Hoy se conmemoran 89 años de la aprobación de la primera Ley de Divorcio en nuestro país: 260 votos a favor y 23 en contra fueron los resultados finales
Se circulaba por el marco histórico de la II República y, desde el ámbito ideológico, obtuvo una gran importancia, ya que se consideró una de las leyes más progresistas de Europa.
Su plenitud la alcanzaba en el tránsito de la equidad entre los sexos y los derechos de la mujer. Impulsada por el ministro de justicia del momento, Fernando de los Ríos, y representantes en Cortes como Clara Campoamor y Margarita Nelken, lucharon incansablemente por su consecución.
Los sectores más conservadores no veían con buenos ojos estas bases jurídicas y los muy católicos tampoco creían en consecuencia con el hecho, proponiendo todo tipo de referencias para sostener una relación de pareja acabada. Durante varios años, esta ley tuvo vigencia máxima.
Al finalizar la guerra civil y proclamarse la dictadura franquista, esta ley se derogó. Todos los divorcios que con anterioridad fueron realizados quedaban anulados automáticamente. Si alguno de los cónyuges quería volver al matrimonio de origen, existía un amparo legal y podía hacerlo.
Los enlaces de segunda instancia solo se podían realizar en estado de viudedad, ya que la derogación anulaba los derechos anteriores de separación. Avances meritorios quedaron a la mitad del camino, se volvía a la represión y se forjaba un camino de desigualdad y desequilibrio. Los vínculos de libertad quedaban rotos. La mujer estaba sometida a su marido a extremos y su sumisión tardaría cuatro décadas en encontrar un sendero de apertura.
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