Saludo por la mañana a la mujer de la esquina, que saca a pasear al perro y luego compra la oferta de andaluzas. Miro hacia atrás con ira al ver a tres gatos callejeros que maúllan cabreados. Sigo mi pesado caminar por un páramo de baldosas y alcantarillas. Me froto las sienes con vehemencia
Desayuno noticias manipuladas con tomate y reportajes tristes con zumo de naranja. La mujer del perro me mira de soslayo y sonríe. Son sólo las ocho de la mañana y ya estoy cansado.
Los mismos mensajes de WhatsApp, las mismas tonterías, la misma tendencia a la mascarada, la misma ambición que ya cansa, los mismos estertores de una sociedad que antaño fue orgullosa e ilusionante, la misma llamada inoportuna para ofrecerme la oferta del siglo… Los miserables no son una obra de Víctor Hugo, sino que danzan por doquier en un baile carnavalesco que, en verano, recalienta el asfalto y la conciencia.
Es mediodía. Como algo y siesta. Trataré de dormir esta vez en lugar de mirar el móvil todo el tiempo.
Las sábanas se pegan y el sudor se hace presente a pesar del aire acondicionado a 23 grados. Mientras actualizo el correo, un político filtra un audio a un periodista sobre putas, dinero robado y cocaína fina. La Fiscalía no intervendrá de oficio. La vida sigue igual.
Una enfermera llora, un médico grita y un paciente se tumba en la puerta automática de las urgencias del hospital para protestar por llevar 125 horas esperando una cama. Todo normal para los que gestionan la sanidad pública. Todo anormal para cualquier corazón con un mínimo de empatía.
Son las nueve de la noche. Me tomo una copa entre avispas y mosquitos. Nadie pasa por la puerta entreabierta de mi casa porque todavía hace un calor insoportable.
Leo un libro sobre el genocidio de Gaza. La cocina del infierno es el.cielo para algunos. Escucho cómo las ratas están royendo el cable de la luz en el falso techo… La Tercera Guerra Mundial es una amenaza real.
Me voy a la cama. Hoy no he solucionado ni los grandes problemas de la Humanidad ni la mancha de humedad del dormitorio. ¿He vivido todo esto o lo he soñado? Somos clones de nosotros mismos reflejados en el espejo de la inmundicia.
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