Conocí hace algunos años a Adolfo. Fue a través de Facebook, esa red social donde ahora estamos la gente discreta. La que no nos gusta hacer ruido y tenemos el ego dominado. Si no quieres que te conozcan ni en tu casa, sigue teniendo activo tu Facebook en 2024 y será lo más parecido a vivir en una cueva
Pues, como digo, fue en ese lugar tan plácido como tranquilo donde conocí a una de las personas más especiales que me ha deparado la vida. Adolfo Belmonte es un enamorado de la vida y de la belleza. Lo demuestra con su buen gusto para todo lo que tiene que ver con el arte, sobre todo en literatura y música. Su sensibilidad es única, imperturbable, auténtica, genuina. Una cualidad indispensable para entender esta vida y la música clásica, la más elevada y culta de todas. No es de extrañar, por tanto, que Adolfo escriba sobre este estilo de música en el suplemento cultural de El Mundo, La Lectura.
Adolfo Belmonte es cordobés y no necesita que llegue mayo para que su patio interior se llene de flores. Su fondo es sobre todo humano, pero tiene de vegetal sus raíces tan pegadas a la tierra de su corazón como desenterrado de su cavidad. No puede evitar llevarlo por fuera. Tan grande que a veces le tapa su figura alegre de caballero. Un quijote que cabalga a lomos de su silla adaptada al mundo real, el que se sitúa a la altura de sus ojos de horizontes alcanzables.
Adolfo Belmonte tiene una parálisis cerebral. Como esa chica llamada Inés, que se hizo viral hace poco por hacer videos de humor en la red social Tik Tok. La buena en este momento si lo que quieres es que te vean. Trabaja de logopeda y tiene más gracia, arte y belleza que la mezquita donde vive mi amigo Adolfo. Que haya sido noticia habla del desconocimiento de la mayoría de la gente hacia el comportamiento y las dotes intelectuales de las personas que tienen este tipo de parálisis.
Adolfo Belmonte es una persona normal, seguramente más que yo, un perro verde que mata a sus pulgas con la toxicidad de mi tinte natural. Adolfo nos lee a muchos desde su cariño tan inteligente como justo. Siempre noble y a tu disposición para cuando lo necesites. Él sabe que las personas buenas son las más valientes. No conozco a nadie como él para dar ejemplo de ello. Que lea mis artículos y ahora esté con mi novela es un honor. Muchas veces me he quejado de mi mala suerte, pero entonces me acuerdo de mi amigo Adolfo y sé lo afortunado que soy. Muchas gracias por dejarme entrar en tu vida. Te quiero.
Adolfo, querido sobrino. Tienes amigos que te valoran como lo que eres: un hombre sincero, muy culto y… entrañable. Es la facilidad que tienes para quererte!!!!!
Tu tía Espe también te quiere mucho
Viva los valientes que no se van.
Los que se quedan para siempre como una luz arcaica, para recordarnos que la realidad es mágica, atemporal y viva.
La Cultura no puede morir jamás, porque no depende de la política, sino de lo mejor del ser~ humano.
Es como releer a los»Diálogos» de Platón, nos sugieren tantas cosas en tan pocas palabras, y de una manera aparentemente tan simple. Que ruego y busco cada día, para que no me falte.
Gracias por estar ahí, cerca.