Las dos Españas y el barro

Como es lógico, mucha de la gente que ha ayudado durante este puente del 1 de noviembre en los pueblos valencianos, tiene que dejar de hacerlo para incorporarse a sus puestos de trabajo. Los afectados se van a ir quedando más solos. Como lo ha estado siempre el pueblo que ha esperado algo de su clase política

Los medios de comunicación pagados por el PP y por el PSOE siguen repitiendo como loritos lo que les dicen sus amos. Lo llaman publicidad institucional, pero es el impuesto revolucionario para que no cierren. La prensa, por desgracia, es parte del problema y no de la solución.

Pedro Sánchez sigue embarrado hasta arriba de corrupción y de falta de valores morales y empáticos, pero se habrá levantado en una habitación pulcra y limpia. Mazón estará jodido, pues no se esperaba que ser presidente de una comunidad autónoma le hiciera tener que trabajar tanto. Y está claro que no estaba preparado para ello. Seguro que esperaba la comodidad que suele llevar ese puesto, que trabajen los asesores y los funcionarios y me lo den todo hecho. Pero ahora se le ven las vergüenzas. Tanto uno como otro, sólo esperan que pase el tiempo para que todo esto se olvide. Sánchez y Mazón representan lo que es la bazofia política actual. Sus egos son superlativos y contradictorios. Por un lado, les gustaría pasar desapercibidos en momentos como este, pero por otro les gusta ponerse medallas cuando creen que han hecho algo bien, algo que nunca se debe ni a sus talentos ni a sus capacidades.

Si te metes con el amado líder eres de ultraderecha, un facha peligroso y violento. No aceptan la crítica, está claro que sus formas dictatoriales les delatan. No quieren imponerse por medio de la razón, sino de la enajenación transitoria que a algunos les dura toda la vida. A mí este gobierno de España me espanta. Desde ese día me convertí en nazi. Me miré en el espejo y no recordaba haberme afeitado dejándome un bigote hitleriano. Me vi alzando el brazo derecho cuando iba en el autobús para agarrarme a la barra y no caerme, pero no podía engañar a nadie, me estaba derechizando de forma peligrosa y eso que, en mi familia, siempre he sido el rojeras y nunca haya votado a un partido que vaya del centro a la derecha.

A mis nuevos enemigos de la izquierda no les valió que me echaran de un periódico que dirige Ansón por meterme con la todopoderosa Ayuso en un artículo; o en otro que lleva en su nombre la objetividad, donde critiqué de manera irónica y mordaz a la gente de Vox, recibiendo decenas de críticas por ello. No se admiten fisuras. Bloque férreo. Corea del Norte está cada vez más cerca. Los fieles seguidores de los partidos que representan a las distintas izquierdas españolas llevan con los ojos achinados todo este tiempo.

Me cuesta entender por qué unos y otros compran toda esa mercancía averiada. Es como si les alimentase y les diera sentido a sus vidas defender a capa y espada a esas organizaciones mafiosas llamadas partidos políticos. Mientras tanto, la miseria moral nos ahoga y la pobreza de todo tipo se nos agarra a las entrañas como lapas hambrientas. Dicen que la democracia es el gobierno del pueblo. Avísenme cuando llegue.