protestas contra sanchez

Una de las múltiples concentraciones que ha habido en los últimos días frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid. / EFE

Opinión, Política

Mondas de patatas y colillas apagadas

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Escribir sobre política es un suicidio artístico. Pretender hacer belleza de la palabra escrita manchándola con lo más ruin de esta sociedad es una quimera cuya cabeza de león debería devorarles. Políticos descabezados que no montan a caballo como en esa película de Tim Burton. Prefieren los coches oficiales y que seamos nosotros los que nos subamos a los orfidales. La mente siempre viaja en ‘business’ aunque sea de manera accidentada

Se va a perpetrar un gobierno autoritario que se sabe por encima de la ley, ya que ejerce el poder de esa manera. La ley es una cosa para el pueblo, para esas clases sociales que dedican sus días a ver la manera en que pueden ganarse la vida y que sus problemas sean los menos posibles. Poder vivir en paz, tranquilos, pero los que deberían velar por el bien común han decidido que no sea así. Sabíamos que el mundo no es un lugar justo y que España no era la excepción, pero hacerlo tan evidente y sin ninguna máscara, nos hace enrojecidos de rabia a los de siempre, y no de vergüenza a los que han perpetrado esta deshonra.

El Terminator guapo, el mentiroso Sánchez, dos días antes de las elecciones dijo en laSexta que no habría amnistía por convicciones políticas y porque es anticonstitucional. Que el líder socialista era una persona que carecía tanto de códigos éticos como de principios era algo que evidenciábamos muchos, pero es algo que ahora tiene una nitidez y una claridad como el agua de cualquier manantial. Para el partido socialista y sus socios, cómplices de estas inmoralidades y delitos, como lo son los partidos de izquierda nacionales y los nacionalistas vascos y catalanes, la verdad en la política es un concepto discutido y discutible. La verdad se puede inventar, manipular, moldearla de una manera arcillosa. Pero los que se han manchado de barro hasta los dientes son ellos. Ninguna ducha podrá quitarles la suciedad de sus almas.

La excrecencia

Pretenden manipularnos con que esto es una lucha ideológica. Que todos los que no estamos de acuerdo con la excrecencia que han perpetrado somos de extrema derecha, argumento muy democrático ese: si no piensas como yo, no es que no te respete, es que pasas a ser un radical antidemocrático, como dijo hace poco ese niño repelente, y no por listo, que es Errejón. Justificarse es un acto vergonzoso ante estos individuos maleantes cuya indignidad es lo único que brilla en sus horizontes. Bien saben ellos que simplemente hay que ser un amante de la igualdad, de la libertad, en definitiva, de la verdadera democracia, para colocarse enfrente de ellos para defender nuestra dignidad.

Hace tiempo que vengo escribiendo por aquí que nuestra clase política no defiende unos ideales, una manera de entender la vida que la haga más próspera para los ciudadanos. Esto va de poder y de conseguirlo de la manera que sea. Todos los partidos políticos cumplen esta premisa, pero es que hasta los delincuentes de otros negociados tienen unos códigos que respetan. Que les pregunten a los violadores y pederastas qué piensan de ellos el resto de presos. Y la línea que ha sobrepasado el Partido Socialista es de una gravedad insoportable: perdonar delitos de una gravedad difícilmente superables a nivel político, saltarse el poder judicial, las leyes y hacerlo simplemente por obtener la poltrona del poder, ya ni siquiera por convicciones ideológicas.

Y es que los diferentes politicuchos y politicuchas del Partido Socialista han reconocidos en las entrevistas que les han hecho estos días que, si han hecho estas cosas, es porque no había otra manera de seguir en el poder. Hablaban de que las circunstancias obligaban a hacer esto si querían seguir gobernando. Para qué disimular lo que es obvio. Pero eso es reconocer que, si no hubieran necesitado esos siete miserables votos, no habrían hecho lo que finalmente han necesitado hacer para satisfacer sus intereses. Así que no es una cosa que hayan hecho por convicciones ideológicas, sino por agarrarse a la poltrona. Nunca fue más difícil diferenciar el marxismo ideológico con el de Groucho. Eso de tener unos principios, pero poder ser cambiados por otros que les beneficien más, hacen de su camarote un sindiós sin gracia alguna.

Uno que no vota y que no se debe a que mis pensamientos estén en los extremos antisistema, no les va a comprar la mercancía averiada a este gobierno y a sus secuaces socios, de que los radicales somos los que queremos ser tratados con respeto e igualdad y que, según ellos, no hemos aceptado el resultado de las urnas, conocedores como son de que la ley electoral es injusta y que no vale igual el voto de Iker en Getxo que el de Teresa en Ciudad Real. Y es que uno pensaba que 300.000 votos eran siempre 300.000 votos, valga la redundancia, pero no es así, si se consiguen todos en el País Vasco o Cataluña, tendrán más influencia y poder real que si los consigue el Pacma desperdigados por todo el territorio nacional. Y, a partir de aquí, empiezan el resto de problemas que ni el PSOE ni el PP han querido nunca solucionar, pues se benefician de esa ley.

No sé si en algún momento los ciudadanos tendremos una ley para controlar a nuestro gobierno de turno, que explique hasta dónde puede llegar el poder que ellos representan y que nosotros les cedemos. Pero no debemos permitir que nos denigren de esta manera. Esto no va de ideologías, sino de dignidad y respeto.

La cosa huele muy mal y el olor viene de la casta política, hoy representada en Pedro Sánchez y sus huestes. Y el pueblo está muy acostumbrado a sacar sus desperdicios cada noche a su contenedor más cercano. Así que la basura política no tiene por qué ser una excepción. Debemos sacarla de nuestras vidas y, si no, no quejarnos y seguir pudriéndonos entre las mondas de patatas y las colillas apagadas. Eso somos para ellos y así nos tratan.


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Un comentario

  1. Jesús Peinado

    Es cierto, y es una pena que así sea, pero hay pecados que parecen hechos para un determinado tipo de pecadores, y uno de ellos, quizás el más visible, es la ambición, que ciega hasta la luz del sol 🌅 .

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