La civilización es la exquisitez de las tradiciones. La educación es el camino para lograr que la cultura y la civilización consigan que el individuo entienda la vida
Habitamos en una cultura, donde rechazamos lo humano para encaminarnos a lo trivial, la dirección está desorientada, naufragamos. Hay que optar por convenciones sorprendentes, pero razonadas, a los sucesos viables, pero no irrebatibles.
Simplificamos la educación, minusvaloramos la instrucción y consideración a los demás, aumentamos la ordinariez y la zafiedad, desarrollamos la flexibilidad y falta de razones seguras hacia el bien general de todos, la justicia desnivela su peso. Estas actuaciones han convergido en la inestabilidad, la falsedad, las corruptelas en magnitudes colosales, originando el declive de la sociedad
Tenemos que encontrar de nuevo la confianza, el brío, el agrado, la liberación y, fundamentalmente, la estabilidad para distribuirla. Desechemos la falta de ética y de deferencia a los demás, sensibilizando a la colectividad.
El compendio de libertad, condescendencia, albedrío, apertura, análisis, son ciertamente inherentes a la convicción erudita clásica. No conseguiremos aclarar la verdad si nos ofuscamos en doctrinas o credos que no comunican de manera transparente la consideración al diferente.
Educar a las personas
Realmente es primordial educar a las personas, ciudadanos cultos, ciudadanos libres. Un pueblo culto conduce a una sociedad más libre, más legal, más altruista, más considerada con las opiniones y dogmas de los demás.
La indeterminación de la sociedad en la que vivimos declina de forma veloz desde hace mucho tiempo, no admitiendo este escenario real que los medios de comunicación a veces nos muestran (las hambrunas, las enfermedades, las guerras…) Nos inquietamos en el instante y enseguida lo admitimos con resignación. Las miserias del ser humano justifican todo.
¿Qué hacíamos antes por los que padecían? Acallamos nuestras conciencias con algunas ayudas, pero el horror y la muerte no se acaban nunca.
Ahora con esta pandemia nos ha tocado al resto de la humanidad vivir esa incertidumbre, esa angustia, esa desolación que deberemos compartir entre todos los habitantes del planeta.
Ojalá construyamos una civilización más humana.
Depende, depende, ¿de qué depende?, de según como se mire, todo depende.
Depende. Jarabe de palo.
Distinguido Profesor Talero:
Allá por los años 60 del siglo pasado, uno de los vástagos de una adinerada saga norteamericana, muy conocida entre otras cosas por su extenso mecenazgo cultural, desaparecía en la selva de la Nueva Guinea Neerlandesa (actualmente Papúa) durante el trascurso de una misión cultural. A pesar de los grandes medios desplegados en su búsqueda no se halló el cuerpo. La leyenda negra de ese triste acontecimiento incluye la posibilidad de que el rico heredero cayera en manos de una de las tribus que habitaban en la zona y que, a pesar de los intentos del gobierno por modernizar su modo de vida, seguían muy apegadas a algunas de sus tradiciones, entre ellas la de zamparse a algún que otro viajero extraviado, una práctica culinaria que estas tribus perdidas consideraban una exquisitez.
Puesto a soñar en un final menos gastronómico para el desafortunado protagonista de esa noticia, prefiero imaginar que justo antes de que esos buenos salvajes decidieran poner encima de la parrilla al joven en cuestión, usted haría lo posible para convencerles de que ante una dieta demasiado rica en grasas, “Hay que optar por convenciones sorprendentes, pero razonadas, a los sucesos viables, pero no irrebatibles”, sea lo que sea que usted quiera decir con esa críptica frase y el resto de su hermético artículo.
Atentamente
Joaquín
Señor Joaquín, es para mi un placer leer sus opiniones que respeto y agradezco enormemente.Es fundamental la diversidad y las ideas varias para que entre todos haya una convivencia respetable. Saludos cordiales.
Distinguido profesor Talero:
Agradezco de antemano que se haya tomado la molestia de leer mi comentario a su artículo y dedicar parte de su tiempo para responderme, cosa por otra parte poco habitual, entre todos los autores que publican sus artículos en El Libre.
Dicho esto, su respuesta ilustra muy ajustadamente ese concepto creado por alguien que compartía con usted el oficio de profesor, y al que su autor, me refiero al filósofo Gustavo Bueno, llamó Pensamiento Alicia.
Atentamente
Joaquín