Cuando uno es un urbanita y vive en la ciudad de Sevilla tiene varias opciones para poder conectar con lo que queda de naturaleza y hacer senderismo, aprovechando de paso para conocer nuevos lugares y disfrutar de la gastronomía local. Y una de ellas es la Sierra Norte con localidades pintorescas como Cazalla de la Sierra, Constantina, San Nicolás del Puerto o Guadalcanal
Y si Guadalcanal es la opción elegida no es extraño que se venga a la memoria la batalla más determinante de la Guerra del Pacífico, conflicto enmarcado en la Segunda Guerra Mundial, y que sirvió para mermar a la flota japonesa y menguar su presencia en el Pacífico Sur.
¿Y qué tiene que ver este bucólico pueblo serrano con el Pacífico? Pues para los profanos en geografía que desconocen el motivo, la razón radica en que una isla de las Islas Salomón (archipiélago cercano a la isla de Nueva Guinea) recibió el nombre de Guadalcanal cuando fue descubierta en 1568 por una expedición comandada por Álvaro de Mendaña que tenía como encargo por parte de Felipe II el descubrir la legendaria Terra Australis Incognita (un hipotético continente que nunca llegó a descubrirse si bien algunos teóricos señalan que tan buscado territorio se trata de Australia o de la Antártida). Pero no fue Mendaña quien eligió el nombre para esta isla sino que lo hizo su mariscal de campo, Pedro de Ortega, quien era natural de la hoy localidad sevillana (puesto que, hasta 1833, el pueblo perteneció a Extremadura).
Pues entre muchas de las trágicas historias que ocurrieron en la batalla de Guadalcanal se encuentra la de los cinco hermanos Sullivan, hermanos que, de haber sabido su destino, seguramente hubieran preferido ir a parar a la ibérica Guadalcanal y degustar una liebre con arroz, una caldereta o unos gañotes, en lugar de haber puesto rumbo al Pacífico.
Y es que la historia de los hermanos Sullivan es tan dramática que bien pudiera ser escogida por Spielberg para contarla en lugar de la que se narra en la película Salvar al soldado Ryan. Si en la ficticia historia protagonizada por Matt Damon y Tom Hanks, la señora Ryan ve cómo uno de sus cuatro hijos vuelve con vida del conflicto mundial, con respecto a los Sullivan fue diametralmente diferente.
El 12 de enero de 1943, en una pequeña granja de Iowa, el señor Sullivan recibió la visita de un funcionario del Gobierno de los Estados Unidos que había venido a entregarle una misiva. El granjero, sabedor de lo que significaba esa carta, sólo preguntó: «¿Cuál de ellos?», a lo que el funcionario respondió: «Todos». Sí, los cinco hermanos Sullivan habían muerto en la batalla de Guadalcanal.
Pero parte de culpa tuvieron los Sullivan. Para evitar ese tipo de tragedias, las fuerzas militares estadounidenses no juntaban a más de dos hermanos en una misma unidad de combate, por lo que, en caso de haber tres hermanos o más, se les separaba en distintos destacamentos e incluso en distintas zonas de combate (como bien se explica en la citada Salvar al soldado Ryan). Sin embargo, los cinco hermanos insistieron que debían luchar juntos y pidieron que con ellos se hicieran una salvedad.
Y es que Joseph, Francis, Albert, Madison y George tenían un ímpetu de venganza cuando se enteraron de que el novio de su hermana había muerto en el ataque japonés a Pearl Harbor. De manera inmediata, se alistaron en la Marina y pidieron estar juntos para así aunar fuerzas en su particular venganza contra los japos y fueron destinados en el mismo crucero ligero con rumbo al Pacífico Sur.
El impacto de un torpedo fue letal
Fue en ese barco, en el cual, curiosamente, coincidían 30 pares de hermanos, donde se comenzaría a escribir la tragedia de los Sullivan. Una mañana de noviembre de 1942, en el fragor de la batalla de Guadalcanal, un torpedo japonés impactó en el crucero. Las consecuencias fueron fatales: tres de los hermanos Sullivan murieron en el acto, un cuarto se ahogó al día siguiente y el restante murió de inanición en el agua cuatro días después, toda vez que la zona estaba dominada por las fuerzas enemigas y su rescate era inviable.
Dos meses más tarde, el comandante Jones entregó la carta que indicaba a los Sullivan que habían perdido a sus cinco hijos, todo un drama que sirvió para que el Congreso aprobara no permitir que dos hermanos fueran destinados a la misma unidad de combate así como que, en caso de muerte de uno de ellos, el otro fuera retirado del conflicto y devuelto a casa. Así, el ilustre guadalcanalense Pedro de Ortega puso el nombre de su pueblo a una isla, y por ende a una batalla, que salvaría la vida a muchos hermanos.
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