Reyes y mendigos

Vi ayer las imágenes de Paiporta. El Rey, el presidente del Gobierno y el de la Comunidad Valenciana se disponen a ver la situación sobre el terreno

El infame Pedro Sánchez empieza a ser insultado, mientras se les lanza barro y otras cosas a toda la comitiva. El destructivo presidente del Gobierno decide no seguir y huye protegido entre los paraguas de su cuerpo de seguridad. Los otros dos siguen, hasta que el Rey se queda solo y se pone a hablar con un grupo de jóvenes. Mazón se ha quedado atrás, como su supuesta inteligencia para saber gestionar una Comunidad Autónoma. Nunca he sido muy monárquico que digamos, pero el Rey demuestra una dignidad y una entereza que nuestra clase política ni tiene ni se espera que tenga.

Los más imbéciles de cada cuerda ideológica siguen defendiendo a capa y espada a su partido político, como si les fuera la vida en ello. Eso que defienden es precisamente el causante de que siga en paro o tenga un sueldo de mierda o a su abuela le den cita médica para cuando lleve varios años muerta. No funcionan los trenes, hasta hace poco uno de los pocos orgullos españoles. Personas que no llegan a final de mes con un trabajo de jornada completa. Y ninguna administración hace nada para cambiarlo.

Ayuntamientos, comunidades autónomas y Gobierno Central se echan las culpas los unos a los otros, mientras hay quien se parte la cara con quien tiene más que ver. Esos dos que se odian por redes sociales tienen más en común que a los que defienden. El pueblo se harta, pero al final se acaba rindiendo por algunos de nosotros que son los que bloquean el posible cambio.

Que a la gente le quede claro: no me interesa el y tú más, que este partido tenía que haber hecho esto y por eso el mío no ha podido hacer lo otro. Estáis tan abducidos que ya no me provocáis lástima, sino asco. La democracia sólo tendrá sentido cuando el pueblo coja las riendas de la misma y su participación sea más activa y tenida en cuenta de manera automática.

La toxicidad del sistema para favorecer a unos pocos ha llegado a unos límites insoportables. Ojalá las revoluciones se dieran de manera tranquila y ordenada. La violencia la ejerce el sistema de forma tiránica. ¿A quién defiende la autoridad? está claro que a la ciudadanía no. Entiendo el enfado de la gente en los pueblos valencianos. Para qué queremos a unas administraciones que están para esto y luego se ven superadas por los acontecimientos, porque no están preparados y además les importamos muy poco, por no decir nada. Sus vidas privilegiadas las amparamos nosotros y eso me jode.

Por favor, que nadie me justifique nunca más a su partido político de mierda. En esos pueblos valencianos la gente está sufriendo de verdad. No es una película ni una serie de Netflix o HBO que tanto ven esta chusma política. Lo dejo porque estoy empezando a repetirme, es lo que tiene que a uno le hierva la sangre ante el dolor ajeno, mientras los de siempre permanecen impávidos, como si se les hubiera congelado por un momento su paradisiaca forma de vida.