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Así quedó el parking subterráneo del Centro Comercial Bonaire (Aldaya, Valencia) tras el paso de la dana.

Opinión, Política

Estamos solos

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Por distintos motivos, me he visto obligado a soportar, muy en contra de mi voluntad, algunos minutos de televisión en los que tal o cual responsable político se sacudía las pulgas, por supuesto, echando la culpa a otra administración en relación con la ayuda pésimamente gestionada y coordinada a los afectados por las inundaciones en Valencia

¿De verdad alguien piensa que a las personas afectadas por este desastre les importa lo más mínimo de quién es la responsabilidad de movilizar tal o cual medio o de declarar tal o cual nivel de alerta? ¿En serio? ¿Es que a nadie en este país le queda un poco de dignidad como para tirar a la basura la puñetera calculadora electoral por unos días?

Vergüenza, vergüenza y más vergüenza es la que se puede sentir al ver tan bochornoso espectáculo. Por supuesto, siempre hay muchas honrosas excepciones de ciudadanos anónimos que, por su cuenta y riesgo y con más ganas que organización, se vuelcan en ayudar cada uno como bien puede, haciendo bueno el Cantar del mio Cid: «Dios, qué buen vasallo sería si tuviese buen señor». No obstante, también hay que saber asumir la responsabilidad de cada uno, al menos de forma conjunta, pues no sería la primera vez en la que se decreta una alerta de cualquier tipo que luego, por fortuna, no se materializa. Y luego hay ciudadanos que se mofan del exceso de previsión a toro pasado.

Sea como fuere, cualquier servidor público es eso, un SERVIDOR pagado con los impuestos recaudados por el Estado, que no son pocos, y en ningún caso debería servir a intereses particulares ni partidistas, sino a las necesidades de la población en general. ¿A alguien se le ocurre mejor servicio que auxiliar a personas que son españoles de pleno derecho y que lo han perdido todo por una catástrofe natural? A mí no.

Inmovilizados durante demasiado tiempo

Pues bien, tenemos policías, bomberos, guardias civiles y demás servidores públicos pidiendo, por favor, que los movilicen para ayudar en Valencia. Estos servidores públicos, evidentemente, son de los buenos, de los que se dejan la piel en cada ocasión, pero cómo no, tenemos por encima algún mando, me temo que en general son cargos de libre designación que, por el motivo que sea, no los movilizan.

Lo de cargos de libre designación se lo traduzco a aquellos que estén poco familiarizados con la administración pública española: cargo de libre designación = enchufado político que puede saber del tema que se le ha encargado o puede no tener ni el Graduado Escolar ni la más mínima idea, ni ganas, de saber o aprender del tema que se le ha encomendado y cuya única misión suele ser la de que, en la Administración pública estatal o autonómica, por encima de todo, cuenten los intereses de nuestros líderes políticos, lo que implica que nuestros intereses son secundarios si es que se tienen en cuenta.

La solidaridad florece ante la incompetencia política

Desesperante es ver cómo incluso hay servidores públicos que, ante la pasividad de sus superiores, se han desplazado por su cuenta y riesgo sin autorización y equipos y enfrentándose a posibles sanciones. A estos sí que habría que darles medallas y reconocimientos. Es más, teníamos ayuda a nivel internacional esperando a que el Gobierno central se dignase a declarar el nivel 3 de alama para poder venir: 250 bomberos ofrecidos por Francia y 300 rescatistas y paramédicos y cascos blancos ofrecidos por Argentina.

Vale que la tragedia es difícil de avisar, vale que había aviso de nivel rojo por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y que había emitido un aviso de nivel rojo que mucha gente ignoró, pero ya «se han matado muchos en la curva», lo único que nos queda es ver que hay alguien al volante y que la «curva» se va a arreglar lo antes posible.

Les importamos un carajo

Sabemos o deberíamos saber que a un político sólo le importa una cosa, y es mantenerse en el poder a toda costa sin importar los medios necesarios para ello ni sus consecuencias. Esto es así en cualquier parte del mundo y en cualquier época. En nuestra España actual, tenemos un sistema estatal central, 17 autonomías y dos ciudades autónomas con poder político, mucho arroz para tan poco pollo.

Probablemente a todos, y léanlo bien, a todos los responsables políticos del Estado y de las autonomías o ciudades autónomas les importan un carajo los afectados por las inundaciones o por cualquier otro problema que pudiese ocurrir. Lo único que les interesa es que, cuando sean las elecciones, salgan más votos de los suyos que de los demás y, si es con mayoría absoluta, mejor. Pues eso, si eso es lo único que les interesa, anótenlo ustedes y actúen en consecuencia, que ya son mayorcitos, y cuando llegue el momento de dejar o no dejar la papeleta en la urna, acuérdense de Valencia y del resto de faenas vergonzosas que nos tenemos que comer con patatas día tras día y hagan lo que crean más conveniente para sus intereses y olvídense de ideologías y boberías de ese estilo.

Si algo nos ha dejado claro esta desgracia es que los ciudadanos estamos solos y que tenemos que aprender a depender menos del Estado y más de nosotros mismos asumiendo la responsabilidad personal de cada uno.


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