El poder de la palabra. El compromiso de su pensamiento firme en un ejercicio de medio siglo con la palaba comprometida con el ser y estar de su no compromiso de la palabra, y escrita en un tiempo que perdura en la actualidad, según sus criterios y saber estar. El libro ‘Por Andalucía y los derechos: 50 años de crítica social y política en la prensa andaluza’ (Editorial Aconcagua) recopila lo mejor del catedrático emérito de Antropología Isidoro Moreno
No siempre, pero sí con frecuencia sorpresiva, la vida es una carambola sorpresiva no falta de crueldad. Ya nos lo recuerda el filósofo cordobés afirmando que insistía el cordobés Seneca. Coincidencia sarcástica política, si se le puede calificar con esa palabra, política o pura carambola, para una anunciada por el no que venía reprendido.
Los resultados de las elecciones en Andalucía del pasado mes de junio, cuando había iniciado la lectura del libro de Isidoro Moreno, profesor e intelectual, de un tiempo donde hacer política viva era jugarse el tipo por los pobres explotados y por uno mismo.
El libro se titula 50 años de crítica social y política en la prensa andaluza, un mundo que el autor de tan interesante y tiempos recordados nos describe para que la mala memoria no se adueñe de la justa y verdadera memoria histórica en esta tierra donde el conservadurismo, ahora triunfante, vive empeñado y mentidero de ese siglo pasado que, contra pasión como deseo, logran una democracia justa y no un juguete roto de desilusión para mayores y, al mismo tiempo, tristemente histórico para las siguientes generaciones.
Recordar ese tiempo vivido
Pero para ser como canta la copla popular (Todo es mentira, todo es quimera…) desencanto de una veneración no perdida mas sí arrinconada por los intereses creados en abanicos compartidos para el aire de ellos los disuelva en el espacio de la indiferencia. Aquí es claro, crítico y severo Isidoro Moreno que, en esta edición de Aconcagua, ofrece la oportunidad de recordar ese tiempo vivido que tanta falta la va a hacer a esos profesionales de las llamadas izquierdas, de ese mal generoso que se le ha escapado de las manos. Y que ahora pueden llorar como aquel rey moro cuando tuvo que dejar su paraíso en Granada al ser tomada por los cristianos con mayoría absoluta. Aunque ahora, en estos días de la derrota, podrán -si fueran sinceros serviles- azotarse ellos mismos por su política con adormideras.
Isidoro Moreno ha sido, durante 50 años, profesor de Antropología Social y Cultural en la Universidad de Sevilla y es actualmente catedrático emérito jubilado. Su papel ha sido fundamental en el actual auge de la antropología andaluza. Desde los paradigmas de la globalización y de la matriz estructural identitaria, ha realizado numerosas investigaciones en Andalucía y América Latina sobre estructura social, culturas del trabajo, asociacionismo, migraciones y rituales festivos, entre otros temas.
Asimismo, Moreno ha publicado un gran número de libros y artículos, la mayoría de ellos sobre la identidad andaluza, las expresiones y valores de nuestra cultura y las luchas sociales y nacionales desde el siglo XIX hasta nuestros días. Fue activo protagonista en el movimiento estudiantil y de PNN contra el franquismo, uno de los organizadores del 4-D y firmante del Pacto Autonómico de Antequera (en representación del Partido del Trabajo de Andalucía) que abrió el camino a la autonomía andaluza.
En 1982, abandonó la militancia partidista manteniendo hasta hoy su compromiso ético y político con movimientos sociales y en la defensa de los derechos humanos, la afirmación de Andalucía como pueblo-nación y la solidaridad con otros pueblos expoliados, como el saharaui. Es miembro del patronato de la Fundación Blas Infante y pertenece a la Asociación Andalucía Viva.
Isidoro Moreno señala que «la tarea de un profesor universitario no debe restringirse a la docencia en las aulas, a la investigación en laboratorios o trabajos de campo, a escribir en revistas profesionales y presentar ponencias en congresos de su especialidad. Es una obligación ética intervenir en los foros públicos analizando críticamente los problemas de su sociedad y del mundo, apuntando vías posibles para su superación y pronunciándose sobre ellos cuando los casos así lo requieran».
Y al final de esta crónica político-social que vivimos y sufrimos, ante tanto desencanto, nos queda el estilo del perenne, de que los viejos roqueros nunca mueren.
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