Hoy viernes, día 8 de marzo, se celebra de nuevo la efeméride que se conoce con el nombre del Día Internacional de la Mujer, antes denominado Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La palabra efeméride significa ‘acontecimiento o suceso notable con el que se quiere recordar el aniversario de un hecho determinado’
¿Qué se quiere rememorar hoy? Históricamente su origen está en las manifestaciones de las mujeres que, especialmente en Europa, reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre mujeres y hombres. El feminismo en sí, es un movimiento político, social, académico, económico y cultural que busca crear conciencia y condiciones para transformar las relaciones sociales, lograr la igualdad entre las personas y eliminar cualquier forma de discriminación o violencia contra las mujeres; no se trata, como señalaba una compañera, de defender que hombres y mujeres sean iguales ni siquiera que las mujeres sean iguales unas a otras. Se trata de que todos y todas debemos ser tratados con justicia y respeto. Tiene que ver, pues, con la igualdad de derechos y de oportunidades para todos y todas.
Actualmente, este día pretende darle visibilidad a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. Pero ya en la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían «libertad, igualdad y fraternidad» marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
Este día empezó a conmemorarse por la ONU en 1975 y, dos años más tarde, fue proclamado por su Asamblea. En relación a este tema, el capítulo más cruento de la lucha por los derechos de la mujer se produjo, sin embargo, el 25 de marzo de 1911, cuando se incendió la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Un total de 123 mujeres y 23 hombres murieron. La mayoría eran jóvenes inmigrantes de entre 14 y 23 años. Como esta son muchas las fechas destacables, pero nos vanos a ceñir solo a algunas.
Tradicionalmente, se vincula la lucha feminista al color morado, promovido por Emmeline Pethick-Lawrence, una de las más destacadas sufragistas que lo explicaba así: «El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco simboliza la honradez en la vida privada y en la vida política. Y el verde simboliza la esperanza en un nuevo comienzo», que también las representaban.
Soy profesora de instituto y tratando el tema con otras compañeras esta semana, gracias a una de ellas, he conocido las palabras de Telémaco con las que silencia a su madre Penélope diciéndole: «Así que vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca, y ordena a las criadas que se apliquen al trabajo«. El episodio tiene lugar en el Canto I de esa obra que relata el accidentado y prolongado retorno de Ulises a su tierra luego de haber participado en la Guerra de Troya, el poema Odisea, del aedo (cantor épico de la Antigua Grecia) Homero. Como vemos, son muchos los momentos de la historia y la cultura en los que se ha intentado callar las voces de las mujeres.
Creo firmemente que esto es un problema de educación y, por ello, no quiero desaprovechar la ocasión que me brinda este medio para reivindicar el derecho a la educación para todos, para hombres y para mujeres. Si se educa en igualdad, el mundo será diferente.
En España, hasta 1910 no se publicó un real decreto que autorizó por igual la matrícula de alumnos y alumnas, permitiendo acceder a ambos sexos a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones. La primera alumna que se matriculó en España fue María Elena Maseras Ribera, en 1872, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, según explica Consuelo Flecha, autora de Las primeras universitarias en España. El camino para el acceso de todas las mujeres a instituciones educativas estaba en proceso. Elena Maseras terminó sus estudios en 1878, pero no fue hasta 1882 cuando pudo obtener el título que le habilitaba.
No podemos olvidarnos de Concepción Arenal, escritora y activista social española nacida en El Ferrol (1820), que tuvo que sortear las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad y estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre), que pensaba que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta «no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos» y, vestida como un hombre, se coló en las aulas de Derecho de la universidad. A pesar de que no pudo conseguir ningún título, algo totalmente inaceptable en aquellos tiempos, sí que pudo aprovechar al máximo su presencia en la universidad.
Son muchas las mujeres que han luchado por conseguir lo que hoy tenemos. Hasta hace algunas décadas, a las niñas se las sacaba con poca edad del colegio para aprender a coser, para cuidar de hermanos más pequeños, etc. Luchemos para que esto no ocurra ni aquí ni en ningún país del mundo. Que todos y todas, sin discriminación de ningún tipo, seamos iguales y tengamos las mismas oportunidades. ¡Feliz Día de la Mujer!
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