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los fantasmas atacan al jefe

Uno de los carteles de la película 'Los fantasmas atacan al jefe' (1988).

Opinión

Fantasmas navideños

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La gente que me conoce sabe que la Navidad no me gusta. Un servidor cree que la elegancia va en dirección contraria a donde se dirigen los defensores de esa festividad. Gente que celebra cosas porque le dicen que hay que hacerlo. Igual que hacen lo que les mandan porque se lo dicen su jefe o su pareja. O que votan porque les dicen que eso hacen los buenos ciudadanos, sobre todo los que se sienten más ovejas que humanos

La libertad tiene un precio siempre demasiado caro de pagar. Pocos son libres de verdad y hacen lo que quieren en cada momento. La Navidad es por esto una de las mayores esclavitudes que conozco. Arrastramos cadenas por todos los lados, menos en la cartera. Esa está libre para que siga gastando un dinero, que este sí, viaje libre a los bolsillos de los de siempre.

Pero uno piensa que siempre debe haber unos límites. El otro día fui a una cafetería a desayunar. Las camareras atendían a los clientes de manera rápida y eficiente. Además sonreían, que siempre es un plus en unas personas que no estarían allí si no se les pagase. Si trabajar ya es una imposición involuntaria, imagínense lo que pensé al ver lo que habían hecho con ellas. La perversión de un jefe puede llegar a límites insospechados por la mente más enferma y malvada. Un servidor no podía creer lo que estaba viendo. Se me helaba la sangre en cada respiración entrecortada que mis pulmones sobrecogidos exhalaban en un vaho que me dejaba boquiabierto.

Que hay jefes que juegan a ver hasta qué punto pueden llevar la sumisión del trabajador ante ellos es algo que todos conocemos. Envolverlo en un papel de regalo que quiere dar un mensaje de alegría y felicidad me parece de un retorcimiento insuperable. Allá voy. Sé que están esperando a que diga qué fue eso tan grave que vi. Pues es lo siguiente: a esas dos eficientes camareras se les había obligado a ponerse en sus cabezas unas diademas de las que surgían motivos navideños. En sus cabezas se mezclaban abetos con renos, bolas del árbol de Navidad y espumillón por doquier. Nunca había sentido una humillación ajena como tan propia. No tenían suficiente las pobres trabajadoras con aguantar a unos clientes casi siempre con prisas y malas caras para que ahora se les añadiese a sus cabezas otros problemas reales en cuya estética la fealdad se hacía arte.

A un servidor lo que realmente le interesa saber es lo que tiene en la cabeza el jefe o jefa que pensó que eso era una buena idea. Lo que no tiene seguro es una diadema con la palabra sátrapa, que es lo que debería llevar si quisiera dar ejemplo con su decisión. El ridículo que lo hagan las trabajadoras, que para eso les pago. Tampoco lo entiendo como decisión comercial. No creo que los clientes agradezcan o vean como una cualidad positiva que, durante estos días, la persona que les sirva el café con los churros, el croissant o el pincho de tortilla lleve en la cabeza el peso de la humillación y la falsedad de estas fechas.

Ningún cliente les dijo nada ni se pusieron más felices al verlas de esa manera. A mí me dieron ganas de preguntarles si cobraban un incentivo al aceptar ridiculizarse, pero eso me hubiera dejado en mal lugar a mí, pues sería regodearse en la situación y ellas ya tienen más que suficiente. Además, todos sabemos lo gratuito de la respuesta.

Esas dos camareras me representan en estos días como no lo hace nadie. Yo no llevo ninguna diadema absurda, pero de mi cabeza brotan todos los fantasmas de estas fiestas. Y son ellos los que se asustan, mientras esperan a que su luz y su música se apaguen.


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5 comentarios

  1. La semana pasada vino a mí casa un empleado de Correos con una diadema de reno para que firmara un certificado de la DGT (multa, supongo) No firmé, claro, porque yo no trato con cérvidos cuestiones administrativas.

  2. A ver si fuimos a la misma cafetería… Porque donde yo desayuno hicieron lo mismo. Bueno, no hay que dramatizar…a lo mejor a los mismos empleados no les parece mal llevar un toque festivo, o les gusta su trabajo( hay gustos para todo). Despuésdever en las despedidas de soltero a los novios vestidos de Elsa de Frozen tan felices ( o no). Ya nada me sorprende. Te deseo Feliz Navidad ( si quieres, quita lo de Navidad).

  3. Yolanda Corell

    Cada día, a muchos, se nos hace más cuesta arriba la Navidad. A mí me preocupa cómo se estarán calentando muchas personas en sus casas, con este frío y al precio que están los suministros. Eso sí, igual no tienen calefacción y sí luces de navidad.
    Yo quiero mis vacaciones, el descanso merecido al final del trimestre, pero los renos y los espumillones empiezan a darme alergia. Amor y Paz, querido Manu, eso deseo.

  4. Alicia

    Sí, este año parece muy moderno y happy lo de la diadema. A mi, personalmente no me gusta, ni esas ni mucho menos las de unicornio. Y sí, debería el jefe ponérsela también…

  5. Caballero Dorrego, pues para un servidor cada vez es más común toparse con cérvidos para todo tipo de temas, espero que esa plaga como la Navidad solo sea algo pasajero. Julia, puedes desearme Feliz Navidad, lo prefiero a esa cursilería de Solsticio de invierno, yo también te la deseo a ti, compañera, y ya sabes que me gusta mucho lo que haces aquí. Yolandita, siempre acertada en lo que verdaderamente importa, recuerda que tenemos pendiente una quedada, y Alicia, muchas gracias por tu generosidad.

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