Ir a lo tuyo es lo más inteligente que puedes hacer en la vida. Hacia fuera hay que hacer las cosas justas y necesarias. Solo hay que hacerle caso al ruido interno, el exterior siempre puede esperar, a no ser que seas de los que quisieran haberlo provocado. Y es que si Faemino nos hace reír es porque se ríe de ver cómo vivimos los demás
Estar a la altura de Faemino no es fácil. Pueden preguntárselo a Cansado, su inseparable compañero y con el que forma el dúo cómico más interesante que ha habido y que hay en España. Bajito, calvo y con bigote, eran unas cualidades que hacían de Cansado el prototipo de humorista perfecto, además de hombre versado y con el don de la palabra. Pero llega un hombre con pelo peinado para destacar su flequillo, que, por cierto, tengo claro que Jim Carrey lo ha copiado de él para hacerle un homenaje, y simplemente con ponerse delante del micrófono, la gente empieza a reírse como si se les hubiera activado de manera automática el botón que la provoca.
De Faemino no sabemos prácticamente nada. Una cosa buenísima para que un servidor pueda inventarse esta estampita, como ha hecho con cualquiera de las anteriores, pero aquí con coartada. Faemino, cuando no actúa junto a Cansado, se dedica a sus cosas. Si trabajas más de lo necesario, no tendrás tiempo para gastar ese dinero y ser tonto es algo normal en nuestra sociedad. Pero que uno mismo sea el que se ponga los grilletes para ser esclavizado, es algo que no es admisible.
A Javier Cansado, su amigo y compañero, no le importa colaborar en radio, televisión y en algún podcast. Algo muy respetable, como es lógico. Hay quien tiene unas inquietudes hacia fuera que necesitan ser saciadas. El hambre no se le va ni después de un gran banquete. Pero Faemino nunca quiso exponerse tanto públicamente.
Se cuentan cosas de un Faemino de gustos típicos, pero sagrados. Un cordero segoviano regado por vino de la región. La mirada suave y abrasadora de la mujer que le acompaña en el momento perfecto. Una reunión con amigos donde las risas se mezclan con los hielos solitarios que quedan en los vasos vacíos, ávidos por volver a ser llenados.
Faemino tiene gracia porque fue bendecido por ella. Hay quien busca la gracia de Dios y quien busca reírse después de tanto buscarlo y no encontrarlo. Otros creen encontrarlo entre los cuerpos desmembrados de israelíes y palestinos. La guerra es un chiste sin gracia. Y cuando se busca santificarla, sólo se ríen los más sanguinarios de cada bando.
La religión de Faemino es disfrutar de la vida. Trabajar lo justo, que ya es mucho, y que él lo ha hecho y lo hace. Pasar desapercibido y esconderse entre sus placeres favoritos. Vivir para luego contarnos las anécdotas en sus espectáculos junto a Cansado. Y todos sabemos que las mejores historias son las contadas como las sentimos y no como fueron. La realidad debe ser sustituida por la alegría de lo que fue o pareció ser. Faemino vive y cuenta la vida como la ve y, si a los demás nos hace gracia, es un problema nuestro. Saber que es nuestro filtro el que está defectuoso es el que hace activar ese mecanismo.
Faemino seguirá a lo suyo y espero que sea por mucho tiempo. No saber lo que hace cuando se baja del escenario, que es realmente cuando empieza el espectáculo. Ojalá que algún día pueda convertirme en un espectador de tan sublimes momentos.
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