aduladores de almas

La superficialidad es la gran plaga del siglo XXI.

Opinión

Los aduladores de almas

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Somos cooperadores de este mundo casi agónico que consiente guerras sin sentido por el dominio y la codicia de unos pocos, incapaces de rectificar y pedir perdón

Inoculamos resentimientos y cohibimos la afección hasta extinguirla. Tanta ofuscación, tantos sucesos luctuosos… Participamos de los inmensos horrores que se producen en el mundo, no nos paramos a pensar en las consecuencias de esas actuaciones. Emponzoñamos rencores y atenazamos la afección hasta extinguirla. Colaboramos en el ocultamiento de la justicia y la presentamos con una atenuada procacidad.

Pavoroso hundimiento del raciocinio y exaltado triunfo de lo irracional

El pavoroso hundimiento del raciocinio y el exaltado triunfo de lo irracional abundan por doquier en nuestro mundo. Hay que subyugar el rencor y la venganza en esta sociedad estremecida. 

Estoy harto de abusos, corrupciones e imposiciones por dondequiera a costa de los currantes y los más débiles. Me asquean las ideologías radicales, las purezas de sangre y humillaciones de razas, de religiones que utilizan a Dios para su conveniencia.  

Me incomoda aguantar a engreídos. Creo firmemente en las personas responsables que protegen los derechos humanos y también el de otros seres vivos

Me incomoda aguantar a engreídos que, a pesar de sus títulos, escasean de humildad y amabilidad con los demás. Disfruto con gente que sabe de qué va esta vida, que está pendiente de su prójimo, que no se ríe de la gente por sus fallos o por su ignorancia o incluso por su inocencia a la hora de ver este mundo.  

Caricias para sobrellevar la dureza de la vida

Creo firmemente en las personas responsables que protegen los derechos humanos y también el de otros seres vivos. Los aduladores de sus almas no saben palpar los corazones de tanta gente esparcida por este deambular, que necesitan caricias porque sus vidas han sido golpeadas duramente.  


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Un comentario

  1. Una vez más, coincido con la visión del profesor don José Ramón Talero.
    Las diferentes religiones, la ética y la moral nos incitan a actuar en favor del débil, del oprimido, del verdaderamente necesitado. No hay justicia sin verdad y equidad.
    Nuestro problema, en estos tiempos, estriba en dar con la verdad y aplicar la equidad, allí donde nuestra capacidad nos permita hacerlo. Y no ser cómplice de las falsas verdades, de la irracionalidad, de los tópicos interesados, de quienes usan el nombre de Dios sólo en su propio beneficio.

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