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soldados israelis en gaza afp

Soldados israelíes en Gaza / ISRAELI ARMY / AFP

Opinión, Política, Religión

Empatía en un conflicto difícil de resolver

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Imagina que eres una mujer joven. Una buena mujer. Compraste una casita cerca del mar, a las afueras de la ciudad y rodeada de jardines. Has pasado por todos los miedos de una pareja joven (llegar a fin de mes, criar a los hijos, estar pendiente de tus padres…) pero eres feliz con tu marido, tienes una relación muy estrecha con tu hermana y tus sobrinos y vives relativamente tranquila

Una mañana soleada, unos hombres irrumpen en tu casa. Abren a la fuerza. Van armados, gritan y golpean. Los dos pequeños (de 9 meses y 4 años), los dos pelirrojos (como el abuelo), se abrazan a ti asustados. Te obligan a salir, coges una manta y envuelves a tus hijos en un intento desesperado de protegerles. Los coges en peso (pesan bastante) y te sacan afuera. No te da tiempo de despedirte de tu marido, tu compañero. Se lo llevan, lo golpean y sangra por la cabeza. Sólo quería estar con vosotros.

En el exterior todo es destrucción, hogares quemados, familias enteras gritando y llorando, torturas y horrores que intentas no ver y que tampoco vean tus hijos… No sabes nada de tus padres, que ya están mayores y vivían cerca. Quizás nunca más vuelvas a verlos y no puedes despedirte de ellos…

Ahora imagina que estás al otro lado del muro.

Eres un niño. Un buen chico. Tienes 10 años y, desde que naciste, tu horizonte es muy sombrío. Estás acostumbrado a vivir en una ciudad fea, sucia, sin infraestructuras, rodeada por un muro. Los que viven allí no tienen colegios ni hospitales decentes. No pueden comerciar libremente. Sufren bombardeos y cortes de luz y agua. Tu padre ha vivido esta situación por mucho tiempo y el odio lo ha cegado. Vas con él de camino al mercado y, en el suelo, encontráis la cabeza decapitada de un hombre, a la que patean como si se tratara de un balón.

Estás asustado, pero esta situación es normal, porque vives en el mismo infierno y así se castiga a los que os están destrozando… al menos así piensa tu padre. Te explica que quienes luchan contra ellos son mártires. Tu no entiendes nada, sólo te gustaría que tu vida fuera de otra manera. Solo querrías reír, jugar, ir a un colegio limpio con tus amigos. Te dan miedo las armas, aunque ya sabes usarlas desde los seis años. Una vez te rebelaste y tu padre te ató a una columna y te azotó con cables y te advirtió: o estás con nosotros o contra nosotros…

No me considero una persona especialmente empática (ya me gustaría), pero estas dos situaciones me han traspasado el alma. La mirada de esa madre con sus hijos, esos ojos aterrados, se han clavado en mi mente. La situación extrema en la que vivió este niño (ahora un hombre) no puede dejarme indiferente.

Son las dos cruces de la misma moneda.

Sólo sé que, en las guerras, sólo se benefician unos pocos, los que tienen el poder y los que trafican con armas. En los dos bandos (sea cuales fueran) la población civil siempre está desprotegida y siempre sale perdiendo. Tuvimos dos guerras mundiales, multitud de guerras civiles y seguimos igual. Nos gobiernan bestias de la peor calaña que no aprendieron de los errores pasados. Los muros siempre provocaron desastres.

Me pregunto por el impacto medioambiental que causará el uso de tantas bombas, químicos, misiles… no solo en las zonas de conflicto sino en el mundo entero. Todo esto me pregunto en un día soleado y relativamente tranquilo…


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Un comentario

  1. Salvador

    «Homo homini lupus»

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