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Tras este partido entre el Marbella y el Algeciras, de LEB Plata, hubo 14 contagios. / CB MARBELLA

Opinión, Salud

Deporte de contacto… y de alto riesgo

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En el paquete de medidas restrictivas que ha decretado la Junta de Andalucía tras el Estado de Alarma, llama la atención un vacío, un olvido… o una permisividad deliberada: el funcionamiento normal de la escuelas deportivas municipales y el desarrollo de las competiciones federativas en las modalidades de contacto (fútbol, baloncesto, fútbol sala, karate, judo, rugby…) favorecen el contagio. No hay que ser epidemiólogo en la Universidad de Columbia para saberlo

Con una tasa de contagiados altísima por cada 100.000 habitantes en muchas de sus provincias, Andalucía vive actualmente su particular vía crucis contra el coronavirus. En la primera ola, la región más grande de España se mantuvo con unos índices halagüeños hasta la llegada del verano. Tras el confinamiento, las canchas públicas volvieron a llenarse de jugadores amateur deseosos de lanzar a canasta o de chutar a puerta. Fue la calma antes de la tormenta (de citoquinas).

Sin embargo, el recrudecimiento de la pandemia en el sur ha obligado a confinamientos perimetrales, toque de queda, reducción del aforo de los bares… ¿Y el deporte de contacto? Pues es una incógnita difícil de despejar, un asterisco incómodo que los políticos centrales y los autonómicos han querido obviar, pasándole el marrón a las federaciones deportivas y a los ayuntamientos. Y estos, en su afán recaudatorio, han seguido hacia delante como los burros, como el kamikaze que acelera cuanto más se acerca al fuego enemigo.

Asimismo, Javier Cantón, licenciado en Bioquímica, máster en Bioinformática, doctor en Virología y experto en coronavirus, deja clara su opinión sobre la peligrosidad del deporte de contacto en esta tesitura de pandemia: «Si estuviera en mi mano, solo se permitiría deporte de contacto con PCRs negativas. Ni siquiera me valdría el test de antígenos». No hay peor ciego que el que no quiere ver.

La única forma segura de competir es hacer una burbuja como la de las Finales ACB o la de la NBA en Disneyworld Orlando. Pero eso es un sueño hecho realidad que cuesta mucho dinero.

Ahora mismo se da una circunstancia rocambolesca: se ha equiparado la ficha federativa a un carné de periodista, de policía o la copia del contrato de una cajera de supermercado. Es decir, un chaval enseña su ficha y puede entrar en un pueblo cerrado perimetralmente a jugar un partido de liga. Un jugador amateur de basket o fútbol equiparado a un trabajador esencial. Lo nunca visto. ¿Y si llega infectado o se infecta durante el partido?

Si se trata de minimizar riesgos, ¿por qué el Gobierno andaluz no cierra todos los pabellones deportivos o prohíbe taxativamente la práctica de estos deportes? ¿Por qué Moreno Bonilla cierra parques infantiles en municipios de nivel 4 de alerta, con el perjuicio que eso tiene para el desarrollo cognitivo de los más pequeños, pero mantiene abiertos los polideportivos con una norma laxa como es la reducción del aforo? Es imposible guardar la distancia de seguridad si tienes que marcar férreamente a un rival. Es imposible evitar el contagio si el tío con el que cuerpeas para luchar por un rebote es un positivo asintomático y no lo sabe. Intercambias sudor y recibes su aliento en el cogote (recordemos que Imbroda no ha visto necesario que se use mascarilla en los partidos que se disputan en Andalucía) durante una hora y media. La puta realidad es que nuestros políticos no están haciendo los test que deberían a la población y clubes modestos de categorías inferiores no pueden sufragar ese gasto cada semana.

Castilla y León ya ha cerrado los pabellones cubiertos. ¿A qué espera Juanma Moreno, a que siga el tsunami vírico arrasando nuestra región?

