He vivido este verano un episodio de este tipo en una piscina de la provincia de Huelva y no es agradable
En una urbanización en la que he veraneado con mi familia, perdimos todo un día de piscina por culpa de unos degenerados que se cagaron tanto en la piscina de adultos como en la infantil. Un día entero inutilizado todo un recinto para el descanso y el esparcimiento por culpa de unos estúpidos que, de noche, se colaron e hicieron sus necesidades en el agua sólo para cumplir un reto de redes sociales. ¿Tan bajo hemos caído como especie?
Los propietarios de este tipo de urbanizaciones, que muchos de ellos se sacan un buen sobresueldo alquilando el piso en verano, deberán invertir en cámaras de seguridad para poder denunciar a estos energúmenos y que les caiga todo el peso de la ley por dejar el lastre maloliente de su cuerpo en aguas en las que menores de edad pasan horas y horas divirtiéndose tras un duro curso lectivo.
Este reto me recuerda otros igual o más peligrosos para la salud: comerse una pastilla de lavavajillas, a ver cuánto aguantas sin respirar… Todo ello retransmitido en directo en streaming y colgado en redes para que la gente comente y se haga viral. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué beneficio real tiene esa mierda? ¿Hasta dónde caminaremos por la cuerda del funambulista? ¿Cuál es el límite de la ignorancia y qué clase de profesionales serán esos idiotas que se pasan la vida adheridos a una pantalla? ¿Avanzamos hacia una sociedad de pésima calidad? ¿Qué pasará cuando la Inteligencia Artificial domine a esta generación de zotes? Quiero ser optimista, pero cada vez me lo ponen más difícil.
Un último mensaje a todos esos entes sin personalidad que siguen a influencers sin sustancia: pensad en vuestro futuro y en vuestros seres queridos antes de realizar cualquier bajeza que pueda afectar a los demás.
Comentarios recientes