Según ha podido saber EL LIBRE, Gloria Benítez tuvo que llevar en su propio coche a su madre, Teresa Sousa, porque una trabajadora del 061 le dijo que no podía ir una ambulancia a por ella. «Lo que tiene usted que hacer es llevarla al hospital, que para eso están los familiares», le espetó. Teresa acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos del Clínico San Cecilio de Granada
La empatía es fundamental cuando se trabaja en atención al público. En el primer puesto de ese ranking de empleos que requieren grandes dosis de sensibilidad, se encuentra la asistencia sanitaria, que comienza con el teleoperador que le coge el teléfono al paciente o al familiar del paciente. Es el caso de Gloria Benítez, que vivió en sus carnes un trato deshumanizado por parte del 061: «Quiero denunciar el trato que me dieron en el 061, porque me negaron auxilio. No me dieron la oportunidad de asistencia, de que llegara una ambulancia a mi casa».
Su madre, Teresa Sousa, que vive en Villa de Otura (área metropolitana de Granada) y tiene 61 años de edad, se puso mala el sábado, día 18 de enero de 2025. A las 5:00 horas, fueron los sanitarios a su casa, le tomaron la tensión y tenía 16/6 y el azúcar, a 276 (ella no era diabética ni hipertensa). Le dieron Primperan para los vómitos y le pusieron una pastilla debajo de la lengua para la tensión alta. «Nos dijeron que era un virus y que había que llevarla durante el fin de semana al centro de salud para vigilar esos parámetros. Se llevó toda la mañana sin vomitar, pero con diarrea. Además, le salieron moratones por todo el cuerpo», recuerda Gloria.
La deshumanización de EPES 061
Pero, esa noche, Teresa mostró unos síntomas preocupantes: mirada al techo, manoteo, desubicación, mutismo, no hacía ningún signo de respuesta… Entonces, Gloria llamó al 061 cuando eran las 21:30 horas del sábado. Se lo cogió una voz femenina que no puede identificar. No le pidió el nombre porque no podía imaginar el desenlace de esa conversación. La trabajadora del 061 le dijo: «Esta mañana ya ha estado una ambulancia en su casa. Lo que tiene usted que hacer es llevarla al hospital, que para eso están los familiares«. La hija de Teresa le preguntó, sorprendida: «¿Me está usted negando una ambulancia?». Y la respuesta de la trabajadora de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES 061), dependiente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), le contestó sin vacilación: «Sí». Y colgó.
Un total de 11 días en la UCI
Cuando Gloria llegó con su madre a Urgencias del Hospital Universitario Clínico San Cecilio, le diagnosticaron meningitis meningocócica con fallo multiorgánico y sepsis por toda la sangre. Un pronóstico de gravedad. Tras 11 días en la UCI y a base de antibióticos y corticoides, pudo salvar la vida. Pero Teresa tenía derecho a esa ambulancia, más que nada porque los moratones en la piel son señal inequívoca de meningitis, según fuentes facultativas.
Esa estancia en la UCI fue una montaña rusa de emociones. «Un día el riñón funciona, pero otro día se para; unas arritmias brutales… Viví una película de terror», rememora Gloria, que sólo tiene palabras de agradecimiento para los profesionales sanitarios que atendieron a su progenitora hasta estabilizarla y, finalmente, darle el alta.
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