El fracaso es tan estruendoso que nadie se explica cómo y por qué continúan al frente del gobierno. Pedro y Pablo tenían que haber dimitido ya porque sólo cosechan reveses y fracasos: en la gestión de la pandemia, en la gestión de la crisis económica, en el prestigio y peso internacional de España, en las negociaciones con Europa, en las urnas gallegas y vascas, en su capacidad de liderazgo, etc, etc
Pero en lugar de dimitir, como habrían hecho ya la totalidad de los gobiernos democráticos europeos, los dirigentes políticos gobernantes de España celebraron ayer un homenaje solemne a las víctimas de la pandemia, muchos de ellos causados por la negligencia y torpeza del gobierno.
Aunque el rostro oficial del acto sea un «homenaje a las víctimas del coronavirus», dadas las circunstancias en Madrid se celebró ayer un homenaje camuflado a los verdugos, a los responsables de miles de muertes de españoles, sobre todo de ancianos abandonados.
El homenaje a las víctimas del coronavirus que ayer se celebró solemnemente en la explanada del Palacio Real, en Madrid, fue un esperpento surrealista que carece de sentido y sólo refleja la estúpida, descarada e insólita naturaleza del gobierno español. En lugar de ese homenaje, tendría que haberse celebrado una petición de perdón colectiva del gobierno y de las grandes instituciones al martirizado y sufrido pueblo español, seguida de una dimisión en masa y de convocatoria urgente de nuevas elecciones.
La Universidad de Cambridge acaba de hundir a Pedro Sánchez con un informe que confirma que España fue el país de la OCDE que peor gestionó la pandemia.
¿Que más necesita este político llamado Pedro Sánchez para dimitir? Ha superado dos o tres veces los estándares internacionales que se exigen para que un gobierno decente y democrático dimita y ha cubierto todas las condiciones para reconocer que su gestión ha sido un fracaso en todos los ámbitos. Pedro y Pablo han fracasado hasta electoralmente, según los resultados de los últimos comisión en Galicia y Vascongadas. Lo último: Europa, que no se fía de Pedro Sánchez, pondrá condiciones duras a la «ayuda» que entregará a España para que reconstruya su maltrecha economía, rechazando esa «solidaridad» sin condiciones que exigía el gobierno español.
Austeridad, disciplina y rigor
Europa, que ya conoce al gobierno español, quiere controlarlo y obligarle a devolver los fondos que reciba, lo que equivale a imponer austeridad, disciplina y rigor a un gobierno que despilfarra y engorda irresponsablemente al Estado, el más costoso, insostenible, seboso y poblado de políticos innecesarios de toda Europa.
Los medios y los estudios internacionales no sólo señalan al gobierno español como el que peor ha gestionado la crisis del coronavirus en todo el mundo occidental, sino que vaticinan con dureza que será también, con toda probabilidad, el que más daños económicos sufra.
El fracaso del gobierno abarca ya casi todos los ámbitos de la acción pública: división del país, incremento del independentismo, corrupción, enfrentamiento entre autonomías, desprestigio y pérdida de peso de España en el ámbito internacional, derrotas como la de Nadia Calviño en su intento de presidir el Eurogrupo, avance de la pobreza, lucha sin cuartel entre partidos, imposibilidad de alcanzar consenso y un aumento desolador de la inseguridad ciudadana, provocado por los miles de inmigrantes sin control que entran en el país y por los miles de jóvenes magrebíes tutelados por el Estado, muchos de los cuales actúan como delincuentes, asesinos y violadores en las calles y plazas del país que los acoge.
Es más que evidente que España, en lugar de un homenaje a las víctimas del coronavirus debió celebrar ayer un gigantesco acto de contrición, a escala nacional, en el que el peor gobierno que ha regido los destinos de España en muchas décadas pidiera disculpas y se marchara, tras reconocer su rotundo fracaso.
Algunos pensarán que este Gobierno no tiene la culpa del coronavirus y tienen razón, es una pandemia mundial que nos pilló desprevenidos a todos . De lo que sí tienen la culpa es de la pésima gestión de la crisis provocada por dicha pandemia, a todos los niveles:
– A nivel sanitario: a nadie se le escapa las deficiencias de un sistema en el que el personal ha estado haciendo lo que podía con los medios que disponía. Ningún reproche para esos miles de héroes que han dado su vida por los demás. Pero, ¿quién tiene la culpa de su precariedad laboral, de no contar con los recursos necesarios, de que no se les protegiera de la propia enfermedad y del agotamiento? Sin duda, el Gobierno, que no supo anticiparse y que prefiere gastar el dinero en otras cosas antes que en proteger a quienes deben salvarnos si caemos enfermos.
– A nivel internacional: lo primero hubiera sido cerrar los aeropuertos, para evitar en lo posible la entrada múltiple de ese pequeño enemigo invasor. ¿Quién tenía potestad para hacerlo y llegó tarde? Sin duda, el Gobierno, incapaz de decidir o al menos, de hacer caso a los expertos. ¿Y quién tiene la culpa de que en Europa no nos den ni agua? Sin duda el Gobierno, tan incompetente que no es capaz de demostrar la fiabilidad nacional.
– A nivel económico: recuerdo perfectamente las palabras de Sánchez al principio de esta crisis: «no vamos a dejar atrás a ningún español». Y entonces, ¿cómo define el Gobierno a las familias que tienen que acudir a organizaciones NO gubernamentales para poder comer, porque han estado hasta 4 meses sin cobrar los famosos ERTE’s? Y la solución es prometer algo que no pueden cumplir, la renta vital. ¿Pueden explicarnos de donde van a sacar el dinero si las arcas nacionales están bajo mínimos?
– A nivel de víctimas de la pandemia: hemos llegado a tener el horrible honor de ser el país con más muertos por millón de habitantes. ¿Y qué hace el Gobierno? Falsear los datos para que no sigamos siendo la vergüenza de Europa, y contabilizar de manera confusa e irrespetuosa. Parece que les importan más los fallecidos hace más de 80 años por la Guerra Civil que los miles de personas que no han podido ni siquiera despedirse de sus seres queridos en pleno siglo XXI .
Sin duda, hay cosas que no se podían prever o que no se sabía cuál era la mejor decisión, pero Edo no es excusa para una de las peores gestiones a nivel mundial, llena de los peores valores que se pueden mostrar por un gobierno en la actualidad: soberbia, prepotencia, MENTIRA, manipulación, totalitarismo, caradura, insensibilidad, duda, descontrol, odio, intolerancia, arbitrariedad y muchas más.
Por mucho menos han rodado cabezas…. ¡Sanchez e Iglesias, dimisión!