Dicen los responsables de las escuelas deportivas que toman medidas sanitarias… De nada sirve el gel hidroalcohólico si hay un contagiado asintomático en un partido de entrenamiento de dos contra dos, tres contra tres, cuatro contra cuatro o cinco contra cinco. En el caso del fútbol, 11 versus 11. La distancia de seguridad lo es todo y, en el deporte de contacto, el concepto de defender con la mirada es una metáfora de entrenador para decirle a un defensor vago que debe chocarse aún más con su par. Más contacto, más sudor, más aerosoles al ambiente, más gotículas expelidas… Más contagio.

Este artículo no quiere demonizar el deporte de contacto ni mucho menos. El que escribe lleva 37 años practicando baloncesto y lo echa muchísimo de menos. Nunca he estado tanto tiempo sin jugar y uno está que se sube por las paredes. Es como si le dices a un runner que tiene que dejar de correr siete meses. Se sobreviene la locura. Pero este virus es así de jodido, hace distinciones que tienen que ver con el contacto. Por eso el tenis sigue adelante y Carolina Marín ha vuelto a la escena del bádminton. Los deportes de raqueta, el atletismo no masificado (la Maratón de Nueva York sería un deporte de contacto habida cuenta del número de participantes que suelen inscribirse para correr pegados) y el ciclismo no grupal, entre otros, son los llamados individuales. Riesgo mínimo.

A esos padres que ven bien que sus hijos retomen el deporte de equipo les diría dos cosas: antes de pagar la cuota, miren las cifras de hospitalizados y fallecidos cada día en su localidad y en las de su entorno e infórmense correctamente de todo lo relacionado con la Covid-19. El enemigo es invisible, correoso y muy muy difícil de batir, porque juega con nuestro estado de ánimo y bombardea nuestra línea de flotación: el ser social. Es evidente que el confinamiento domiciliario afecta negativamente a nuestro cerebro… Por eso es tan importante que no se propague el virus en partidos de deportes de equipo, para no volver a esa pesadilla.

Es inadmisible que un encuentro de LEB Plata produzca 14 contagios, señor Jorge Garbajosa. ¿Y Rubiales, el presidente de la RFEF, no se pronuncia sobre los contagios que está habiendo en la liga de fútbol? Incluso en la ACB lo están pasando regular. Y hablamos de la elite, de franquicias con poder económico suficiente como para afrontar la carestía de los test PCR cada semana. Pero nunca se debe anteponer la economía a la salud. No es de recibo que haya autónomos y trabajadores en casa porque sus empresas están cerradas por la pandemia mientras los pabellones deportivos siguen abiertos haciendo de incubadoras víricas y ralentizando todo lo posible la bajada de la curva. El deporte se puede practicar en el hogar, como se demostró durante el confinamiento. O ejercer una actividad individual en la calle siempre huyendo de aglomeraciones.

Los clubes modestos pierden dinero con el deporte y, por eso, se sufragan a través de las cuotas de sus jugadores, que también ayudan a pagar la pista municipal de turno. Se recauda dinero, se adquiere un compromiso… Y posiblemente también una enfermedad vírica que puede ser letal para el jugador o para alguien de su entorno.

Deporte es salud. Nuestros grandes referentes (Gasol, Nadal, Alonso, Marín…) y múltiples campañas institucionales se han encargado de grabarlo a fuego en nuestra psiche. «Muévete, corazón», decía Serrat tras recuperarse de un infarto en un anuncio de TV. Pero en este intervalo temporal anómalo, en este agujero negro vírico en el que está sumido el mundo, nuestro mundo, nuestro ecosistema, nuestro entorno y el micromundo de nuestra familia, la definición de los términos ha dado un vuelco. Ahora hay distinción de clases entre deportes. Ahora Deporte puede ser Enfermedad. Hay que decirlo claro y alto (si lo lee en voz alta, haga aquí una inflexión y grítelo para que le llegue al entrenador del equipo de su vástago). Yo no arriesgaría mi salud ni la de los míos permitiendo que mi hijo vaya a chocarse, cogerse, juntarse, rozarse, pelear deportivamente y retozar a una cancha. Y menos si es cubierta y la distancia personal es utópica. Y muchísimo menos si es sin mascarilla.

