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Un mapa de España que muestra dónde está el epicentro de los últimos terremotos.

Opinión

Terremotos en Granada: ¿hay motivos para asustarse?

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El día 23 de enero de 2021, los habitantes de Granada fuimos sorprendidos a las 12:15 horas por un pequeño terremoto de magnitud 4,4 en la escala de Richter y que tuvo una duración de pocos segundos

Aunque en Granada estamos acostumbrados a movimientos sísmicos de este tipo, la ocurrencia de un sismo siempre causa algún tipo de alarma, sobre todo cuando se observan oscilar ostensiblemente las lámparas que cuelgan del techo de nuestra casa o cómo los pájaros vuelan en desbandada desde las ramas de los árboles de los jardines.

La intensidad asignada en la escala descriptiva de Mercalli fue situada entre los grados V y VI de los XII posibles. En los días anteriores, los sismógrafos no habían captado movimientos destacables en la zona del epicentro, situado en el pueblo de Santa Fe cercano a Granada y célebre por haber sido creado por Isabel La Católica como cuartel para asentar sus ejércitos durante la Toma de Granada, finalizada en 1492. Precisamente, uno de los daños ocasionados por este terremoto fue un ligero desconchón del arco de una de las puertas de entrada al patio de armas.

Seis horas después de este primer terremoto, se produjo una réplica de 3,3 grados Richter (II-IV Mercalli). El día 24 se observaron cinco replicas más, de las cuales una alcanzó de nuevo los 3,3 grados Richter. El día 25, sobre el mediodía hubo dos nuevas de 3,1 y 2,3 respectivamente.

Hasta aquí todo había discurrido de acuerdo con lo que es habitual en una ciudad como Granada durante los frecuentes eventos sísmicos de su historia reciente y más antigua.

Lo peor empezó a ocurrir durante la noche del 26 de enero, cuando ocurrieron tres terremotos importantes a las 22:36, 21:44 y 22:54 horas respectivamente, con valores Richter de 4.1, 4.2 y 4.4 respectivamente. Todos ellos con epicentro en Santa Fe e hipocentro a 4 ó 5 kilómetros de profundidad.

Cundió el pánico entre la población y las calles se llenaron de gente, en muchos casos aterrorizadas. Y no todo quedó ahí, porque durante la misma noche se produjeron siete réplicas con valores comprendidos entre 3.5 y 2.4. Los movimientos continuaron sin interrupción hasta el día de ayer (28 de enero), dando lugar a 16 réplicas más con valores inferiores a 3.

Finalmente, a partir de las 19:06 horas de ayer, se han registrado ocho nuevos terremotos con valores de 3.6, 4.3, 3.3, 3.6, 2.5, 2.6, 3.1 y 3.4. Este último se ha producido a las 22:29 horas.

Hay que aclarar que los sismos con valores de Richter comprendidos entre 4.0 y 4.9 se consideran ligeros y su frecuencia de aparición sobre toda la superficie de La Tierra es de 6.200 cada año, por lo que parece claro que estamos en la parte superior de cualquier estadística local o planetaria sobre terremotos de esta intensidad.

Los movimientos aquí observados se adecuan a los grados IV, V y VI de la escala de Mercali, en la que se definen los hechos y daños observables en cada nivel de intensidad:

Grado IV. La sacudida es sentida durante por muchas personas en los interiores, pero por pocas en el exterior. Por la noche, algunas pueden despertar. Se escucha la vibración de vajillas, vidrios de ventanas y puertas. Los muros crujen. La sensación es como la de un carro pesado chocando contra un edificio. Los vehículos de motor estacionados se balancean claramente.

Grado V. La sacudida es sentida casi por todo el mundo y muchos se despiertan. Algunas piezas de vajillas, vidrios de ventanas, etcétera, se rompen. Hay pocos casos de agrietamiento de superficies planas. Algunos objetos inestables caen. Se observan perturbaciones en los árboles, postes y otros objetos altos. Los pájaros escapan masivamente de las ramas de los árboles donde reposan. Se detienen relojes de péndulo.

Grado VI. La sacudida es sentida por todo mundo. Muchas personas atemorizadas huyen a los exteriores de los edificios. Algunos muebles pesados se desplazan. Hay algunas caídas de enlucidos de paredes o roturas en chimeneas. Los daños son ligeros.

Temblores en Granada

Los terremotos de Santa Fe se han definido como un enjambre de terremotos. Las cuestiones son: ¿por qué estos terremotos aparecen de pronto y son tan frecuentes en un determinado lugar? ¿Son peligrosos para el patrimonio y la vida humana? ¿Cuándo desaparecerán?

Las respuestas a estas preguntas han de ser entendidas en términos de probabilidad, pues no existen métodos para predecir el comportamiento futuro de los terremotos. Así y todo, si podemos comprender cuál es la causa de esta alta frecuencia alcanzada por los terremotos de Santa Fe, tendremos muchas posibilidades de prever el futuro inmediato de nuestra región y así poder actuar en consecuencia. Pero hay que insistir en que esto ha de ser aceptado siempre en términos de probabilidad.

Causa de los terremotos

Existen cuatro causas generales posibles que producen movimientos sísmicos:

La primera está ligada a acontecimientos volcánicos, como se dan en muchas islas y límites del océano Pacífico, junto al Vesubio en Italia o en algunos lugares de Los Andes, entre otros muchos ejemplos.

