Aunque haga sol, los políticos siguen sin arder. Hay amaneceres de una belleza incompleta. Fuego amigo que falla más que una escopeta de feria. Solo aciertan cuando quieren equivocarse. Las Alegrías del incendio que cantan Los Planetas, huelen siempre a carne a la plancha de diputado o concejal
Parece que estoy ardiendo, cuando cualquiera de ellos me mira desde la pantalla de mi ordenador portátil. Lo hacen con la indiferencia lógica de cuando todas las caras se les vuelven borrosas. No deja de ser irónico, cuando son ellos los que son seres desdibujados, cuyos rasgos desaparecen a la misma velocidad que sus virtudes inexistentes.
Un político no pinta nada en esta sociedad, pues olvidó el lugar donde guardó el lienzo que había robado para hacerlo. Eso no significa que el político no sea un artista. Hay artistas del hambre, como tan bien supo escribir Kafka en un cuento, y artistas para provocarla, en cuya excelencia se mueve nuestra clase política. La ideología es lo de menos. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Da igual los apellidos que se le pongan a nuestra «democracia», mientras el nombre esté mal escrito. Yo siempre la escribo con minúsculas y entre comillas, y ningún profesor me dijo nunca que estuviera mal escrita. Solo me corrigen los políticos y los periodistas pagados por estos.
Ahora que las cosas van mal, esta frase se puede leer en un presente continuo, no puedo evitar echarlos de menos. Me refiero a los políticos, claro. Ver qué soluciones toman a los problemas que han creado. Podían quedarse quietecitos. Practicar la inacción, ese gesto tan bello y reaccionario. Está bien que hagan el oso, pero que se queden dormidos todo el año. Hay quienes comen pizza mientras escuchan a Vivaldi y hay quienes, como los políticos, que se comen las cuatro estaciones y bailan sobre ellas. Un año es lo que pasa en la vida de un político entre que se despierta y se vuelve a quedar dormido. Lo que ocurre en medio es nuestra pesadilla.
‘Estado de Duermevela’
Los políticos han creado el Estado de Duermevela, mucho más sólido que el de Alarma, los despertadores permanecen en cada una de nuestras cabezas y no sabemos cómo ponerlos en hora. El día que despertemos, votar será una palabra que servirá para echarlos lejos del control que tienen de nuestras vidas y poder jugar con sus cabezas al baloncesto. La letra b siempre es buena si le ayuda su significado.
Mientras el pueblo no seamos los bomberos de nuestra pirómana clase política, y los inhabilitemos para seguir haciendo fuego, seremos el cenicero donde depositan los puros gordos que se fuman. La «democracia» nunca podrá ser darle una carta en blanco a los políticos para que hagan lo que quieran durante cuatro años y solo nos quieran para depositar un papel en una urna, un domingo resacoso, como debe ser.
Es como eso que se dice de » prometer y prometer hasta meter, y una vez metido, se fastidió lo prometido». Debemos ser especialmente exigentes con los que nos están haciendo la vida imposible y demostrarles que obtener nuestra confianza no es ninguna tontería. Igual que exigimos que se nos devuelva el importe de algo que hemos comprado cuando nos hemos dado cuenta que estaba en mal estado, debemos exigir lo mismo cuando no se cumplen las premisas o directamente toman decisiones importantes sin consensuarlas con nosotros. Nos saben ovejas, pero algunas hemos aprendido también a morder.
La ideología es la distracción. De quién eres, del Madrid o del Barcelona, qué más da, si sabemos que el campeonato está amañado
La ideología es la distracción. De quién eres, del Madrid o del Barcelona, qué más da, si sabemos que el campeonato está amañado y que nunca lo ganarán el Zaragoza, el Granada o el Betis. El árbitro es aquí la mayoría de la prensa, confundiéndonos en pequeñas rencillas que se convierten en cruentas guerras en los cerebros fáciles de manipular. Antes de jugar el partido, las reglas deberán ser iguales para todos los equipos. Antes de votar a un partido u otro, habrá que conseguir que nuestra «democracia» esté por encima de ellos, de unos partidos políticos que, si pelean tan duro por conseguir los votos, es para luego hacer con el poder lo que quieran, sin que nadie les controle. Y eso ningún partido ha tratado de cambiarlo nunca. Los partidos que representan las distintas izquierdas y derechas solo quieren los privilegios que el poder otorga y saben que las leyes, pues las hacen ellos, les amparan.
Cambiemos las leyes para controlar el poder, y después sí que podremos ir a votar resacosos, pero con menos dolores de cabeza. El incendio brotará entonces de nuestros corazones y con la sangre derramada de los hasta entonces políticos. Hacer una rica queimada que se beba el diablo en uno de sus calderos.
Felicidades D.Manuel.»cambiemos las leyes para controlar el poder».La mamandurria,los privilegios , tantos miles de cargos y asesores se acabarían de inmediato.Saludos cordiales.
Muy cierto y muy real, con ese aroma de poeta «resabiau» que a veces muestras en tus sagaces líneas. A veces divertido y a veces con ganas de darle a alguno con la «mano abierta» Jeje.
Solo una pequeña corrección y además tú lo sabes, es Real Zaragoza.
Abrazos chaval.
Totalmente de acuerdo, Manu. Son una pesadilla muy cara de mantener.