En este nuevo marco legislativo de protección máxima a la mujer, se dan casos de difícil solución en los que, aunque el varón tenga la razón, debe claudicar en favor de la fémina por esa inquietud que lleva en el ambiente desde hace pocos años: «¿Me denunciará si le digo algo inapropiado, si me acerco demasiado o si le echo el aliento en la cara?»
Hay hombres buenos, regulares y malos. Y lo mismo pasa con las mujeres. Pero, normativamente, en estos tiempos, Paco debe ponerse siete condones si va a afrontar una discusión con Pepa en el trabajo, en el vecindario, en el parque infantil o en el autobús. Ellas tienen la sartén por el mango.
Que quede claro que sólo me estoy refiriendo a los casos en los que, de forma flagrante, el hombre se ve atado de pies y manos ante la posibilidad de recriminarle algo a una mujer que puede ser una verdadera choni, una burraca o, como se decía en tiempos de mi padre, una maleducada de familia bajuna (gracias a Dios, abundan más las buenas mujeres, pero te puede tocar la china).
Mucho cuidado en los parques infantiles
Pongo un ejemplo: el hijo de una poligonera sin estudios y sin educación está molestando a la hija de un señor en un parque infantil de una ciudad cualquiera: se mete en el juego de la niña y sus amigas sin que nadie le haya invitado, espanta a las palomas, le grita al oído a la pequeña… Y la situación se mantiene un buen rato ante la mirada impotente del progenitor, que ya no aguanta más y se atreve a decirle a esa madre que, por favor, le diga a su hijo que no moleste. Pueden pasar dos cosas: que la choni pida disculpas y se lleve a su hijo a otra parte o -lo más probable en un perfil de mujer empoderada y maleducada- que se envalentone y le espete al señor: «¿Tú quién coño eres para decirme que mi hijo está molestando? ¡Si es un niño! ¡Él sólo está jugando, payaso!».
El hombre tiene que hacer un ejercicio de contención cuasibudista para no contestar si no quiere que, encima, le amenace con llamar a la policía y denunciarle por acoso a ella y a su hijo. Al final, el padre cogerá a su hija de la mano y tendrá que irse para evitar la confrontación.
Conozco a chavales que se han tomado al pie de la letra lo de firmar un contrato con una tía antes de follar una noche cualquiera. Llevan la aplicación en el móvil. El antimorbo. No vaya a ser que a la chica le dé por denunciarle al día siguiente…
La discriminación positiva provoca monstruos
Es verdad que vivimos la lacra de la violencia de género y las mujeres siguen siendo asesinadas por sus parejas y exparejas con cifras anuales que causan pavor. Ahí debemos ir todos a una. Pero otra cosa muy distinta es que un hombre tenga que perder hasta su dignidad para no importunar a una chica, muchacha, señora o fémina que te está echando el humo del cigarro en la cara en la mesa de al lado de la terraza del bar por miedo a acabar en el calabozo esa noche. Porque, igual que hay energúmenos que no saben razonar y cuyo único lenguaje es el insulto, también hay energúmenas (sólo hay que echar un vistazo a Gran Hermano o a La isla de las tentaciones para darse cuenta). Y si eres hombre y le llamas la atención a una energúmena, aunque sea educadamente, ella va a ir a por ti, a machacarte. Y tú, si te defiendes, puedes acabar siendo un machista ante la policía y ante el juez. Así estamos.
Como sociedad, hay que separar bien los términos y denostar el feminismo de pose que beneficia a las malas mujeres que creen que pueden atizar (con la mano o con el verbo) a un varón como si fuese una piñata y salir impunes.
Educación, educación, más educación y una pizca del perdido sentido común, aprendido en casa a ser posible, que en el colegio se aprenden otras cosas.