No entiendo por qué va a comenzar la Liga de Provinciales en Huelva, por poner el ejemplo de mi tierra natal. Es absurdo, un sinsentido peligroso. Un posible atentado contra la salud pública. En esa competición ya no hablamos de adolescentes sino de puretas. Más peligro. Se jugará en pabellones cubiertos y sin mascarilla, porque, como dije anteriormente, el curado de coronavirus Javier Imbroda no cree necesario que se tenga que jugar con ella, a diferencia de sus homólogos de otras comunidades autónomas. ¿Se ha dado ya el surrealista caso de que un equipo de una comunidad que obligue a llevar mascarilla se enfrente a uno que no está obligado? 17 comunidades, 17 paquetes de medidas, 17 alardes de egocentrismo y egolatría con la confrontación política como concepto de cabecera. 17 cráteres abiertos en ese volcán a punto de explotar llamado España. Por eso es tan importante, vital, la concienciación ciudadana. En el deporte también. Si hay que cambiar el fútbol sala por el ping-pong una temporada no pasa nada.

Yo huiría de esa trampa que son las ligas menores, porque va en contra del concepto de responsabilidad colectiva tan suplicado por los políticos, prácticamente la única verdad que sale de sus bocas. La tentación vive en el parqué y nunca fue tan dañina. No se puede jugar a basket (por nombrar mi deporte preferido, pero pongan balonmano, fútbol o la actividad deportiva colectiva que quieran) con miedo. Este deporte está para chocarse las manos por una buena acción defensiva; para hacer el corro todos cogidos de los brazos; para defender al límite, con contacto agresivo desde la primera posesión hasta la última; para pegar un grito que espabile a tus compañeros; para celebrar la canasta sobre la bocina que nos hace besar la victoria y abrazarse en el éxtasis final… Todo eso no es factible con el Sars-Cov-2 pululando por nuestra Andalucía con este nivel de contagiosidad y letalidad.

¿De verdad vamos a arriesgar nuestra vida o la de los nuestros por una afición, por muy apasionada que sea? ¿Tan poco apreciamos nuestra existencia? ¿Tan poca paciencia tenemos? ¿Tan estúpidos son nuestros dirigentes (políticos, federativos, de clubes…) que piensan que ellos son inmunes al bicho, que pueden hacer como que no está para seguir recaudando cuotas federativas y municipales? ¿En serio hay tantos padres y madres irresponsables o desinformados que prefieren jugársela, poniendo en peligro a sus vecinos, familiares y, a lo mejor, a un pueblo entero?

Nunca podíamos pensar que una defensa individual en un partido de baloncesto podría ser un deporte de riesgo. Ahora mismo, los hermanos Pou tienen menos peligro haciendo un solo integral en escalada que quedando con Broncano e Iturriaga para echar una pachanga en un pabellón cubierto.

Por todo ello, espero que esos políticos con altura microscópica de miras valoren más la salud pública que el dinero y cierren el grifo monetario de las federaciones y los ayuntamientos cerrando todos los pabellones para evitar los entrenamientos y los partidos ligueros. Habría que buscar una fórmula, eso sí, para practicar un deporte individual al aire libre que es el tiro a canasta en soledad (en fútbol, fútbol sala y balonmano se puede hacer, pero hace falta un portero y ya serían dos jugadores) en la típica cancha de barrio. En cualquier caso, ante la duda y la amenaza de irresponsables y desinformados, mejor cerrarlas como se hizo el 14 de marzo.

Todo lo que no suponga contacto físico es deporte bueno para la mente y el cuerpo. Ya volverán las pachangas si todos unidos ponemos más cabeza que corazón a las cosas y nos concienciamos de una vez de que las tradiciones y las costumbres, en un 99,9% sociales y desarrolladas históricamente en comunidad, favorecen el contagio. Malos tiempos para la lírica de luchar por un rebote en la era del rebote más grande de una sociedad desde la Guerra Civil.


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