy en España pase por un somero acercamiento a lo que se llama cultura política y, prima facie, podemos decir que ésta abarca el sistema de valores, reglas morales, creencias y actitudes compartidas por los miembros de una sociedad con relación al sistema político y contexto social en el que esta inmerso.

De este modo, para algunos, ideas básicas como la libertad, la igualdad, la tolerancia y el bienestar social constituyen la base principal de los valores políticos. Para otros, como es el caso de la sociedad estadounidense, pueden ser conceptos como la religión o el patriotismo los que conforman los valores políticos; en la cultura política francesa el laicismo es un ingrediente irrenunciable; los valores asiáticos acentúan el respeto a la autoridad y la responsabilidad del individuo para con la comunidad.

¿Confianza en el gobierno?

También las normas sociales nos ayudan a discernir lo que está bien y mal en el comportamiento de los cargos públicos y en el contenido de las políticas del gobierno. Otro elemento clave en el sistema de creencias políticas viene representado por la confianza en el gobierno. Así, nos podríamos preguntar: ¿podemos confiar en que los que dirigen son personas con ética o moral, son fiables y actúan en interés general o en el suyo propio?

Ya Platón y Aristóteles concedían mucha importancia a las actitudes de las personas sobre la autoridad y al papel que debía representar el gobierno en la vida de la sociedad; Tocqueville se refería al término costumbre y afirmó que, sin actitudes y sin los hábitos apropiados en la población, la democracia tendría unos cimientos poco firmes.

¿Qué actitudes son las más frecuentes cuando nos referimos a la autoridad? Aquí nos encontramos con:

a) El sumiso, actitud teñida de fatalismo y resignación.

b) El rebelde, que rechaza la autoridad y se rebela.

En un lugar intermedio de ese continuum nos encontramos a: los respetuosos, que respetan voluntariamente la autoridad, los interactivos, que pretenden participar en la decisiones que afectan a sus vidas; los alineados, que son descontentos y bastante cínicos y poco entusiastas, llegando a ser ineficaces; y los rebeldes hacia la autoridad y hostiles hacia las instituciones y gobernantes mostrando un comportamiento disidente con o sin violencia.

¿Y cuándo nos referimos a la sociedad? Aquí podemos hablar de:

a) Actitudes de consenso, en las que predomina la tolerancia, la confianza interpersonal y la disposición al compromiso.

b) Actitudes de conflicto, cuando muestran bajos niveles en las actitudes anteriores.

¿Y en relación al Estado? Nos encontramos con:

a) Estado permisivo, en el que se incluyen los que apoyan un Estado débil que conceda a las personas la máxima libertad y aceptan pocas intrusiones gubernamentales.

b) Estado intervencionista, en el que están los que defienden la máxima intervención por parte del Estado en todos los aspectos de la vida y están dispuestos a renunciar a libertades personales. Por lo que respecta a la confianza en las instituciones políticas, se ha observado en democracias consolidadas de nuestro entorno una importante disminución de la capacidad de los gobiernos para responder a las necesidades ciudadanas debido a la globalización y también a los altos niveles de corrupción en la clase política.

Pienso sinceramente que las bases del PSOE, que ha protagonizado largos años de gobierno de España, deben unirse a los barones del partido que han tenido la valentía de discrepar y alzar su voz

Hecha esta breve reflexión en cuanto a las actitudes de los ciudadanos con respecto a la autoridad, la sociedad y el Estado, me gustaría trasladar a los lectores el pequeño ejercicio de que cada cual se encuadre en el tipo que mejor se adapte a su visión de la vida, pero muy especialmente me gustaría trasladar a los afiliados, votantes y simpatizantes del PSOE mi anhelo personal de que hicieran una reflexión interna acerca de si sus actuales dirigentes tienen la catadura necesaria para dirigir los designios de este pueblo, preguntarse por los compromisos éticos que deben regir mínimamente nuestra convivencia. ¿Están resignados a entregarse al proyecto destructivo de la extrema izquierda cediendo toda la trayectoria de moderación de la que hizo gala durante estos 40 años de democracia? ¿Haréis el camino hacia la construcción de nuestro futuro de la mano de los que quieren romper nuestro modelo de sociedad, de la mano de asesinos que no han dado muestra alguna del más mínimo arrepentimiento por el daño causado? Pienso sinceramente que las bases de ese partido que ha protagonizado largos años de gobierno de España deben unirse a los barones del partido que han tenido la valentía de discrepar y alzar su voz para, juntos, vertebrar una corriente crítica que sea capaz de doblegar y corregir el camino errático por el que transita en la actualidad.

No deberíamos encontrarnos ante la tesitura de que, cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
Y como soy militar, aunque ya retirado, para despedirme citaré una de esas frases lapidarias que te hacen reflexionar, en este caso atribuida a D. Blas de Lezo y Olavarrieta, insigne almirante, que dijo: “Una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden”.


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Un comentario

  1. Geles Pozo

    Solamente me voy a centrar en una cuestión:“ la libertad de expresión»

    Recuerdo que a Sócrates se le mato por hablar lo que al gobierno no le interesaba.

    Queremos hablar todos e influenciar a la gente con nuestras ideas.

    Pero no sé hasta qué punto esto sería legal.

    En principio no contamos con una sociedad culturalmente avanzada.
    Me refiero a cultura de conocimiento y de criterio.

    La gente se deja llevar como corderitos por ideas absurdas y de fácil demostración científica.

    Creo que tiene que haber una censura para que esas ideas absurdas no sean llevadas a la lógica.

    puede ser que decir que la Tierra es plana no tenga consecuencias perjudiciales para la gente pero si puede tener efectos perjudiciales que se diga que te puedes tomar lejía.

    Eso puede ser considerado un delito porque va en contra de la salud de las personas.
    Por eso no me importa que ideas como esas sean censuradas.

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