Lo único que espero, aunque no las tenga todas conmigo, es que la humanidad, cargada de estupidez, aprenda la lección tras esta crisis sanitaria. Nos han parado en seco y ya veremos cuándo y cómo volvemos a arrancar.
Nos creíamos, cada uno en su ámbito, que eramos lo más; mirándonos continuamente el puñetero ombligo y alimentando el egoísmo y el narcisismo hasta límites insoportables. Pues llegó el parón.
A ver si de verdad salimos reforzados y esto sirve de purificación mundial de conductas inadmisibles. Lástima que, para ello, se quede tanto inocente en el camino. Una pena de verdad.
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