Ella es una tenista que no quiere jugar al tenis. Lo que se fue no se deja de ser. El pasado no puede borrar el presente, pues su tinta es más sólida que el lápiz con el que escribimos el ahora. Estamos rodeados de gomas de borrar para que lo olvidemos al despertar mañana
Garbiñe acaba de cumplir treinta años, una edad maravillosa para disfrutar de la existencia. Ella se ha dado cuenta de ello, los raquetazos hay que dárselos a la vida, para exprimirla de manera que su pulpa decida vivir en tu lengua. Hay que saber vivir. Saborear los puntos ganadores de los partidos que no se juegan en la pista e imaginar otros que se hacen realidad en los sueños.
Muguruza ha hecho unas declaraciones donde dice que no se ha planteado volver al circuito de tenis profesional. Hay quien la ha criticado por tomarse un descanso indefinido en los mejores años de la carrera de un deportista. La motivación es una cuestión individual, de uno mismo, donde los demás lo único que pueden hacer con sus injerencias es molestar y ser una mala influencia.
La vida es más que una pista de tenis
Garbiñe Muguruza ha ganado dos Grand Slam. Roland Garros y Wimbledon. Las hermanas Williams sufrieron su mejor momento tenístico en dos finales donde no perdió ni un set. Incluso a Serena le ganó un set en blanco. Garbiñe es, después de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, nuestra mejor tenista de la historia. Pero no todos los deportistas tienen la necesidad de convertir sus mentes en piedras de hormigón como la susodicha Arantxa o Rafa Nadal. Dos referentes de la historia de nuestro deporte y ejemplos a seguir. Pero también es respetable no tener esa mentalidad competitiva que se alargue en el tiempo. La vida es más que una pista de tenis. El escritor norteamericano Foster Wallace jugó al tenis hasta que supo que la vida tenía que escribirla o acabar con ella. A veces, el punto de partido sí que augura el final de todo.
Y Garbiñe lo que quiere es jugar a vivir. A disfrutar pasando bolas imaginarias sobre una red invisible donde pescar alegrías. Mi opinión es que volverá y que será mejor jugadora que antes. Disfrutará del camino, su viaje a Ítaca no tendrá fin ni horizonte a la vista. La estética del momento eterno lo dominará todo. La pelota se suspenderá en el aire tras ser golpeada por ella y, en su vuelo, será el tiempo quien gane el punto.
Garbiñe le quita el personaje a Scarlett Johansson en Match Point. La jugadora es ella y no el objeto de capricho de un hombre que siempre perderá los partidos sentimentales. Hay que matar el sufrimiento, no quien te lo genera. Garbiñe coge la raqueta y, desde el fondo de la pista, impacta a la pelota que, lentamente, va a parar a la parte superior de la red. Durante unos segundos, se suspende en un aire que eterniza el momento. Si pasa al otro lado, ganará el punto. Si se queda en el suyo, lo perderá. Mientras la pelota cae, ella vive feliz sabiendo que lo hará donde ella quiera.
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