La segunda es la producción de explosiones termonucleares. Por ejemplo, una pequeña bomba atómica de 6·10-6 megatones equivale a un terremoto de valor 4.0 en la escala de Richter, inferior a algunos de los observados en Santa Fe.

Una tercera causa puede ser el choque de un meteorito contra La Tierra. Como ejemplo de caso extremo, se indica que el impacto que causó la extinción de los dinosaurios supuso un superterremoto de grado 13 en la escala de Richter, muy superior al valor máximo de 9.5 observado jamás y medido en Chile en 1960. Otro ejemplo aún mas extremo es el valor de Richter 25 calculado para el choque del planetoide Thela contra La Tierra, ocurrido hace 4.530 millones de años.

Por último, hay que referirse a la causa más frecuente de terremotos, que es el deslizamiento de dos grandes masas de tierra separadas por una superficie aproximadamente plana. Aquí hay que referirse a la existencia de grandes fracturas en el interior de la corteza terrestre sobre las que se pueden realizar estos movimientos. Son las llamadas fallas geológicas de las que existen tres tipos básicos:

  • Fallas normales o directas, que se originan cuando dos regiones se separan por causas tectónicas. Se produce una fractura entre bloques, donde uno cae respecto del otro aprovechando la superficie de dicha fractura, que constituye el llamado plano de falla, y que suele ser vertical o casi vertical.
  • Fallas inversas, que se producen cuando dos bloques se comprimen entre sí. Uno de estos bloques se monta encima del otro sobre un plano de falla, que en este caso es más horizontal que el de la falla normal.
  • Fallas de transformación, en la que los bloques tienen un desplazamiento relativo horizontal causado por una compresión y la aparición de mecanismos de cizalla.
  • También existen las fallas mixtas, en las que los movimientos combinan vectores de traslación de los tipos anteriores. Por último, hay que señalar que algunas fallas pueden cambiar su naturaleza a lo largo su existencia.

Todos los terremotos causados por fallas se originan justamente en las superficies de falla. En este punto, es muy importante tener en cuenta tres principios fundamentales:

  • La energía de un terremoto depende directamente de la longitud del salto ocurrido entre los dos bloques cuando son desplazados por causas tectónicas o gravitatorias.
  • También depende del tamaño de la falla y, sobre todo, del área del plano de falla. Una falla pequeña o con un pequeño salto producirá terremotos pequeños y al contrario.
  • La existencia de una falla única, o alternativamente, agrupaciones de ellas, son un mecanismo fundamental para disipar la energía potencial acumulada en las rocas por las presiones persistentes a las que son sometidas por estar incluidas en la corteza terrestre, y que son causadas generalmente por la llamada Tectónica de Placas. Atendiendo a la naturaleza específica de las fallas, una falla única puede producir un único terremoto gigantesco. Por el contrario, la asociación de varias fallas pequeñas pueden dar lugar a muchos terremotos pequeños, que suceden en cascada, y están separados por intervalos de tiempo. Todo ello permite disipar la energía acumulada en las rocas entre varios terremotos pequeños, en lugar de uno grande y apocalíptico. A modo de un enjambre de terremotos, como está ocurriendo en Granada.

La región de Andalucía, que incluye la ciudad de Santa Fe (Granada), pertenece a un conjunto geológico denominado Cordilleras Béticas, y que fue formado por compresión durante la orogenia alpina, iniciada hace aproximadamente 60 millones de años. Durante esta génesis, la Placa Africana se desplazó en dirección norte y plegó la corteza terrestre en su choque con el continente europeo.

La conclusión positiva es que no se ha activado el movimiento de una única gran falla, sino un enjambre de terremotos

Este proceso, generó las actuales Cordilleras Béticas, entre otras, mediante mecanismos complejos de plegamiento, solapamientos de unidades geológicas y generación de fallas grandes o pequeñas de todo tipo. En la actualidad, el acercamiento entre placas continentales continúa existiendo, de tal forma que África marcha hacia Europa a una velocidad de aproximadamente 3 milímetros al año. Esta compresión explica la alta frecuencia de terremotos en esta parte de Andalucía. El hecho de que en el subsuelo de Santa Fe existan muchas pequeñas fallas activas es la que justifica, asimismo, la alta frecuencia de los terremotos actuales.

La agrupación de los sismos que se observa en el área de Santa Fe están aislados de cualquier otros epicentro de la región. Esto muestra claramente que todos los terremotos del actual ‘enjambre’ proceden de una única familia de pequeñas fallas. Esta disposición inicial de las fracturas permiten que la disipación de la energía potencial acumulada en las rocas se haga de forma progresiva. Al mismo tiempo, el mecanismo descrito ha evitado la aparición de un único evento sísmico causado por una gran falla única. En otro caso, se hubiera producido un suceso realmente peligroso.

La conclusión positiva que hay que extraer de lo dicho es que, afortunadamente, no se ha activado el movimiento de una única gran falla, sino un enjambre de terremotos. Al menos hasta el día de hoy.


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Un comentario

  1. Jose Ramón Talero Islán

    Muy buen articulo,muchas gracias por su pedagógica y brillante explicación…Enhorabuena y mil gracias

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