Todos hemos visto a Luna, la chica de la Cruz Roja que, en este conflicto Marruecos-España, bailó el alabastro de lo humano demasiado humano, continúa siendo no sólo la auténtica protagonista de esta tienda que es contienda o, mejor, merienda para los machos cabrones, la casa en donde reverdecer toda raza y la evolución de las especies
Estaba yo leyendo el libro Kosmos de Alexander Von Humboldt -precursor de tantas cosas: la naturaleza, la fuerza del indigenismo, el cambio climático, el amor por la erótica del vivir en comunidad, etcétera- cuando vi las imágenes de Luna, mujer, ferretería de la belleza, abrazo a un hombre negro que es el abrazo a todas las multitudes ahogadas en esta crueldad constante y tan paralela a la Historia más reciente.
Y es que sucede que la gente, el cenicero de la mala gente, continúa atrapada en el king-kongnismo sin entender que un niño no es una película de Norteamérica. Ni siquiera un migrante ni mucho menos África entera.
Sin embargo, ahí están los de siempre, cual perros taladrando a golpe de tuit la canción más bella del mundo. Luna. Luna. Roja y concepto.
Uno se ha borrado ya de estas almadrabas sociales -redes sociales-, pues es ahí donde estos aristócratas de la gilipollez dan su versión de las cosas no por ofender, sino por puro y cansino menosprecio, que es el mal de ojo español. Yo quisiera ver a estos señoritingos -políticos y tales otros- en la playa de Tarajal por minutar su orgullosa animadversión hacia todo lo que pinta bastos o lo que jamás serían capaces de antologar para su propia vida en el cielo eterno.
Luna sí que tiene cielo, diminuto pero inmenso, no eterno
Luna sí que tiene cielo, diminuto pero inmenso, no eterno. Luna huele a ciprés y a tiempo de hoy, a feminidad y, ante todo, a bondad. Sí. Luna buena y simple. Y ya está. Para qué más.
Ceuta es el Frente Polisario mezclado con un conservadurismo español que todavía se cree que los magrebíes y los de más abajo deben ser colonizados como antaño. Lo siento, brigadistas del dolor ajeno. Están perdiendo el tiempo y lo que es peor, el mundo, nuestro mundo, el mundo de Luna.
Un eclipse de Luna
Hace mucho tiempo que me he dado cuenta que el deseo es la única fuente de bravura y de pureza. Yo hace tiempo que sueño un eclipse sobre los planetas -como Humboldt-. Un eclipse de Luna por siempre. Yo hace tiempo que voy buscando una paz de ébano que hierba en los mares, en las tierras, en las cabañas, en el sexo de las mujeres africanas. Estamos en el rompeolas. Mas quedan todavía corazones que iluminan la emoción, la carne grande, el contrato entre la luna, el sol y el agua.
Salvar al mundo. No es mi propuesta de héroe. Tan sólo una pequeña inquietud de hombre lunático y mudo. Como tú, vos, usted, Luna.
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