Maradona cumple hoy 60 años. El más grande en esa cosa de jugar al balón con los pies. La cabeza, la tenía para intentar domar ese carácter en constante pugna con su pelo ensortijado. Hablo en pasado, porque la droga no le ayudó a tenerla más ordenada. Volar no ayuda a anidar los pájaros de la cabeza. Las alas en el campo, y para sortear las entradas de los rivales, casi siempre a la altura de la ‘nada ordenada’
Hay quienes no saben diferenciar al artista de la persona, cuando nada lo explica mejor que su obra. Lo normal es bajar el telón. Al romper la cuarta pared, el frío entra y se hace insoportable. Mezclar la vida con la obra es propio de esta sociedad inquisitorial. El que esté libre de pecado, ojalá que sea dilapidado. Maradona solo se ha hecho daño a sí mismo. Y en eso es precisamente, donde él se hace humano.
Todos estamos constantemente destrozándonos. Siendo insensibles con nosotros mismos, pues sabemos mejor que nadie tocar donde nos duele. La moralidad ha hecho mucho daño. Drogarse puede ser la máxima expresión de no gustarse. Yo que me quedé en salir, beber, el rollo de siempre, que cantaban los Extremoduro. Drogas más sanas para esta sociedad, pero que tampoco curan. Fumar tabaco y algún porro cuando era adolescente, exhalar algún tipo de oxígeno distinto que contaminase mi aburrimiento interno.
Hacernos daño es lo que nos humaniza, pues sabemos de lo insoportables que somos. Huir de uno mismo al quedar con un amigo, al follar con una amiga, al salir a correr, para ver si hay suerte y las lesiones se hacen irreversibles. Al ir a trabajar y prostituir lo poco que pudiese quedar de nuestra dignidad. Leer y ver series y películas, donde todas las vidas son igual de aburridas que las nuestras, pero envueltas en el papel de regalo de la ficción. El arte es engañarse en un regate de Maradona y que la vida no volverá a estar bajo tus pies, muy hundida, junto a la pelota.
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