Cuando aprovechamos las vacaciones para viajar, que es una de las mejores formas de disfrutarlas, algo de lo que con mayor frecuencia comentamos a nuestra vuelta es aquello que nos ha ido llamando la atención en las localidades visitadas. Y sucede así con las plazas de algunas ciudades: unas por su belleza, otras por su estilo o por su historia, pero casi todas tienen algo muy especial
La definición de plaza viene del latín platea, con el significado de espacio público con muy diversas actividades y funciones: mercado, fiestas, lugar de recreo, reunión del Concejo… (Diccionario de la Real Academia de la Lengua).
La mayoría de plazas son el centro o corazón abierto de los pueblos o ciudades. En ellas o desde ellas se ejerce o se organiza toda actividad social, política o económica de la civilización urbana. Ha sido así desde tiempos inmemoriales.
Quizás -según teorías vulgares o razonadas- las gentes que cultivaban la tierra, los que criaban animales, los que construían vasijas, útiles de hueso, madera, metal, telas… caen en la cuenta de que ellos precisan alimentos u objetos que no pueden o no saben crear, pero que les son de gran necesidad, y los pueden obtener de otras personas a las que podrían entregar lo que ellos sí tienen. Buscan cómo y dónde encontrarse para hacer un intercambio. Acaban por ir algunos días a un lugar cercano y se habitúan a hacerlo. Así surge algo nuevo e interesante.
Los griegos tenían en las ágoras o plazas públicas, donde se centraba toda la actividad administrativa, religiosa y comercial, el principal lugar de encuentro para sus charlas filosóficas.
En España, las plazas de sus ciudades acogen actividades muy diversas: mercado, fiestas, artesanía y comercio, vida social, religiosa, artística y administrativa. Casi todas ellas han venido albergando los ayuntamientos. Mirándolas por zonas, encontramos que en Andalucía muchos de estos foros se crearon remarcando la monumentalidad de joyas arquitectónicas de los casi ocho siglos de permanencia aquí de los árabes.
En Cataluña, gran parte de los foros deben su existencia a la idea de conservación de lo más preciado de su pasado romano, no olvidando la extensión e influencia citerior tarraconense. En la zona norte, en bastantes localidades vascas, cántabras o asturianas sus plazas presentan uno de sus lados abiertos al mar, sobre todo a partir del siglo XVIII, en sus villas marineras. En Castilla, aparece el prototipo de plaza mayor comenzando por Valladolid, que marcó ese modelo a partir del siglo XVI.
Plazas, placetas, ágoras, foros -como las definamos- suelen ser lugares en donde han tenido lugar acontecimientos históricos, donde los habitantes de la ciudad gustan de reunirse, donde se celebran fiestas locales… Por dichas circunstancias se han ido denominando Plaza Mayor, Plaza Nueva, Plaza Real, Plaza de la Constitución, Plaza de España, Plaza de la Villa u otros títulos.
Todas ellas, históricamente, encuentran su importancia o grandeza por haber sido escenario de actos o hechos meritorios; o lo son por sus dimensiones o su belleza. Presentaremos varias, sin que el orden en que se haga indique ningún tipo de preferencia.
La Plaza Mayor de Almagro
La Plaza Mayor de Almagro es digna de mención por estar en ella el Corral de Comedias, teatro construido en el Siglo de Oro, a finales del siglo XVI o principios del XVII, y que tiene el honor de ser el único que se conserva. Fue declarado en 1955 Monumento Histórico-Artístico. En este recinto se celebra todos los veranos el ya célebre Festival Internacional de Teatro Clásico, de probado prestigio.
Su plaza es la imagen que caracteriza a esta ciudad. Se originó como lugar permanente de mercado. De planta rectangular irregular, la forman dos flancos y la cierran el Ayuntamiento y jardines. Los flancos laterales son largas galerías, actualmente acristaladas, bajo las que sus soportales cuentan con 85 columnas de piedra, de orden toscano, que las sustentan. En dichos soportales se han ido instalando artesanos y comerciantes. Dichas galerías acristaladas recuerdan fachadas costeras de los Países Bajos y sus partes de madera están pintadas de verde, color que las caracteriza.
En el lado sur de esta plaza estaba el Palacio Mestral, del que en la actualidad se conservan algunas partes. La ciudad de Almagro (Ciudad Real) tiene un origen antiquísimo, data nada menos que del Paleolítico, pero realmente comienza su historia con la encomienda de la Orden de Calatrava en la Edad Media, llegando a su máximo esplendor cuando al principio de la Edad Moderna se establecen allí los banqueros de Carlos I, los Fuggers, familia alemana, en el siglo XVI.
La visita a Almagro puede completarse con un recorrido para contemplar multitud de blasones que abundan en edificios civiles y religiosos, como el colegio de la Compañía de Jesús, la iglesia de San Agustín, que conserva una buena colección pictórica de la escuela de Zurbarán; el convento de Santo Domingo, unida al cual se construyó -con licencia de Julio II- la Universidad, en la que se impartieron clases hasta el año 1824. A partir de su clausura, solo se conservó la iglesia.
Acabaremos no sin recordar dos detalles muy típicos de esta ciudad: sus riquísimas berenjenas -verdadero manjar- y sus encantadores encajes de bolillos, tejidos por mujeres del pueblo, artesanía que se inició en el siglo XVI. Como colofón, un consejo: en este viaje, o programando otra ocasión, recordemos que estamos en tierras manchegas para poder gozar de la cervantina ruta de Don Quijote.
¿Suena de algo la Cueva del Medrano? Está en Argamasilla de Alba y es bastante probable -algunas fuentes así lo aseguran- que, estando prisionero en ella Miguel de Cervantes durante cuatro meses, se diera en escribir la historia del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
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