La grave crisis hídrica de algunas regiones de España es similar a la que padecen algunos otros países como México, que cada año una menor cantidad de agua por habitante. Y en los dos países es por culpa de lo mismo: líderes políticos que trabajan solo para conseguir más votos
Esto se debe a distintos factores. En primer lugar, el aumento en las sequías es un reflejo del cambio climático, con transformaciones en los patrones de precipitaciones y un aumento en las temperaturas. La infraestructura hídrica obsoleta y deficiente agrava la gestión del agua.
Hay también una disminución dramática en la disponibilidad promedio de agua por persona en diversos países como el nuestro a lo largo de las décadas, atribuyéndose al crecimiento demográfico, la mala gestión y el crecimiento de la producción agropecuaria.
La falta de agua acentúa problemas que impactan directamente a la población, incluyendo dificultades económicas para acceder a un suministro ininterrumpido y de calidad, así como la necesidad de incurrir en gastos adicionales.
Los políticos no hacen nada. La modernización de la gestión de recursos hídricos en todo el país supone unos gastos cuyos resultados solo son visibles a medio y largo plazo. Y eso no interesa a los políticos que quieren éxito rápido, por lo que prefieren comprar barcos de agua a un precio mucho más alto en lugar de encontrar soluciones reales e integrales. Es aquello de que, si le das un pez, has resuelto el hambre a una persona para un día, pero si le enseñas a pescar le has resuelto la vida.
La revuelta de los agricultores
La reciente revuelta de los agricultores pone de relieve un problema que lleva años sin resolverse en la comunidad europea. Con el agua quizá habrá que hacer lo mismo, salir a la calle para que esta necesidad de agua sea una prioridad en la agenda política. Porque, ante la ineptitud de los políticos, la responsabilidad de los ciudadanos debe llevar a acciones de presión para exigir acciones concretas a los líderes políticos.
En definitiva, la política sobre el agua es de las menos rentables y atractivas para los líderes que solo quieren engañar para obtener resultados electorales. Supone pensar en almacenamiento, precisamente donde llueve más o, en muchos sitios, con cisternas en lugar de grandes pantanos, etc. Y sobre todo revisar las cañerías, pues una gran cantidad de agua se pierde por las grietas de las conducciones.
Esas inversiones pueden ser menos rentables para los políticos que quieren poder y votos fáciles: consiguen más votos si regalan dinero a los pobres en lugar de crear trabajo para que dejen de ser pobres. Y un trabajo muy interesante es crear esas obras públicas, al igual que limpiar bosques, etcétera.
Tenemos que exigirles soluciones reales e integrales a todos aquellos que quieren nuestros votos.
Ya tuvimos un macrotransvase en proyecto en 2004, y se derogó por interés meramente político, además, dejó un odio intestino de muchas personas del valle del Ebro hacia personas de la región de Murcia… Sembrar odio para obtener un beneficio personal es algo que sólo se le puede ocurrir a un político, cualquier persona medianamente racional no lo haría.