En el marco del Día Internacional del Acceso Universal a la Información, que se celebra el próximo 28 de septiembre, y dentro de su campaña Derechos sin Conexión, Save the Children ha publicado este jueves una investigación sobre «desinformación y la exposición a discursos de odio de niños y adolescentes en el entorno digital», con la que la organización pretende «denunciar que la exposición a estos contenidos vulnera de forma directa el derecho de la infancia y adolescencia a una información veraz y segura».
Uno de los principales resultados que arroja este análisis es que «el 63% de los adolescentes andaluces utiliza las redes sociales como un medio fundamental para acceder a la información, únicamente por detrás de la familia y las amistades», que representan un 74%, y por delante de otros medios de comunicación como la televisión (61%), la prensa on line (34%), la radio o la prensa en papel (7% y 4% respectivamente).
Según la organización, en lo que respecta a las redes sociales y los creadores de contenido, «un 12% de los adolescentes andaluces considera que son siempre una fuente fiable de información, porcentaje que asciende al 71% que piensa que pueden serlo en determinadas ocasiones». Si se desagrega por género, según los datos ofrecido por Save the Children «cómo los chicos confían más en estos perfiles: un 22% considera que son una fuente fiable de información frente a un 6% de las chicas».
Otro aspecto que preocupa a la organización es el relacionado con los bulos, según la investigación «más de la mitad de la población adolescente en Andalucía, concretamente el 52%, no sabría identificar siempre cuándo una noticia es falsa». Además, aunque sospechen que se trata de una noticia falsa, «el 24% de adolescentes andaluces directamente no la contrasta, mientras que un 59% de adolescentes recurriría a familiares y amigos para comprobar su veracidad».
El análisis también señala otro riesgo que afecta a la infancia y adolescencia en el entorno digital, y que impacta de forma directa en su salud mental: «La exposición permanente, a través de las redes, a representaciones ideales de determinados estilos de vida, estándares de belleza y, en el caso de las chicas especialmente, la sexualización del cuerpo femenino».
En esta línea, la directora de Incidencia Política y Social de Save the Children, Catalina Perazzo, asegura que «la validación pública de la auto-exposición que realizan los influencers puede provocar que chicos y chicas repliquen estas conductas y que acaben compartiendo aspectos más personales o fotos íntimas o sexualizadas».
El documento publicado por Save the Children recoge también un análisis de diversos perfiles de hombres y mujeres streamers «para comparar las diferencias en los discursos en base al género». En el caso de los creadores de contenido chicos que la organización ha analizado, «se observa que tienen más seguidores por norma general y muestran diferentes tipos de conductas de riesgo, como son compartir comentarios sexuales recurrentes, hacer referencia habitual a la pornografía o realizar reseñas de videojuegos de contenido erótico o pornográfico».
Además, en los chats de sus canales de streaming, «son frecuentes las referencias misóginas, los mensajes que banalizan el consumo de drogas o las actitudes de acoso ante quienes muestran rechazo hacia lo que dice el streamer«, añade el informe.
En el caso de las creadoras de contenido, tienen por norma general un número de seguidores más bajo y todas se han tenido que «enfrentar a ataques en sus redes» por diversos motivos, que según el estudio, pasan desde «defender a víctimas de abusos o visibilizar malos tratos de una expareja» hasta «por no cumplir con ciertos estereotipos estéticos».
Según la organización, la investigación se basa «en encuestas a 3.315 adolescentes a partir de 14 años en España y cinco grupos de discusión formados por 27 niños y adolescentes, con representación de edades de 10 a 17 años». Además, «se ha contado con la colaboración de personas expertas y profesionales del sector».
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