En relación con la situación que estamos viviendo y observando a diario en nuestra sociedad, sin ver un horizonte de paz, progreso y respeto a los demás, nos deberíamos preguntar a diario: ¿por qué consentimos estas actuaciones inhumanas?
Tenemos problemas por doquier: guerra entre Rusia y Ucrania; otras muchas guerras en otras latitudes del planeta; problemas muy graves de movimientos migratorios originados por la insensatez y el egoísmo de muchos países que, sin escrúpulo, consienten esta tragedia humana para que ellos se enriquezcan…
Leía una cita anónima, de gran profundidad mental, que decía: «Pedir perdón es de inteligentes, perdonar es de nobles y perdonarse es de sabios».
¿No es posible que nuestros mandatarios, entidades financieras, organizaciones internacionales, ONU, OTAN, etc., tomen conciencia del perdón y la paz, acabando con esta desolación que se origina?
Tengo otra cita de un personaje grande, Gregorio Magno: «De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad«.
Arranquemos, de una vez y por todas, esas envidias y odios que desuelan el alma de la humanidad.
La fuerza del perdón
En esta sociedad colmada de soberbia y egoísmo, la enseñanza que nos transmitió un personaje histórico del siglo I de nuestra era entraña una inmensa expectación en tres preguntas que expone y que hace recapacitar para que nuestros comportamientos actuales cambien. Una de las preguntas que formula este personaje dice: «¿Has pedido perdón al que ofendiste?«.
No nos disculpamos para ser perdonados, nos disculpamos para arrepentirnos. El perdón es un obsequio que nos hace la otra persona.
La segunda pregunta para reflexionar dice: «¿Quién fue el primero en hacer el daño?«. Enumera todo el mal que has hecho.
La última pregunta expuesta es: «¿Pediste perdón por esto?«.
No existe la paz si se alberga resentimiento en el corazón, el uno por el otro. El perdón es el inicio, el perdón es infinito, sin límites. Yo perdono y queda olvidado el daño. ¿Es tan difícil poner en práctica estos enunciados llenos de sabiduría y realidad?
La bondad es la fuerza más poderosa del mundo
La propensión original de la persona a hacer el bien, a estar preparado para ayudar a los demás, en cualquier actividad, de una manera agradable y desprendida; esta es la raíz de nuestra convivencia en la sociedad.
Comentarios recientes